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101 años tardaron las obras de construcción de nuestra majestuosa Catedral, con sus torres

Carlos Hernández La construcción de la Catedral Metropolitana le costó, literalmente, al pueblo chihuahuense en los cuatro años subsiguientes a 1725, particularmente el día...
  • Por Denisse
101 años tardaron las obras de construcción de  nuestra majestuosa Catedral, con sus torres

Carlos Hernández

La construcción de la Catedral Metropolitana le costó, literalmente, al pueblo chihuahuense en los cuatro años subsiguientes a 1725, particularmente el día 27 de junio cuando se colocó la primera piedra, un gran esfuerzo, al acordarse el pago de una contribución voluntaria de un real (doce centavos y medio) por cada marco de plata que se extrajera de las minas del Corregimiento de Chihuahua.

Además, los productores debían pagar 7 granos y cinco restantes los mercaderes fijos y ambulantes que se ocuparan de rescatar platas o las recibieran en pago de mercancías.

El citado impuesto debería cubrirse durante un periodo de cuatro años, que se consideraron necesarios para concluir la obra, pero, más tarde se amplió el plazo por todo el tiempo necesario para que se terminaran los templos de Chihuahua y Aquiles Serdán, con excepción de las torres. 

Este pago voluntario intentó ser desviado del propósito original, para ser destinado el recurso a la guerra contra los apaches y comanches, por lo que dejó de ser del agrado de los ciudadanos, de los diputados y hasta del Ayuntamiento, pero finalmente se rectificó la orden.

De acuerdo con los historiadores, Francisco R. Almada y José María Ponce de León, después de haberse hecho todos los preparativos correspondientes, se aprovechó la visita del obispo Benito Crespo y Monroy para que se colocara la primera piedra de lo que sería un nuevo y majestuoso templo.

Las primeras campanas fueron vaciadas en 1730 por el fundidor Nicolás Gómez de la Ganzeda, y se instalaron en horcones frente del frontispicio y permanecieron allí más de 50 años, hasta que fueron subidas, junto con otras más, a las torres por el mallorquino Melchor Guaspe.

Con una altura de 40 metros sobre el nivel del suelo, las torres de la Catedral de Chihuahua son consideradas únicas entre todas las obras barrocas novohispanas, por su originalidad y esbeltez.

Las torres contienen 22 campanas, del total de 24 con que cuenta la Catedral;  13 están ubicadas en la torre norte —siendo seis de ellas, esquilones— y son las más antiguas.  En esta torre se encuentra la campana horadada por una bala de cañón el 25 de marzo de 1866.

La mayor parte de las nueve campanas que alberga la torre sur, fueron colocadas en 1941, como parte de las celebraciones del Primer Congreso Eucarístico Diocesano que conmemoraba el quincuagésimo aniversario de la erección de la Diócesis de Chihuahua; asimismo, alberga la más reciente campana, elevada el 2 de agosto de 1991, esta vez para celebrar el centenario de la Diócesis.

Trabajó temporalmente en la dirección de las obras el escultor Juan Ventura, quien falleció en 1736 y le sucedió el maestro de alarife Manuel de los Santos, contratado ex profeso en la ciudad de Guadalajara, que todavía aparecía en su puesto en 1746, y era auxiliado por el cantero Cristóbal de Villa.

En los años de 1750 a 1755, figuró Nicolás Núñez como director de la construcción.

La recaudación del impuesto voluntario de un real por cada marco de plata se hizo efectivo sin interrupción hasta el 17 de junio de 1753, cuando se reunieron en junta las autoridades y vecinos.  Se tomó el acuerdo de suspender el cobro de dicho impuesto, considerando que la cantidad que había en existencia era suficiente para concluir las parroquias de Chihuahua y Santa Eulalia (Aquiles Serdán) y que más tarde, si faltaban fondos, se restableciera el impuesto, comprendiendo en sus productos la posibilidad de auxiliar a los religiosos de la Compañía de Jesús para que pudieran concluir el colegio de Nuestra Señora de Loreto. 

Los cálculos anteriores resultaron equivocados, pues el fondo que había en existencia no alcanzó para terminar las torres de la actual Catedral, la iglesia de Santa Eulalia y los anexos de la primera.

Además, faltaban adornos y paramentos necesarios.  Por esta causa, se celebró una nueva junta el 6 de noviembre de 1755, en la que se tomó el acuerdo de restablecer el cobro del impuesto del real, hasta que se hubieran terminando totalmente la obras anteriores, bajo la condición de que a los fondos recabados por este concepto, no podía dárseles otra inversión que la señalada. La audiencia de Guadalajara sancionó el acuerdo en nombre del rey de España.

El impuesto voluntario de un real se recaudó hasta el año de 1829 en que se terminó la iglesia de Aquiles Serdán; arrojó un total poco mayor de 900 mil pesos, en tanto que la decoración interior de la actual Catedral y el órgano monumental, se habían terminando tres años antes.  

La construcción de la Catedral fue terminada hasta el año de 1826.

En el año de 1800, el visitador general del obispado de Durango, Pedro Millán Rodríguez, estuvo en la Villa de Chihuahua y en el desempeño de su misión, efectuó un inventario de la Catedral Metropolitana, que a continuación se reproducimos:

Iglesia parroquial.  Es un cañón de piedra y mezcla  con tres naves, la principal de 58 varas y media, siete de ancho y 18 de altura; las otras de 45 varas de largo, 6.5 de ancho y 11 de altura.

En aquellos años tenía piso de madera, y techo de bóveda, cimborrio con  linternillas, dos torres de cantera con seis campanas y una esquina, todo de mayor a menor, puerta principal al norte, dos dichas en los costados de oriente y poniente, todas con portadas decentes, 21 ventanas, que le dan luz suficiente y atrio decente de piedra y mezcla. 

Altar Mayor.  Es colateral de cantería, en el medio tiene un nicho en donde está colocado San Francisco, como de dos varas de alto, a los lados dos nichos y en ellos San Felipe y Santiago. 

Por corona del altar está un crucifijo, con el título del Señor de nogal, y tres efigies de cantera a los lados que representan la Fe, la Esperanza y la Caridad. Por pie de altar, están dos mesas de cantería y otra de madera, y sobre ellas un sagrario de cantería, alfombra decente y campanilla.

Altar del Señor San José.  Es colateral de cantería, enmedio tiene un nicho y en él está colocado un San José de bulto, como de dos varas y tres nichos a los lados, donde están nuestra Señora de Regla, San Pedro y la Resurrección. 

Tiene repisón de piedra de cantería y sobre él un nicho de cantería dorada con vidrios al frente, donde está Nuestra Señora de Guadalupe, dos blandones de bronce, atril de madera, dos evangelios, cruz de madera, alfombra y campanita.

Altar de San Juan Nepomuceno.  Es un retablo que alcanza el alto del cañón, donde están pintados San Juan Nepomuceno, San Felipe Neri, los cuatro doctores, el patrocinio de San José y sus desposorios. 

Al pie está una mesa de madera y sobre ella una ara, un San Juan Nepomuceno de bulto como de dos varas, un San Francisco y de como una vara dos gradas de madera, un atril, palabrera, dos evangelios, cruz de madera pequeña, frontal de cotense pintado, tarima, alfombra y campanita.

Capilla del Señor de Mapimí.  Es de seis varas cuadradas, tiene techo de bóveda, piso de losa, una ventana que le da luz suficiente, un barandal de madera que la divide y un altar compuesto de colateral pequeño de madera dorada que en el medio tiene un nicho de vidrio al frente y en él colocada una  imagen del Santo Cristo Crucificado, con el título de Señor de Mapimí.

A los lados, los tres cuadros de la Santísima Trinidad, Nuestra Señora de los Dolores y señor San José; al pie, un sagrario frontal de madera pintado, dos candelabros de bronce, alfombra y campanita.

Bautisterio.  Es una pieza de seis varas cuadradas con una ventana y una alacena, tiene techo de bóveda y piso de mampostería, lo adorna un cuadro de San Juan Bautista, dos tibores de China para agua consagrada y una pila de cantería compeana, puesta enmedio.

Presbiterio.  Está adornado de dos bancas de cedro con cojines de badana, tres sillas forradas de terciopelo, dos pedestales de cantería para ciriales, dos bancos con gradas, una mesita, un facistol, todo de madera, dos petates grandes y un barandal de comulgatorio de madera. 

Cuerpo de iglesia.  Está adornado con 15 cuadros que representan la pasión de Cristo, un nicho de tres varas de San Cristóbal, un madero pintado de verde, seis bancas de madera, cinco confesionarios de madera, un púlpito con escala y torna voz de madera, un coro de barandal de cantería y en él dos órganos, uno bueno y otro descompuesto, cuatro facistoles y un cancel de madera en la puerta principal.

Sacristía.  Es una pieza de 14 varas de largo, 8 de ancho y con el alto regular, con un piso de cantería, hecho de bóveda, puerta al cuerpo de la iglesia y una ventana con volado de hierro, la que da luz suficiente. 

La adorna una efigie de San José de dos varas, de Guadalupe, del Señor crucificado y de san Felipe Neri, dos dichas de María Santísima, una alacena, una pila de agua bautismal, una mesa grande de madera, una banca de madera con un cajón, un gotero de madera para paños de mano, una mesita de altar portátil, otra banca, tres sillas de madera, una banca para ciriales, nueve cámaras, un cajón de ornamentos y dos de vestuario.

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