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Crónica: pero antes como antes y ahora como ahora...

Por Osbaldo Salvador Ang.- Oficialmente el evento empezaba a las 10:30 pero desde las nueve horas flotaba en el ambiente un olor a negocia. Sábado nublado, lluvioso y frío en la intemperie,...
  • Por José Oswaldo

Saludando

Saludando

Beltrones

Beltrones

Durante el recorrido

Durante el recorrido

Durante el evento

Durante el evento

Manlio

Manlio

Javier Garfio, Graciela Ortiz, Héctor Murguía, Lilia Merodio y Enrique Serrano

Javier Garfio, Graciela Ortiz, Héctor Murguía, Lilia Merodio y Enrique Serrano

En las nuevas instalaciones

En las nuevas instalaciones

Prensa

Prensa

Invitados

Invitados

Por Osbaldo Salvador Ang.- Oficialmente el evento empezaba a las 10:30 pero desde las nueve horas flotaba en el ambiente un olor a negocia.

Sábado nublado, lluvioso y frío en la intemperie, pero caluroso adentro.

Calor y olor a negociación. Política.

Para empezar, todos llegaron con un chaleco rojo, de la marca.

“En el PRI, la unidad es a chaleco”, dijo alguien.

-Pero que no le busquen las mangas -completó otro.

Rieron.

El ambiente era festivo.

La gente de los grupos invadió el nuevo edificio, ubicado en Melchor Guaspe y calle 22, allá en la colonia Dale.

Las calles se inundaron de autos y los agentes de transito no se daban a basto para acomodarlos.

Empezó puntual.

En el presidium no faltó nadie. Los que debían estar, por representación.

Fue un duelo de discursos entre Duarte y Manlio Fabio, pues ambos sacaron a relucir sus mejores conceptos, sus mejores frases.

Ante ellos, cualquiera se veía chiquito.

Los aspirantes a gobernador, que en ocasiones andan muy arriba, ahí andaban muy abajo.

Andaban reconociendo que los lagartos vuelan.

En dos palabras, Manlio Fabio definió el estado de cosas y disipó la nebulosa: lealtad y disciplina.

Duarte refirió acuerdos, pero remarcó, con el ejemplo del Indio Cajeme, de Sonora: “somos los mismos de entonces, pero antes como antes y ahora como ahora”.

(algo parecido, pero en antítesis, a Pablo Neruda en sus 20 poemas... nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos)

Ahí sí pintó la raya, marcó épocas y dividió territorios. Uno de sus mejores discursos, sin duda alguna, de toda su época como político.

“Estamos hablando en tierra de labriegos”, dijo el gobernador, también con su chaleco rojo.

Sus frases, sin echar rollo periodístico:

“Estamos preparados para darles postre”, dijo, en referencia a los que solo saben desdeñar (la oposición).

“No con grillas baratas que buscan confundir”, remarcó.

“Sabemos que la disciplina y la cohesión son elementales para para ser exitosos”, indicó.

“La militancia se respeta pero también debemos respetar la militancia”, expresó.

“Todos cabemos, somos importantes, todos somos necesarios, pero ninguno indispensable”.

“Soplan vientos de renovación”, como diría Emilio Gamboa, el pastor del rebaño senatorial.

“Que nadie se sienta decepcionado y nade sienta el espacio para agandallar a nadie”, dijo.

Luego siguió Manlio.

Con su voz sonorense y su aplomo de gran político. Seguro, conceptual, conciliador pero enérgico, con rumbo.

El PRI inaugura oficinas y arranca trabajos hacia el futuro, dijo, sin rodeos, al estilo norteño.

Algo les ha dado el PRI y algo les debe el PRI a todos ustedes, subrayó, para engrandecer a la centenaria institución.

El reconocimiento a Duarte, a su obra, a su gobierno, infaltable, porque Manlio no vino a pintar rayas, sino a borrarlas.

Luego, la exhibición de la unidad y la conciliación:

“Saludamos tanto a nuestro amigo Patricio Martínez como a José Reyes Baeza”, sentenció.

El reportero nota la ausencia de Fernando Baeza Meléndez, el embajador, el amigo del CEN, el de las formas.

Luego, un slogan, por si alguien quiere usarlo en las internas o en las constitucionales: “juntos valemos más”.

-Somos muchos, y muy buenos, ya nos quisieran otros, y muy leales, pero con la audacia del norte -refrendó.

Había 15 ex presidentes del Comité Directivo Estatal del tricolor sentados en primera fila.

Eran baecistas, patricistas, duartistas…

Dos cebollazos de a tonelada: uno para Karina Velázquez, la presidenta del CDE, por la organización del evento y, el otro, para Cristopher James Barousse, el líder nacional de la Red de Jóvenes.

La verdad, se lucieron. Había mil personas adentro y cuatro mil afuera, en su mayoría chavos con tamboras y matracas que hacían sonar con singular alegría.

De Barousse dijo: me lo tienen prestado (¿qué quiso decir?).

El colmillo: “nuestra naturaleza es ir por más”.

Lo grillo: “todos los estados van detrás de Chihuahua viendo al que los encabeza” (en materia penal).

El pacto y el reconocimiento al poder instituído: “Chihuahua Vive y por eso Viva Chihuahua”.

Y esa frase que arrancó aplausos: los del norte aprendemos a la primera (ojalá fuera cierto, pero cayó como una copa de vino en la comida).

En el presidium cinco aspirantes: Chela (junto a Patricio), Lilia (junto a Reyes), Garfio, Teto (muy platicadores, ¿desde cuándo) y Serrano, sereno y rígido.

Marco, abajo.

¿Era mensaje?

A la salida, todo mundo entendió el mensaje: unidad y acuerdos.

¿En torno a quién?

Hablaron del parto.

-Es de Juárez y se le ven lentes al niño -dijo Jorge Gutiérrez Casas.

-Es una niña, preciosa, de ojos negros y grandes -expresó otro.

-No, es una mujer, es una señorona, de la capital del estado -manifestó alguien más.

-La verdad, es de la sierra y trae sombrero -señaló alguien más.

-Nombre, viene de Juárez y es tocayo -rió otro.

-Que no, es de aquí, es un niño chaparrito -manifestó.

Al final, nadie entendió nada, pero cada quien se acomodó las cosas a su manera

Porque, eso sí, salieron muy contentos del evento, felices, motivados, seguros que su gallo es el bueno.

Ya estaría que la política fuera tan fácil para que en un evento se destapara al candidato.

Pero esos momentos, los de la unidad partidista, de los priístas, solo se viven así cada seis años.

A poco no.

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