Opinión

La dictadura imperfecta

  • Por Cynthia
La dictadura imperfecta

Los juristas hablan de una clara “intromisión” y “subordinación” del Congreso y Gobierno del Estado en las recientes acciones que llevaron a renovar la presidencia del Tribunal Superior de Justicia que quedó en manos del magistrado Julio César Jiménez, un hombre plenamente identificado con el gobernador Javier Corral, quien habría empujado en su momento para hacerlo magistrado y ahora elevarlo a esa posición. Con ello se viola dos garantías fundamentales que tanto ha predicado el jefe del Ejecutivo estatal desde su posesión: democracia y respeto irrestricto a la división de poderes. Con lo anterior ni una ni otra se habrían salvado por un indiscutible interés: el poder, auspiciado por ambición, orgullo e intolerancia; cualidades que resultan irónicamente muy antidemocráticas.  

Vamos por partes. Creo que es oportuno hablar primero del antecedente del nuevo presidente del Tribunal Superior de Justicia, Julio César Jiménez Castro, originario de Torreón, Coahuila (a propósito, cumplió 64 años el pasado 13 de noviembre). Su educación profesional la cursó en Chihuahua, capital, y se graduó de la licenciatura de Derecho, por la Universidad Autónoma de Chihuahua en 1973. Asumió la magistratura de la Sexta Sala Civil el 28 de octubre de 1993, justamente cuando dirigía el destino del Gobierno del Estado Francisco Barrio Terrazas, mientras que el ahora gobernador Javier Corral era diputado local, posteriormente fue seleccionado, en enero de 1995 como magistrado de Tribunal Estatal Electoral.

Por lo anterior no es de extrañar que fuera él el designado por Javier Corral para ser presidente del Tribunal Superior de Justicia, creando un traje legal a la medida para que él y sólo él fuera el relevo de Gabriel Sepúlveda Reyes, quien habría entrado del mismo modo en la administración pasada.

Y si el gobernador no tuviera nada qué ver con su nombramiento, como asegura, entonces ¿qué hacía el magistrado en Palacio de Gobierno, saliendo de la oficina del secretario general,  días antes de que se publicara la reforma fast-track que lo impondría como presidente?, junto con él iba el coordinador de la bancada panista Miguel Latorre, sorprendidos por las cámaras de vigilancia del interior del inmueble oficial, video que fue filtrado a los medios de comunicación. No se necesita mucha perspicacia para saberlo, el magistrado era el preferido de Corral (como lo fue en octubre de 1993) para que quedara como titular del TSJE y el otro era el cómplice, ya que fue quien presentó precisamente la reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial para quitar de la presidencia a Gabriel Sepúlveda, lo cual daría pauta para la imposición de Jiménez.

Si en lo jurídico es censurable el procedimiento impulsado por Javier Corral y quienes se coludieron para irrumpir en las decisiones que son propias de los magistrados, como la selección de su presidente, en lo político no puede ser menos que reprobable. Porque, como lo dije en su momento, la intromisión hecha por el gobierno pasado en el aparato judicial, con el pretexto de “oxigenarlo” representaba un abuso de poder, pero sobretodo una violación clara a la división de poderes, que en la misma Constitución queda claro que el Ejecutivo no es más que el Legislativo ni el Judicial, si a caso debe existir coordinación para que entre uno y otro logren objetivos en beneficio de los gobernados; que haya comunicación para que, por ejemplo, en el Congreso se generen las reformas que el Ejecutivo necesita para operar programas, implementar acciones específicas, ampliar sus propias facultades para hacer (no para deshacer), y todo esto debe suceder no por instrucción del segundo sino por colaboración y una entera disposición del primero que es el que legisla para el pueblo; para que el Poder Judicial cuente con las herramientas necesarias para aplicar esa justicia pronta y expedita, nunca a modo del Ministerio Público que depende del Ejecutivo y que se encarga de procurar justicia, el primero debe administrarla y aplicar las sentencias sin la mínima influencia del Ejecutivo, de lo contrario este se convierte en un tirano que tiene todo a su alcance, hasta el de impartir justicia y luego incurre en los excesos, en la antidemocracia.  

Por la manera en que se dieron las cosas, en las que el mismo gobernador presumía en redes sociales la firma del decreto para meter mano en el Tribunal Superior de Justicia, y mandar a imprimir una edición especial del Periódico Oficial del Estado para que entrara de inmediato en vigor el acuerdo emitido por mayoría en el Congreso. Una vez logrado su propósito se alegró y declaró que “era un lujo” tener a un hombre como Julio César Jiménez Castro al frente del Poder Judicial, orgullo que delataba su intromisión. No guardó ni siquiera las formas.

Por todo ello nos debemos preguntar: ¿cual es la diferencia entre el anterior sistema de gobierno que tanto censura Javier Corral en sus discursos y la manera en que él mismo hace las cosas? En ambos casos se aplicó una reforma con calzador para quitar a los magistrados que les estorbaban o en su defecto para imponer los que ellos deseaban. Se modificó la Ley Orgánica para lograr sus propósitos, en ambos casos a petición del gobernador, el presidente impuesto es afín al jefe del Ejecutivo; no hay respeto a la división de poderes, hay franca intromisión, y se puede observar un entramado político cuyo único beneficiado es el propio gobernador.

En realidad sólo hay una diferencia, el color político, tal vez haya formas distintas, pero el objetivo fue el mismo, así que no podrá salir mas adelante el mandatario, en otro asunto, y diga con que ahora sí habrá institucionalidad, respeto a la autonomía del Congreso o del Tribunal Superior de Justicia, porque ya nadie le creerá. Hoy, en las mismas redes sociales que tanto empujó para que sean el medio oficial de gobierno, muchos ciudadanos censuran y echan en cara su proceder, tan parecido a las marrullerías priistas para acrecentar su poder y debilitar a sus opositores.

Lo que pasa es que cuando es oposición (toda su vida lo ha sido menos ahora) el imperio de la ley debe prevalecer por sobre cualquier cosa, pero cuando es gobierno, ahí sí se permite ser pragmático, abusar del fuero, exceder sus límites que la misma ley le marca. O como aquella figura que en otras colaboraciones ya he mencionado: cuando es oposición se muestra como una oveja sin mácula en su exterior, pero ahora que es gobernador saca su verdadero yo, que es el lobo que vive dentro de aquel disfraz que sirvió por décadas para engañar, para pasar desapercibido, hasta hoy que está al frente de una posición de la cual depende, ni mas ni menos, que el destino de todos los chihuahuenses.

Por: Cruz Pérez Cuéllar 

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