1. Nos alegramos con el Dios de la vida que está en el origen de la vida de cada persona. Mas allá de su condición -sana o enferma, infante joven adulta o anciana, rica o pobre, heterosexual o con inclinaciones diferentes, etc- cada persona merece nuestro respeto, cada vida humana es sagrada, desde el vientre de su madre hasta el término natural de su existencia.
2. A cada persona que experimenta alguna discapacidad, no podemos ignorarla, esconderla, abandonarla, explotarla, usarla. Cada persona merece nuestro reconocimiento, respeto y nuestra responsabilidad seria por defender, promover y acompañarla en su discapacidad.
3. Como comunidad cristiana ofrecemos nuestra oración y apoyo a las personas con discapacidad, así como a sus familias.
4. Corresponde a la autoridad civil, promover acciones concretas, sea en educación, salud, trabajo, etc. para sacar adelante a estos hermanos y hermanas, sea en cuestiones legales, judiciales, asi como de seguridad.
5. Una comunidad que ignora o desprecia a los suyos, por el motivo que sea, está condenada al fracaso.
6. Con todas las personas en discapacidad, estamos dispuestos a caminar juntos. Por ellos, con ellos y como ellos.
Parroco Gustavo Enrique Sánchez Prieto