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Se despide comunidad rarámuri de Erasmo Palma Fernández

Guachochi.- Don Erasmo Palma Fernández, nacido el 10 de agosto de 1928 en la comunidad indígena de Basigochi de Norogachi, entonces Municipio de Batopilas y ahora Guachochi; dejó un...
  • Por José Oswaldo

Guachochi.- Don Erasmo Palma Fernández, nacido el 10 de agosto de 1928 en la comunidad indígena de Basigochi de Norogachi, entonces Municipio de Batopilas y ahora Guachochi; dejó un legado cultural gigantesco, no únicamente para el pueblo Rarámuri, sino para México y el Mundo entero.

Don Erasmo emprendió, el pasado domingo 23 de octubre del 2016, su camino al Rewigachi: el Cielo; donde según la creencia Tarahumara, su Dios “Onorúame”, le espera con los brazos abiertos, tal y como a todos aquellos Rarámuri que brindan su existencia a la conservación de la lengua, su tierra, sus usos, costumbres, cultura y arte.

Poeta, Músico y maestro, al que la comunidad Rarámuri toda, le despide con alto reconocimiento, por defender la verdadera historia de su pueblo; historia que ha fascinado a generaciones enteras, debido a su cosmovisión tan particular del hombre en el mundo, donde las riquezas no se circunscriben al poder del dinero, sino a los recursos naturales, cuidados y respetados como la verdadera prueba de lo divino en esta tierra.

Un hombre de gran talento, que se empeñó en narrar la historia de sus hermanos Rarámuri, a través de la música y de la literatura, con la que por primera vez dio voz a las melodías que por mucho tiempo se interpretaron en la Sierra Tarahumara.

Don Erasmo, logró reconocimientos trascendentales como el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Culturas Populares, otorgado en el año 2002, en manos del entonces presidente de la República, Vicente Fox Quezada. Participó en Cortometrajes, Documentales, creación literaria; con obras como la de “Dibujar el Idioma”, del maestro Enrique Servín y Jairo Sifuentes; “El Ladrón de Violines” de Ángel Estrada Soto y el libro de su autoría “Donde Cantan los Pájaros Chuyacos”, obras en las que se refleja su compromiso de ser portavoz de su cultura ancestral, a la par de la preocupación por conservarla, pese a la pérdida irreversible de su recuerdo en una modernidad que los violenta.

Músico de Violines y Guitarras, siempre le emocionó interpretar las melodías de su pueblo Rarámuri, pues desde temprana edad comenzó a escribir canciones y cuentos basados en una cultura que no plasmaba sus propias historias en el papel.

Su colaboración en la gramática Rarámuri también es innegable, pero sobre todo, el impulso de preservar su legado a través de las voces de los coros que cantan sus composiciones por toda la Sierra Tarahumara, donde el más notable se encuentra en su tierra: Norogachi, el cual incluso ha llegado a cantar en el Palacio Nacional de México.

Como dice el Rarámuri: Don Erasmo se acabó a la edad de 88 años, perdiendo la batalla ante una complicación de las vías respiratorias en la cabecera municipal de Guachochi, donde fue velado durante un día, para posteriormente ser trasladado a donde fuera su casa en Basigochi de Norogachi.

Allí, acompañado de sus seres más cercanos, familiares y amigos, se le brindó la ofrenda de comida, pues según la creencia, así se le ayuda para que en su camino al Rewigachi o Cielo, llegue bien y tranquilo.

Uno a uno, los dolientes saludaban y despedían la cruz que llevaría su sepulcro, con tres vueltas al féretro, pues se dice que el hombre Rarámuri posee tres almas, por lo que pasados tres días después de haberle dado cristiana sepultura, sus familiares celebrarán un Nutema u ofrenda final, para ayudar al alma a subir al cielo.

Entre rostros entristecidos por la irreparable pérdida, una de sus familiares: Marcelina Bustillos Romero, le dijo al inerte cuerpo de su querido Don Erasmo, que su alma se fuera en paz y contenta; que se fuera solo y que no regresara a llevarse a alguien más de la familia.

Lo velaron toda la noche del lunes en esa su casa, le acercaron el Tonare o comida tradicional a base de carne de res, la bebida ritual conocida como Tesguino, el imperdible Pinole, Frutas, Galletas y Pan; todo aquello para alimentar su alma durante el camino, que según las creencias, emprendió ya.

Luego, para el martes, el cuerpo de Don Erasmo fue trasladado a la Iglesia en la Comunidad de Norogachi, llamada “Nuestra Señora del Pilar”, donde los coros de las niñas del Internado, le cantaron sus melodías, las cuales sus hijos y nietos también interpretaron a cada momento.

Allí en la misa, en el último adiós a Don Erasmo, tres sacerdotes: Javier Ávila, Juan Cordero y el Padre “Gallo”, estos dos últimos incluso alumnos del él en la lengua; brindaron la homilía y un sentido mensaje al amigo que se fue. Le despidieron según la tradición católica y también Rarámuri; en su lengua y en la nuestra, con su música, con sus cantos, con su legado.

Lo llevaron después a su última morada, al llamado campo santo de la comunidad de Norogachi, junto a su koyera (un tipo de paliacate que se porta en la cabeza), su bastón y una maleta repleta de pertenencias que usualmente portaba.

Pasarán tres días, para que de nuevo sus seres queridos, se reúnan para realizar en su honor la ceremonia del Nutema u ofrenda final, pues de momento, cada una de sus tres almas de hombre Rarámuri, continúan su camino al Rewigachi.

Con todo el respeto hacia su familia, hacia sus amigos, a todos aquellos que reconocen en Don Erasmo Palma Fernández un hombre sin igual, dedicado en todo momento a preservar la cultura y las creencias Rarámuri; la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, se suma a ese último adiós al Norawa o al Amigo, al Bachí o el hermano mayor; quien sin duda deja un gran legado cultural, artístico y antropológico, que brinda y brindará una voz y un sentido innegable a los llamados “Pies Ligeros”; quienes sin importar el paso del tiempo, de la historia y de la memoria, continúan danzando a su tierra, en el más profundo de los respetos.

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