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Entrevista con Blanca Magrassi de Álvarez: fueron golpes y golpes, año tras año, dice

Chihuahua.- Con 90 años a cuestas y una larguísima vida en la educación y la política, Doña Blanquita, como le dicen en el PAN, sintetiza en pocas palabras la trayectoria...
  • Por José Oswaldo
Entrevista con Blanca Magrassi de Álvarez: fueron golpes y golpes, año tras año, dice

Chihuahua (Carlos Hernández, martes 18 de febrero 2014).- Con 90 años a cuestas y una larguísima vida en la educación y la política, Doña Blanquita, como le dicen en el PAN, sintetiza en pocas palabras la trayectoria suya y la de su esposo, Luis Héctor Álvarez.

“Ha sido difícil, ha habido experiencias dolorosas a lo largo del tiempo. Golpes y golpes y más golpes, pero seguimos en la política”, expresa.

Para subrayar, cierra el puño de su mano derecha y martillea en el aire. Su voz se eleva de tono y sus ojos, intensamente abiertos –muy parecidos a los de la actriz Ana Martin- miran sin parpadear.

La entrevista para La Opción de Chihuahua se desarrolló el sábado pasado, en las instalaciones de su escuela, Elizabeth Setton (atrás del Hospital Cima) en la cual está inscrita, también, la huella de su vida.

Blanca Magrassi Scagno mide muy bien sus respuestas. No las suelta de oquis, no echa rollos verbales ni entrega su mente a preguntas simples. No da de más.

Sicóloga, al fin y al cabo, escanea en forma instantánea a los dos entrevistadores, estudia rápidamente cada pregunta y responde brevemente.

Al grano, se diría.

Esto provoca que la entrevista, en realidad, se convierta en una amena conversación sobre su vida y su paso por la educación y la política.

Por eso, entonces, hay que preguntarle, de esos dolorosos golpes que refiere, cuál dejó una marca más honda. Y sin dudar, contesta:

“El ayuno de 1986”, indica.

Y recuerda que, algún médico, amigo de la familia, le sugirió mentalizarse para el momento en que Luis Héctor Álvarez, su esposo, perdiera el conocimiento.

Mira la política como una actividad bastante intensa, pero reconoce que ella llena sus expectativas al trabajar con niños.

“La educación me satisfacía. Yo soy psicóloga educativa”, señala.

No se considera líder de la política, en cambio sí a su marido Luis H. Álvarez. “Yo lo seguía, pero también tuve muchas oportunidades.  Fui  candidata a diputada local, fui candidata a senadora… claro que nunca gané, verdad” dice y sonríe.

El correr del agua de una pequeña fuente, instalada en su oficina, en la dirección de la escuela, se escucha como fondo de la plática.

En ese lugar, el de la cita, está también sentado Don Luis H. Álvarez, ícono del panismo, con un libro entre sus manos.

Se pone de pie, ceremonioso, como ha sido siempre. Saluda y, al saber que se le hará una entrevista a Blanquita, se sale.

Pero antes, a manera de broma, susurra a los reporteros:

-Tengan cuidado.

Y Blanca Magrassi habla sobre su relación con Don Luis.

“He sido compañera, he sido miembro activo del partido, ahora menos que cuando estaba más joven; ya no tengo muchas energías para hacer todo lo que hacía, pero siempre he estado junto a él”, sentencia.

-Ha sido difícil, ha habido experiencias dolorosas a lo largo del tiempo golpes y golpes y más golpes, pero seguimos en la política.

Y añade:

“Aunque yo no fui líder político, mi marido sí, y yo lo seguía. Tuve muchas oportunidades, fui candidata a diputada local, fui candidata a senadora, claro que nunca gané verdad”.

Sin embargo, su legado en la política ha dejado un resultado tangible. En breve saldrá a la luz pública Amor a la Enseñanza, un libro de Silvia González.

-A mí me vino a entrevistar. Le presté retratos y platicamos mucho y de acuerdo a todas estas cosas, ella escribió el libro.

A mí me sorprendió muchísimo  porque yo nunca esperaba que fuera a escribir un libro después de nuestras conversaciones.

-¿No la conocía usted a ella, a Silvia González?

-Tal vez si la conocía, pero no profundamente, verdad, la conocía superficialmente.

-¿Sobre qué versa el libro?

-Sobre mi vida. Desde chiquita, le di un retrato mío de los seis años y allí empieza toda la narración que obtuvo, toda esa información en conversaciones conmigo.

El libro consta de 21 capítulos y fue prologado por la propia autora. La presentación corrió a cargo de Juan Molinar Horcasitas, Director General de la Fundación Rafael Preciado Hernández, con un tiraje de mil ejemplares.

El interés de la autora para escribir este libro surgió, precisamente, en el año de 1986, durante la huelga de hambre de Don Luis.

-¿Cómo fue que ella se contactó con usted?

No tengo idea. Ella llegó aquí conmigo y me dijo: quiero hacerle una entrevista, para escribir un libro. Ella es una mujer muy activa y ha tenido muchas oportunidades de hacer muchas cosas.

“A mí me sorprende que se haya interesado en mí sin conocer mi vida”, dice.

La señora Magrasi está sentada frente a nosotros. Una mesa de centro, con algunos detalles sobre el vidrio, nos separa. Hay piñas de pino, un dispensador de pañuelo desechables y una canasta con dulces.

Viste de traje sastre, elegante, siempre. Es de color gris, combinado con una blusa color melón. Usa poco maquillaje en su rostro.

El reportero inquiere sobre el mismo punto.

-¿Por qué le sorprende, Doña Blanca?

-Pues porque no me imagino cuál es el interés. Cuando yo me enteré, fue cuando vi el libro. Ella me pidió fotografías y yo le entregue un montón de fotografías y esas fotografías las incorporó al libro.

-Supongo que el libro tiene contenidos de algunas de sus facetas que ha tenido usted como educadora, como mujer del PAN, como esposa de un conocido político, como madre de familia, ¿cuáles aborda?

-Todo. Todo aborda.

-¿Cuál es la que más le gusta a usted?

-No sé, a mí me sorprende. Es cierto, verdad, pero me sorprende.

-¿Que haya interés en los líderes de la comunidad?

-No en los líderes de la comunidad, en mí.

-¿No se siente usted líder?

-Pues no es una muy consciente. Ahora van pasando los años, uno va aprovechando muchas oportunidades y luego llega una etapa en que uno está viejito y entonces haga de cuenta que va uno subiendo y de repente va uno bajando…

 “Tener  muchos años no es muy acogedor”, dice.

Esta declaración de reconocimiento lleva a la siguiente pregunta.

-¿A que ha dedicado su vida?

-A la educación y también a la política -responde, con un chispazo de entusiasmo en su voz y en sus ojos.

La entrevista se aleja de la política por el momento  para concentrarse en la educación.

-¿Cuál es el manejo que el gobierno le ha dado a la educación?

-A mí me da la impresión de que el gobierno está cayendo en la cuenta de lo que hay qué hacer, era una autoridad muy dura, mucho regaño, mucho castigo y grito.

-¿Esa misma autoridad le tocó a usted y a su esposo que gobernara al país durante su trayectoria política?

-Pues sí, era una época difícil: pegándole y pegándole a la autoridad, había un muro imposible de tumbar y bueno yo a veces me sorprendo de nuestro afán y dedicación, a dale y dale, y dale de golpes.

-¿El muro se tumbó?, se le pregunta.

-A ratitos, yo creo que es otra cosa, creo que es mejor el muro, es natural que si usted ha tenido en su casa un muro, si lo tumba poquito, al rato lo vuelve a levantar.

-¿Para bien?

-Para bien, ahora con nuestro Presidente de la República: yo veo en él a una persona agradable, una persona que por lo menos presenta una actitud de mejoría y es lo que como Presidente de la República puede hacer para que México crezca y florezca.

-¿Hablan con él ustedes?

-No. Digo, si alguna  vez estamos en alguna reunión, en una actividad con mucha gente, pues nos saludamos, pero de una relación directa con él, pues no.

-¿Ve en la educación los mayores problemas de México?

-Así es,  pero tienen solución. Claro que sí, lo que pasa es que es un trabajo intenso y es un trabajo continuo, porque son cosas que nunca se acaban.

“La educación es hermosa, el hacer que los niños sean felices que aprendan contentos, que disfruten. Desafortunadamente en algunas escuelas no lo hacen, por regaño, por castigos, por represiones y eso es doloroso”, señala con la mano levantada y el puño cerrado.

Sabiendo qué hacer, se vuelve menos complicado. “Aquí por ejemplo, nuestras maestras tienen una vida muy agradable y ellas han aprendido a manejar las situaciones. Los niños se portan muy bien y gozan. Tienen mucha libertad, es muy interesante”.

Dice que la escuela Elizabeth Seton no posee un modelo único, sino que ha sido conformado con mezclas de otros, de distintos lugares.

“Pero la educación en el colegio es dedicada, alegre, controlada,”, subraya.

Y presume que el Elizabeth Seton cumple su 20 aniversario este año del 2014.

Recuerda que, haber viajado para estudiar modelos educativos,  le permitió conocer cuál era la necesidad escolar de su ciudad.

“Visité muchas escuelas en Estados Unidos y hasta en Francia, vinieron personas aquí y en Europa estuve en Italia visitando escuelas y fui sacando cosas y eso es lo que formé ahora”, comenta.

La política con alma de educadora y la educadora con experiencia de política asegura que tiene mucho que ver lo que es la formación del estudiante con lo que debe ser la de un ciudadano.

“El ciudadano debe ser feliz en la vida, se tiene que hallar gente con vocación y los que no aprenden no tienen lugar aquí y ellos se sienten que no tienen lugar”, comenta.

-De los golpes y los logros ¿cuál podría destacar?

-De los golpes, pues cuántos años llevamos que era golpe tras golpe tras golpe, advierte.

-¿Cuál recuerda más?

-Recuerdo que el ayuno de 1986 fue un año de sufrir. Fue tremendo, y yo me hacía guaje.  Todo está bien, todo está bien, me decía.

En algún momento, un amigo médico que vive en El Paso y venía a vernos cada fin de semana, me dijo: ¿usted ya pensó que va a llegar un momento en que su esposo pierda el conocimiento porque no puede pasar tanto tiempo así?

“Haga de cuenta de que me dieron un golpe muy fuerte y me dije, ah caray, yo no había pensado en eso. No se me había ocurrido que eso podría suceder y a partir de entonces yo me preocupé”, recuerda.

Pero creo que al poco tiempo decidió levantar el ayuno. Pero él había adelgazado mucho, estaba muy débil y lo llevamos al hospital. Cuando terminó, alguien le dio un jugo de piña de lata y por tantito y se muere. ¿Se imagina? ¡un jugo de lata!, recuerda con precisión.

-¿Usted influyó en la decisión de él?

Se repone y responde unos segundos después.

-Pues no sé si influí, que yo lo aconsejara no, pero que yo aceptara sus decisiones, sí. Bueno, yo lo que quería era que la levantara y cuando lo hizo, aleluya.

Sonríe nuevamente.

-¿Por qué levantó la huelga?

-Algunas visitas de personas que le decían cuál era la razón por la cual el debería levantar el ayuno, y una de esas era que él tenía que lograr algo, él tenía que hacer algo y que al estar allí no estaba haciendo nada. Eso fue lo que hizo que  él cambiara.

-¿Uno de esos personajes fue Heberto Castillo?, se le cuestiona.

-Si, fue Heberto Castillo, fue uno de los que influyó en él.

-Volviendo la vista atrás, ¿hubo logros?

-Si como no. Hubo grandes logros, habíamos tenido una elección que habíamos ganado pero que no nos habían reconocido y en la próxima elección, la ganamos, en el 92.

-¿Su esposo pudo ser gobernador?

-Fue candidato pero en ese momento, cuando fue alcalde al mismo tiempo que Francisco Barrio; pero como él se lanzó, mi esposo se hizo a un lado.  Él es muy respetuoso y cuidadoso.

La entrevista, se realizó un día después del 14 de febrero, y la festividad obligó a una pregunta que reveló a una mujer completamente enamorada de su pareja, pero además descubre su secreto para mantener su amor a pesar de las adversidades.

-¿Cómo pasó el 14 de febrero?

-Ni cuenta nos dimos- responde con una sincera risa.

Estábamos en México y regresamos en el vuelo de las 3 de la tarde.

-No es necesario recordar fechas porque lo viven a diario –se le comenta. Y luego, otra pregunta:

-¿Sigue enamorada de su esposo?

-Sí, responde de inmediato.

-¿Cómo define ahora el amor?

-Es un amor tan profundo, tan intenso y tan regular que realmente pues allí está. Nosotros tenemos 69 años de casados y cada día nos queremos más.

 Tenemos dos hijos un hombre y una mujer. Tenemos de  5 nietos y dos bisnietos y si me tardo un ratito, hasta voy a tener tataranietos. Si me porto bien me van a tocar, declara medio divertida.

-¿Cuál es la receta para durar tantos años?

-Yo creo que la receta es saber manejar las relaciones. Recuerdo cuando tenía dos años de casada, no sé si lo escuché en el radio o lo leí en algún lado, que decía que para que haya un pleito se necesitan dos.

Nunca hay pleitos si nada más uno se enoja, entonces yo seguí ese consejo y se acabaron los pleitos.

En la vida siempre hay piedras con las que tropieza uno. Una cosa es que se ponga a discutir con su pareja de la cosa que pasó o bien no discutir. Cuando ya todo está tranquilo usted puede tratar el asunto.

-¿Ese es el secreto, no tomar decisiones en la cresta de la ola?

-Sí, cuando todo se calme hablamos.

-Así es también Don Luis?

-Ya aprendió.

Yo creo que Luis fue un excelente presidente municipal, entregó su vida y le fue muy bien, él disfrutó mucho,  se dedicó a servir a los demás.

-¿Se siento satisfecha de lo que ha logrado?

-Sí. Yo tengo bien claro que en una época iba subiendo y luego llegan los años y empieza a bajar, ahora es el legado.

“He sido compañera de mi esposo desde que descubrió que había que trabajar por México y empezó a trabajar en la política cuando había ceros, cuando realmente trabajamos en la nada.

Después de 10, 15, 20, 30 40 años comenzamos a trabajar.

Ha sido difícil ha habido experiencias dolorosas a lo largo del tiempo golpes y golpes y más golpes pero seguimos en la política.

-¿Por qué atribuye que seguían en la batalla?

-Porque nos interesaba México, porque sabíamos que teníamos que conseguir un mejor gobierno y creo que uno adquiere ciertas actitudes de no permitir que lo aplasten a uno. De darle pelea.

-¿Están retirados de la actividad de Acción Nacional en el estado?, vuelve el tema de la política.

-No retirados, pero no estamos activos, ciertamente.

-¿Lo que está sucediendo ahora lo ven de lejecitos?

-A veces ni lo vemos- responde.

Se cuestiona el tema de moda, tanto a nivel nacional como estatal. Las sucesiones del PAN.

-¿Le gusta la idea de la reelección de Gustavo Madero?

-No, no me gustaría que se reeligiera.  Yo pienso que necesitamos, siempre, necesitamos tener renovaciones, creo que es bueno cambiar.

Creo que ya es tiempo de que una mujer gobierne, como que no es algo muy fácil para los mexicanos, no lo aceptamos.  En muchos países Sudamérica y Alemania, tienen, e incluso las reeligen.

Sabe de lo que habla.

-¿No le gusta la figura de la reelección o por la persona de Gustavo Madero?, se insiste.

-Yo creo que porque cada vez que hay reelección es porque la persona se lo merece, por eso la gente vota por ella, pero en este caso no en el PAN nacional

Tal vez queremos algo nuevo, no que no lo merezca, verdad, pero se necesita algo nuevo.

-¿Usted se ha impuesto la tarea de ser representante de partido en casillas?

-Me siento obligada.

Después de algunos segundos de silencio aprovecha la repentina mudez de los periodistas y agrega una observación.

-Oiga, a propósito de nuestro proceso local.  Yo creo que Mario Vázquez es una persona que ha hecho un buen trabajo, que se ha entregado. Yo lo conozco, pero muy superficialmente, no lo conozco de fondo, pero sé que es una persona muy amable y muy entregada.

-En resumen, ¿se siente satisfecha y agradecida con la vida?

Sí, soy feliz, pero lo más importante en mi vida, creo que ha sido mi selección de compañero, porque hemos tenido una relación muy  agradable, muy profunda y hemos disfrutado muchísimo de la vida juntos.

La entrevista concluye así, pero la experimentada mujer saca su alma docente y hace la invitación a conocer las instalaciones de la escuela. Enfatiza que tiene los grados de jardín de niños, primaria, secundaria e incluso ofrecen algunas licenciaturas, y hasta maestrías.

Para ella y su equipo de maestras la educación debe ser fácil, divertida pero organizada y comenta como todos sus alumnos son ordenados. “Si usted viene en el recreo,  hasta parece que no hay nadie en la escuela, de lo tranquilos y obedientes que son los alumnos.

El recorrido concluye en la biblioteca, después de conocer los salones con su baño particular y cocineta cada uno. Se trata de una escuela con todas las necesidades cubiertas.

Al final, sale Don Luis H. Álvarez, para tomarles una foto juntos.

-Ven, viejito, vamos a tomarnos una foto –le dice Blanquita.

-¿Vamos a tomarnos una foto? ¿Tú a mí y yo a ti? –dice, con humor, Álvarez.

Y la entrevista concluye, con la imagen de ambos, abrazados, posando para la cámara.

Siempre juntos.

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