Opinión

El flagelo terrorista

  • Por José Oswaldo
El flagelo terrorista

Por Carlos Jaramillo Vela

Los atentados perpetrados el 13 de Noviembre de 2015, en París, Francia, por la organización yihadista Estado Islámico, con un saldo de 137 personas muertas y 415 heridas, han vuelto a colocar en estado de alerta al mundo entero. Hoy, con tal acto terrorista se ha refrendado la necesidad de fortalecer las medidas de seguridad en todos los países, con especial énfasis en las naciones de cuya preponderancia política, económica y militar dependen en buena medida el orden y la estabilidad mundiales.

Las instalaciones públicas y privadas de cualquier lugar del orbe se hallan hoy amenazadas. Ha quedado demostrada una vez más la vulnerabilidad de las naciones frente a las agresiones sorpresivas de las organizaciones terroristas. El derribo de las Torres Gemelas, en Nueva York, así como el ataque al edificio del Pentágono, en Virginia, Estados Unidos, efectuados por el terrorismo internacional en Septiembre del año 2001, constituyeron un hito en la historia de la seguridad mundial, que indicó a la comunidad internacional el grave riesgo en el que hoy se halla inmersa. Ahora, los atentados de París ratifican el peligro permanente que representan los grupos terroristas para la seguridad, el orden y la estabilidad del mundo.

No es poca cosa lo ocurrido en Francia, ni tampoco son despreciables la capacidad logística y organizativa, así como la brutalidad mostrada por las organizaciones terroristas como el Estado Islámico, que en los últimos años se hizo notar a nivel mundial por la extrema crueldad con la que ejecutó y videograbó la decapitación varios prisioneros de diversas nacionalidades, haciendo circular por internet las atroces imágenes.

Ayer fueron los centros económico y militar de los Estados Unidos, hoy tocó al corazón turístico de Francia ser el blanco de los ataques engendrados por el odio, la perversidad y el fanatismo. No sabemos cuál será mañana el objetivo físico hacia el que se dirigirán las acciones del terrorismo, pero lo cierto es que el mundo se halla bajo un permanente estado de zozobra. Siendo Francia un país que tiene entre sus principales fuentes de ingresos al turismo, resulta evidente el daño económico que los atentados implicaron, más allá de las lamentables pérdidas humanas y materiales ya conocidas.

Hoy, la infraestructura hidráulica, energética y de comunicaciones, tal como presas, fuentes de suministro de agua potable, pozos petroleros, puertos marítimos, aeropuertos; así como las instalaciones de las sedes diplomáticas, financieras y culturales de las principales capitales del mundo, están de nuevo amenazadas por el flagelo terrorista. Lo mismo puede decirse de los grandes establecimientos industriales, comerciales, educativos o recreativos de índole privado, pues ante las cada vez más arteras y sofisticadas formas de agredir del terrorismo internacional, es difícil prever y evitar los atentados.

El mundo ha cambiado. Hoy es más frágil e inseguro que antes. El terrorismo ha afrentado a los gobiernos y a la Organización de las Naciones Unidas, obligándolos a revisar los actuales sistemas jurídicos y protocolos inherentes a la seguridad internacional. Sin duda, en los siguientes años el mundo será testigo de un endurecimiento radical en las medidas preventivas contra el terrorismo.

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