Opinión

Lo irreductibles en el ejercicio de gobierno

  • Por Cynthia
Lo irreductibles en el ejercicio de gobierno

Por Víctor Luján

Sería insensible no iniciar esta opinión con un breve comentario sobre los sucesos del fin de semana en el noroeste del estado.  

En los últimos días, nuestra entidad ha vivido y revivido acontecimientos alarmantes que, sin duda, deben hacernos reflexionar de manera objetiva y sin eufemismos -extirpando radicalismos partidarios y personales- sobre los momentos aciagos de inseguridad que sufrimos los chihuahuenses años atrás y que, fueron un trago amargo de la descomposición social que aún deambula en las calles de nuestras ciudades.

Resultaría por demás mezquino endilgar esta problemática a personas, partidos políticos o administraciones. Igualmente, pecaríamos de subjetividad y lisonja al atribuir a algún caudillo la reducción de los índices de violencia en el estado.

Para quienes politizan sobre este tópico, les sugiero un par de cuestionamientos fundamentales que pudieran servir de premisas para su debate: 1. ¿Es objetivo ubicar en el pináculo y atribuir omnipotencia de la lucha contra el crimen a quienes administraron el estado con pragmatismo desbordado y múltiples señalamientos de corrupción política? Y, 2. ¿Tienen la calidad moral para cuestionar las acciones del ejercicio gubernamental 2010-2016 en materia de seguridad quienes se mantuvieron por años fuera de la entidad?

Este pasaje lúgubre que vivimos tiempo atrás -y que intenta volver por sus fueros- lo afrontamos juntos: sociedad y gobierno. Las políticas públicas de prevención y contención del delito jugaron un papel importante, reconocemos su aportación; pero después de algunos meses, pareciera que hemos claudicado, relajado el paso; nuevamente hemos comenzado a repartir culpas sin aportar lo propio. Es tiempo de unión entre chihuahuenses de bien, no podemos, ni debemos, dar tregua a la perversión y arribismo.

Dejando para próximos análisis el tema de la seguridad, es insoslayable referirnos al paro de labores en el COBACH, esto sí atribuible directamente a la administración actual.

En los últimos meses, una práctica reiterada en las políticas estatales ha sido la NO resolución de situaciones propias de la dinámica de las diversas áreas y, en un primer acercamiento, pareciera una política pública (Según Thomas Dye, también hacer nada es política pública) derivada del diagnóstico gubernamental de impertinencia, evaluación y reorientación de las acciones administrativas carentes de eficiencia e impacto social implementadas años atrás. Pero tratándose del sector educativo no ha sido tal la génesis del trato pusilánime y torpe que sus directivos han desempeñado durante la naciente administración.

El Colegio de Bachilleres del Estado de Chihuahua, la institución de educación media superior con mayor matrícula y cobertura, ha sido conducido de manera visceral, poco inteligente y carente de compromiso con el desarrollo integral de los jóvenes de Chihuahua. Como he mencionado en opiniones anteriores, la política educativa es una “política bisagra” articuladora de procesos sociales de desarrollo que van más allá del tiempo áulico. En el Hecho Educativo hay irreductibles que supeditan el orgullo partidista, la soberbia y arrogancia burocrática, las filias personales, las ocurrencias operativas y la justificación sustentada en el pasado.

Las decisiones en el sector más importante deben tomarse con la ilusión y la esperanza que representan las niñas, niños y jóvenes chihuahuenses; con la mira alta y la vocación sólida de servir a los maestros y maestras, padres y madres de familia; con la planeación y análisis de los entornos sociales actuales; y con estrategias para mejorar la calidad y pertinencia del servicio que se brinda.  En el quehacer gubernamental existen áreas que no pueden, ni deben ser rehenes de facciones, de aquéllos que limitan su panorama al rencor partidista y la eterna asignación de culpas ajenas.

Está claro, si los docentes del COBACH tienen la capacidad pedagógica y han sido contratados y evaluados con las bases de ingreso, permanencia y promoción de la Reforma Educativa, es imprescindible discutir y considerar sus demandas salariales… al final de cuentas, es una aspiración legítima de todo trabajador, nada tiene que ver la figura de un ex gobernador, ni de quienes administraron el colegio anteriormente. La titular actual debe tomar decisiones a mediano y largo plazo, con visión integral, ponderando a los beneficiarios, sin anteponer rencillas con quienes aparentemente desfalcaron al estado.

Si se abrieron grupos sin suficiencia presupuestal no es culpa de los maestros, mucho menos de los alumnos, es motivo de responsabilidades administrativas de quienes planeaban y administraban el Colegio. Sin duda cualquier conocedor de la administración pública sabe cuál es el camino para sancionar esta práctica. Resolver es la obligación, justificarse la omisión. 

La prioridad de los directivos del sector educativo, más que hacer las veces de GESTAPO, debería ser presentar un programa emergente para incrementar el porcentaje de estudiantes que concluyen en tiempo y forma este nivel educativo (actualmente sólo 58 de cada 100 estudiantes se graduarán con la misma generación que ingresaron; este indicador nos coloca en el nada honroso lugar 30 en el país); además de generar una estrategia para combatir el abandono escolar (de cada 100 estudiantes, 16 dejan la escuela cada año; somos el segundo estado con mayor deserción educativa). Es alarmante la situación de la educación media superior en Chihuahua y las puertas de sus escuelas están cerradas.

 

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