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Errores de jueces

Chihuahua (Parte 32. Por Héctor Arriaga).- Según los abogados a cargo de la defensa de Sergio Arturo Alba Rojo, la apelación presentada ante el magistrado Armando Orozco Almuina de...
  • Por José Oswaldo

Chihuahua (Parte 32. Por Héctor Arriaga).- Según los abogados a cargo de la defensa de Sergio Arturo Alba Rojo, la apelación presentada ante el magistrado Armando Orozco Almuina de la Primera Sala del STJ contenía alegatos firmes que de ser considerados a cabalidad hubieran permitido el sobreseimiento del caso y establecido la inocencia del sentenciado, lo cual por supuesto claro no ocurrió.

No ocurrió porque el Juez Orozco, igual que su colega Octavio Rodríguez Guzmán del Juzgado Segundo, de buena o de mala fe cometió una terrible falla al momento de emitir su dictamen, lo que le costó a Sergio Armando la prisión casi vitalicia.

En el documento luego de destacar que el magistrado no le dio peso al peritaje de balística presentado por Antonio Coria López y Buenaventura Parra Mendoza, quienes afirmaron que quien realizó los disparos en contra de los cuatro miembros de la familia de los maicitos tendría que ser un tirador experto dudando que lo hubiera hecho Alba Rojo, la defensa alegó que los peritajes presentados por Federico Crisanto Santiago y Jorge Trejo Sandoval, que concordaban con los realizados por Hugo Vique Gutiérrez y Jorge Luis Ortega Luján presentaban fallas.

Textualmente se dijo: “los peritos presentaron un buen dictamen pero salido de la realidad por lo siguiente, a) supuestamente Sergio Alba llegó hablándole a Guadalupe Soto y éste al escuchar su voz salió a la parte de atrás de la casa donde ocurrieron los hechos, hubo un altercado Alba Rojo dispara y además golpea con un tubo al mencionado, luego camina, entra donde la señora ya está gritando, forcejea con ella, le ata al cuello un cordón y otro trapo en el cuello, es atada luego a unas pesas hechizas hasta fallecer probablemente por ello. Guadalupe recibe un balazo en el pecho y Martha dos estando acostada en el suelo totalmente desnuda y con el cuerpo descansando en las palmas de las manos”.

Ante ello la defensa pregunta: “¿es posible que un hombre que pesa 50 kilos y de un metro 50 de estatura, adicto a las drogas enervantes fuera a realizar tal proeza?, porque se está de acuerdo en que el defendido no manejaba cotidianamente armas de fuego ni tenía conocimiento de cómo disparar par acertar como lo hizo el homicida y al mismo tiempo luchar con la occisa Leticia Fierro hasta lograr su muerte?”.

Los defensores cuestionaron la trayectoria de los disparos recibidos por la jovencita asesinada y que ésta apareciera desnuda y colocada en la forma en que fue encontrada por las autoridades.

Lo mismo ocurrió con los estudios sicológicos realizados a Sergio Arturo. Al respecto afirmaron que de ser probable que su conducta fuera agresiva al momento de los estudios que le aplicaron, se explicaba por el hecho de haber sido torturado y acusado de un crimen que no cometió.

Por lo que toca al calificativo aplicado por el Juez Segundo de homicidio cometido con brutal ferocidad y traición, establecieron que tales elementos no se dan en el caso “porque en la declaración que se considera nula no se establece que el procesado haya abatido a los occisos en forma inerme ni tampoco evidenciando un primitivismo sanguinario. Los occisos eran delincuentes reconocidos, incluso Guadalupe Soto había estado varias veces en la penitenciaría y el hijo Guadalupe Soto Fierro estaba procesado por el delito de homicidio”.

Y esclarecen algo vital: “la traición no existe por no encontrarse comprobada la alevosía, ya que no existió la perfidia del agente pues de acuerdo con la supuesta confesión, se encontraba bajo el influjo total de drogas enervantes”.

Otro punto toral fue: “Es además inverosímil que el sentenciado haya cometido los ilícitos por la narración de los hechos y de acuerdo a como ocurrieron los mismos en concordancia con los dictámenes de los médicos legistas y con la fe prejudicial de los cadáveres levantada en el lugar de los hechos”.

Destacaron así que Guadalupe padre presentó pérdida de varios dientes y herida cortante en el labio superior, su hijo marca de pólvora, la hija menor la misma marca “cuando en los dictámenes legistas se contiene que Guadalupe Soto (padre) no presenta signos externos de violencia ni marca de pólvora”.

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