Opinión

El notario de los pobres

  • Por Cynthia
El notario de los pobres

Reyes, Patricio y Lilia: juntos comieron y… ¿definieron el rumbo del CDE PRI?

El adeudo del edificio del TSJ, a Jorge Valles: un compromiso que provoca reflexión.

También Corral y Vázquez Mota… comieron y se fotografiaron.

Armando Herrera: el notario de los pobres.

Muchas interpretaciones se pueden dar a la reciente comida-encuentro que en la capital del país concertaron Reyes Baeza, Patricio Martínez y Lilia Merodio. El exgobernador chihuahuense y funcionario del gabinete del Presidente Enrique Peña Nieto, así como los senadores Martínez -también exmandatario- y Merodio, compartieron mucho más que los alimentos y los buenos deseos para las fiestas del fin de año. Lo que los reunió, -partiendo de la base del origen natal y la filiación política que los identifica- bien podría ser alguna directriz trazada por Enrique Ochoa Reza, líder nacional del PRI, para definir el futuro inmediato de la maquinaria tricolor en Chihuahua. Lo tres, con sus respectivas trayectorias y maneras, tienen lo suyo para estar en el directorio telefónico celular y en el ánimo de los Enriques -Ochoa Reza y Peña Nieto-, pues su influencia política entre las huestes chihuahuenses del Revolucionario Institucional es innegable: Reyes Baeza es hoy el actor político chihuahuense mejor posicionado de cara a la sucesión del CDE, en virtud de liderar al grupo político con mayor organización y fuerza. A Patricio Martínez se le reconoce y respeta tanto por su incondicional lealtad partidista como por sus habilidades empresariales y políticas, mismas que nunca ha dejado de cultivar para estar siempre en el momento y lugar oportunos a la hora de las definiciones trascendentes. Y Lilia Merodio, no sólo se ha erigido en los recientes años como uno de los personajes políticos con mayor presencia y activismo político y social dentro del Estado, sino que además es mujer, lo cual en la actual época de empoderamiento femenino tiene un valor significativo. Aunque los tres experimentados personajes públicos saben convertir su boca en un sepulcro cuando algún periodista les pide tocar temas cuya anticipación puede resultar letal, el desenlace de su reunión pronto se sabrá. ¿O acaso la política se hace en el espacio sideral?

Uno de los temas actuales en la agenda financiera del Estado, del cual se han venido ventilando públicamente algunos detalles, es el millonario adeudo que se debe al empresario Jorge Valles por la construcción del flamante edificio del Tribunal Superior de Justicia. Doscientos millones de pesos no son poca cosa, y menos para una empresa constructora cuya subsistencia depende de los ingresos obtenidos por la prestación de sus servicios. Dicho asunto, que seguramente está en la lista de pendientes que el gobernador Javier Corral tiene sobre su escritorio, no es el único, ni carece de potencial para brincar al terreno político. Así, como ese pasivo de la Ciudad Judicial, existen más casos de contratistas, proveedores y prestadores de servicios que se hallan en la antesala de espera, haciendo fila para recibir los pagos que les permitan solventar una diversidad de deudas y llevar el aguinaldo a sus familias y las de sus trabajadores. En fin… una cadena de repercusiones

socioeconómicas. No obstante la conocida circunstancia de las finanzas estatales, una prolongada demora en los pagos podría agotar la paciencia de los acreedores, generando como efecto colateral adicional un desgastante costo político para la administración. Estas reflexiones, sin duda, ya pasan por la mente de Arturo Fuentes Vélez, Secretario de Hacienda, quien, conocedor de las múltiples aristas que el servicio público presenta, está consciente de que tendrá que laborar horas extras durante las siguientes semanas, para saldar los compromisos del gobierno y salvaguardar la imagen de su jefe.

Y para no quedarse atrás de ese trío de inquietos y emprendedores priístas, también Javier Corral y Josefina Vázquez Mota, también se reunieron, compartieron los alimentos, se tomaron la clásica foto del recuerdo, y la subieron a las redes –la especialidad del marketing político contemporáneo-. Es decir, aunque no en la misma fecha, los panistas estuvieron en el mismo lugar -Ciudad de México-, pero no con la misma gente. ¿De qué hablaron estos personajes de sangre más azul que el mar? Pues, pese a que no han divulgado el correspondiente boletín informativo, no es difícil suponer que el góber chihuahuense y la exfuncionaria federal y ex candidata presidencial hablaron de la situación de su partido frente a la sucesión presidencial que viene. ¿Más detalles? Está bien. Recordemos que a Ricardo Anaya, actual dirigente nacional del panismo, no le han salido del todo bien las cosas frente al bloque conformado por Javier Corral, Gustavo Madero, Rafael Moreno, Margarita Zavala de Calderón y muchos otros actores albiazules, que está metido de lleno en los prolegómenos de las definiciones, ya que algunos de ellos aspiran a “la grande”, y muchos otros aspiran -al menos por ahora- a ayudarle a los aspirantes, para que no se olviden de ellos si la rueda de la fortuna política les sonríe de nuevo. Así pues, no es ilógico pensar que en los temas de la charla sostenida entre el mandatario y la exsecretaria haya figurado la intención de influir en las decisiones de su partido para lograr que la ansiada candidatura recaiga en uno de los suyos. O ¿se juntaron sólo para enviar saludos mutuos a sus respectivas familias, con motivo de las fiestas decembrinas?

El amigo y notario don Armando Herrera Acosta, a quien la vida me dio la oportunidad de conocer en diciembre de 1994, justamente hace 22 años, cuando procedente de Delicias vine a probar suerte a la capital de Chihuahua -y cuyo apoyo hacia el autor de éstas líneas, sin que entonces ni él ni yo lo imagináramos, terminaría convirtiéndose en un afortunado y determinante golpe de timón para el posterior curso de mi vida-, siempre ha sido un hombre de corazón generoso y actitud abierta. Hace unos días, con motivo del desempeño de nuestras sendas responsabilidades profesionales, el estimado licenciado Herrera y un servidor tuvimos una vez más la oportunidad de reunirnos en su oficina, la Notaría Pública número 12 de la Ciudad de Chihuahua -como lo hemos hecho en otras ocasiones a lo largo de más de dos décadas de amistosa relación-, para saludarnos, tratar algún asunto y conversar sobre la historia común que nos vincula. Estando ahí, corroboré la nobleza que siempre he visto en Armando Herrera. Pude ver la bondad y sencillez con las que don Armando ayudó a una humilde madre soltera y vendedora ambulante, comprándole varios de los adornos navideños que ella llegó a ofrecerle frente a su escritorio, donde en esos momentos él y yo charlábamos. También fui

testigo de su cordialidad brindada unos minutos después a tres chiquillos tarahumaras, a quienes luego de abordarlo pidiéndole dinero para comer se les iluminaron sus rostros de alegría al ver cómo el notario les entregaba unos billetes que sacó de su bolsillo para que saciaran sus famélicos estómagos. Ante tal escenario, con el objeto de reconocer sus humanitarios gestos concluí manifestándole al licenciado Herrera que no me cabía duda de que la suya era en verdad una auténtica notaría pública en el más amplio de los sentidos, a lo cual, una de las empleadas que se hallaba con nosotros porque segundos antes mi amigo le había pedido que se acercara para presentármela, respondió corrigiéndome acertadamente: es más que una notaría pública, ¡es la notaría de los pobres!.

Por Carlos Jaramillo Vela.

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