Opinión

Chihuahua… ¿a merced de mercenarios?

  • Por José Oswaldo
Chihuahua… ¿a merced de mercenarios?

Por Carlos Jaramillo Vela

¡Qué pena!. Las instituciones y la sociedad de Chihuahua, y en general el pueblo de México, no merecemos que se atente contra la legalidad, la armonía social, el orden y el respeto, del modo en que el día miércoles 22 de junio de 2016 quedó de manifiesto. Los chihuahuenses nos caracterizamos por el apego a la ley, la civilidad y la razón, en el planteamiento de nuestras demandas sociales y nuestras posturas políticas. Algunos medios informativos han dado a conocer que entre los detenidos por los actos vandálicos cometidos contra el Palacio de Gobierno -que es de todos los mexicanos, y especialmente de nosotros los chihuahuenses-, se encuentran decenas de personas provenientes de estados del sur de nuestra República.

En caso de ser ciertas las afirmaciones periodísticas, las preguntas obligadas son, al menos dos: ¿Quién trajo a esos grupos de mercenarios para que dañaran la casa de los chihuahuenses? ¿Qué objetivo persigue el autor intelectual de tales desmanes, que hoy nos indignan a quienes estamos convencidos de que a través de la sinrazón y la brutalidad jamás será posible construir la convivencia, el progreso y el bienestar a los que legítimamente aspiramos los que amamos a esta tierra?

Argumentaciones, especulaciones, e incluso falsas excusas o pretextos, respecto a los posibles móviles de los deleznables actos que nos han oprobiado a miles de chihuahuenses, las hay, y varias, e incluso puede haber más, pues al fin y al cabo las especulaciones o elucubraciones son sólo eso, y en el ejercicio de la libertad de expresión cada quien puede externar las conjeturas u opiniones que mejor le parezcan, siempre y cuando lo haga con respeto a la ley y a los principios que la moral y la ética aconsejan. Sin embargo, el propósito que nos ocupa no es dilucidar la veracidad o falsedad de las supuestas o reales motivaciones del bochornoso acontecimiento, pues ninguna de ellas, por cierta que haya sido, será jamás razón suficiente para atentar contra la gente y las instituciones de Chihuahua, mediante las arteras, violentas e ilícitas conductas que los agresores asumieron. La intentona de toma del Palacio de Gobierno, se efectuó con premeditación, alevosía y ventaja.

El derecho que tenemos para expresar nuestras ideas, posiciones políticas o inconformidades, no está bajo discusión, es un bien jurídicamente tutelado por el artículo 6º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, mismo que textualmente señala: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público;…”. Es pertinente evocar que lo cortés no quita lo valiente, aún las más airadas protestas, por más justa que pueda ser la causa que las origine, deben hacerse con respeto al derecho de los demás. Recordemos la frase que hizo universal a nuestro ilustre e inmortal compatriota Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.” Chihuahua no es ni puede ser feudo de motines, sediciones o revueltas, ni escenario propicio para las más abyectas o groseras actitudes. Los pobladores e hijos de este Estado nos hemos significado siempre por nuestra altura de miras, tanto en la forma de convivir entre nosotros y con los demás mexicanos, como por la manera de participar en los asuntos políticos, que a todos nos atañen. No debemos permitir que sucesos como el ocurrido el 22 de junio, se repitan; Chihuahua no puede estar sujeta al arbitrio de grupos facciosos, ni a merced de mercenarios. 

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