Opinión

Ideario Común 

  • Por Cynthia
Ideario Común 

Por Víctor Luján

Los catch al parties ante la indefinición ideológica

El derroche histórico de la esperanza ciudadana está gestando una percepción muy peligrosa en el imaginario colectivo, una visión maniquea que augura resultados poco halagüeños en la forma de hacer gobierno, de redistribuir la riqueza nacional y de superar los rezagos ancestrales mediante políticas y decisiones públicas que generen desarrollo sostenido, equidad social y crecimiento económico en nuestro país.

Esta “neoideología” enarbola, -y lo hace con justa razón-, el hartazgo social, la animadversión al exponente cinismo de la clase gobernante y la falta de oportunidades no solamente en los tradicionales cinturones de pobreza de los casi 2 millones de kilómetros cuadrados de superficie continental, sino en gran parte de ésta, donde es cada vez más complejo conseguir empleo bien remunerado, liquidar la hipoteca, hacer frente al pago de los servicios básicos, dicho en términos simples, sacar adelante a la familia.

Esta sensación endémica, cuya génesis no es atribuible a una sola persona o partido político, ha elevado el descontento social a niveles históricos; la desesperanza ha invadido a una clase media que cada día trabaja más y le alcanza menos, un segmento poblacional de más de 50 millones de mexicanos sobrevive en condiciones de pobreza multidimensional en contraste con el acaparamiento de la riqueza nacional en pocas manos. Caldo de cultivo para propuestas populistas, carentes de sustento ideológico y viabilidad gubernamental, sin claridad o plataforma de acción, incluso contrarias a los postulados originarios de los propios partidos que las realizan.

La novel competencia por el poder en México, nos ha llevado a la mutación ideológica de los principales actores y partidos políticos. Ahora importa ganar elecciones, mantener la popularidad aún a costa de los principios, de las ideas e ideales que dieron origen a los mismos pesos y contrapesos históricos en el sistema político mexicano; la ambivalencia y falta de claridad de posiciones políticas se han hecho una constante, el debate ideológico ha sido sustituido por el paralelismo mercadológico; la propuesta polisémica y confusa ha desembocado en el divorcio entre los ciudadanos y los partidos políticos.

La ideología política ha sido trocada por los “partidos atrapatodo” (catch all party), cuya cualidad esencial son las agendas coyunturales, la ocurrencia, el simplismo, las propuestas demagógicas, el reclutamiento de cuadros ideológicamente incompatibles; en resumen, el triunfo electoral y los intereses personalísimos para detentar el poder público son el catalizador de esta peligrosa pero real opción que se asoma como una puerta falsa que pretende canalizar el descrédito social hacia las tradicionales doctrinas políticas.

Por esta razón, es menester que los partidos políticos asuman una definición ideológica clara y sistemática, los electores exigen saber la diferencia entre los que aceptan los matrimonios entre personas del mismo sexo y los que lo rechazan, entre los que promueven el libre mercado y los que prefieren las intervención estatal, entre quienes apoyan el uso lúdico de la mariguana y los que se oponen, entre los que prefieren el estado benefactor y los que fincan su plan de trabajo en principios neoliberales.

La vox pópuli reclama la imposición unilateral de agendas distintas a sus principios y formas de pensar, pero a su vez no encuentra en los conductos institucionales una representación genuina a sus intereses que muestre solidez de pensamiento y definición ideológica suficiente para ser opción viable y caudal de sus aspiraciones de convivencia social. La derecha es progresista, la izquierda se alía con la derecha, la social democracia es mera narrativa, los ecologistas trafican influencias, los de centro son de izquierda discursiva y de ultraderecha selectiva. La indefinición ideológica está abriendo el umbral dicotómico: populismo-radicalismo.

En democracia es indispensable respetar cada propuesta, cada plataforma, cada mensaje político, cada plan de desarrollo y agenda legislativa que la pluralidad de nuestro sistema de partidos oferte a las sociedad, pero el corolario de una sistema político que se jacta de ser democrático, se fundamenta en respetar y hacer respetar la elección de la mayoría, como dicen los académicos, generar una democracia con “demos” no sin ellos.

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