Noticias

Impugnación

  • Por José Oswaldo
Impugnación

Por León Reyes Castro

El PRI no es diferente al resto de los partidos, en cuanto a las derrotas, el país cambió en los elementos sustanciales de su modelo electoral.

Les guste o no México tiene uno de los mejores modelos en cuanto a se seguridad electoral.

¿En qué no ha cambiado? En que aún no se forman los demócratas que honren el modelo.

Me explico: después de la elección federal de 1988, en que el atropello a el FDN que postuló a Cárdenas, hizo insostenible el que el gobierno siguiera controlando las elecciones.

Supongo, parte de los grandes acuerdos con el Salinismo, no con el PRI, fue el modernizar el sistema electoral, actores hubo muchos, a mí por ser Subsecretario de Operación Electoral del PRI, me tocó ser protagonista de algunos de los temas torales del modelo vigente.

No entraré a muchos detalles porque son demasiados temas y demasiado extensos y precaria de superficial al abordarlos sin profundizar en ellos.

Sólo diré que la historia electoral moderna tiene dos épocas y no se parecen absolutamente en nada.

Pero lo que un día fue práctica cotidiana y dio origen a toda una picaresca electoral y a prácticas atrabiliarias propias de un modelo político autoritario y de partido hegemónico.

Se hizo imposible con dos cambios fundamentales.

Se terminó el sistema fraudulento electoral, pero eso no cambió a los actores, ni los hizo demócratas, se instauró un nuevo modelo pero también se heredaron, ahora como mitos y superchería, los términos del pasado.

Los dos cambios fundamentales que impiden y hacen imposible en las casillas cualquier intento de fraude, son el listado nominal con fotografía, las urnas transparentes y la cubanización de los funcionarios de casilla.

Todos los militantes de cualquier partido político que se dediquen a temas electorales, saben que es imposible manipular en una casilla una elección.

Iniciemos: en la casilla actúan como autoridades ciudadanos seleccionados aleatoria mente para dirigir la elección, solamente ellos tienen acceso al material electoral, frecuentemente no se conocen y cuando se conocen son vecinos.

Ahora sí, quien es el valiente, cínico, temerario o pendejo que le dice a los demás: oiga vecino que le parece si por una lanita le echamos una ayudadita al PRI o al partido que en su imaginación quieran, lo menos que le pasaría a ese güey es que mínimo le hacen mala cara o bajito le mientan la madre.

Se me hace muy cabrón que los ciudadanos que entregaron gratuitamente un día de descanso para ser funcionarios de casilla sean una bola de corruptos delincuentes, que por unos pesos se arriesguen a visitar bote, por 5 años sin derecho a fianza, diría el tonto de mi barrio, sí como no, ni que no fuera tan pendejo.

Además esos funcionarios de casilla son vigilados, por los representantes de los partidos, pregunto: quién es el fregón que convence a todos o los corrompe para participar en la población del fraude.

Si esto es difícil, supongo que es más difícil hacerlos pendejos.

El listado nominal con fotografía es otro elemento de seguridad el que llega a votar lo revisan como si fuera El Chapo Guzmán para verificar que es el titular de la credencial de elector.

La urna transparente hace que los primeros electores vean que las urnas están vacías.

El presidente de la casilla entrega las boletas y todo mundo ve.

Se cuentan, se firman, se invalidan, se escrutan, se cuentan, etc.

En el caso concreto de la impugnación del PRI, creo que nadie discute el derecho de presentar la impugnación que se le ocurra, sirve que le da chamba al TEE, lo discutible es su pertinencia política.

Ahora bien, hablan de 170 mil boletas en 4,000, casillas números más, números menos, implica meter 50 boletas por casilla, y 4,000 mapaches, dónde los consiguen, cuánto les pagan, además hay que engañar a más o menos 8 personas por casilla, no jodan ofenden la inteligencia.

Colofón

Me decían algunas priistas de esas furibundas, cuando trataba de explicarle mi visión, “pues mira Coco yo no sé cómo le hicieron pero yo vi cosas muy raras”, “¿Cómo qué?”, le digo, contesta “pues mucha gente votando”, y le digo “pues sí mi amiga, muy raro pero muy real”.

Todo lo anterior no toca el tema de las reales violaciones a la ley electoral, por sirios y troyanos.

O las pendejadas propuestas por trasnochados que viven a mediados del siglo pasado, si algo de lo que narra Froylán Castañeda, hubiera ocurrido estaríamos en las páginas de Le Monde, Le Fígaro y del New York Times.

No digo que no se haya propuesto, sólo que ningún pendejo dijo; yo me aviento ese tiro.

Los incidentes no pasaron de un par de cachetadas de idiotas que necesitan un minuto de gloria en su partido.

De los 650 abogados que atienden la impugnación del PRI, se me hace que le andan buscando chiches a las víboras.

Todo lo escrito es aplicable a cualquier partido político que busque un fraude en las casillas.

Puede ser que se dé en Yanga, Veracruz, en alguna localidad de los Tojolavales, o en la barranca de Urique, pero hasta ahí.

Lo único cierto es que 200 mil priístas que votarán por el PRI, nos dieron una patada en el trasero, ¿Las causas? Es un caso para la araña.