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Mis Razones

  • Por Cynthia
Mis Razones

Segunda de tres....

Por León Reyes

Señalé que en efecto, nadie de los que estábamos ahí éramos ministerios públicos ni jueces, y mucho menos imputados, que en efecto, las acusaciones sobre presuntos delitos cometidos por César Duarte y sus colaboradores es un conflicto entre el estado y particulares, en los que el Partido ni es defensor de oficio de los imputados ni es parte de los procesos, pero que en el ámbito de lo político debemos distinguir el Partido de sus militantes y de los ciudadanos que en algún momento por ser militantes del partido obtuvieron un cargo de elección popular o una posición como servidores públicos.

¿Por qué este razonamiento? Porque durante mis treinta años de militancia siempre he escuchado que los dirigentes partidarios y muchos de sus militantes hacen una identidad entre el partido y aquellos que circunstancial y temporalmente desempeñan un cargo partidario o en la administración pública. Esta falsa identidad es un instrumento para someter a la disciplina que imponen las cúpulas a la militancia; nadie puede criticar a un dirigente partidario o a un funcionario público porque de inmediato el índice flamígero de la burocracia partidaria señala a quien osa manifestar una crítica, como un atacante del Partido.

Este fue mi primer señalamiento. El PRI no es responsable de la conducta de sus militantes. Y le hice la pregunta directa al Presidente formal del Partido que definiera a quien representa, que si representa a César Duarte, y tiene derecho a hacerlo, se lleve ese asunto penal a su despacho; pero que si representa al PRI no tiene derecho ni es su función servir de defensor de oficio de un militante del Partido, por importante que haya sido su cargo, en problemas de índole jurídico, mucho menos en asuntos penales.

Le señalé también que es un presidente que está violando el estatuto del Partido porque hace mucho tiempo se venció su periodo para el que fue designado por César Duarte.

Mi tercer reclamo fue su negativa a convocar al Consejo Político, y por tanto viola el estatuto del Partido que lo obliga a informar de los resultados de su gestión después de una elección, y de ello ya casi ha pasado un año.

Como es costumbre en Guillermo Dowell no emite un solo sonido, padece de autismo político, pero en esta ocasión fue el colmo de su incapacidad. Para mi sorpresa, mientras le espetaba críticas, desde la mesa donde se encontraba solo atinaba a mandarme besos.

No encuentro explicación a esa conducta, más que su ramplona incapacidad para fincar un debate. Es un hombre sin ideas, sin mérito alguno para ser Presidente del Partido, eso sí ha mostrado de sobra, que es un fiel mozo de estribo de César Duarte.

El segundo planteamiento se lo hice al Delegado del CEN. Primero por sus excesos verbales, propios de un costeño, dirigidos a hombres del desierto que no aceptamos un trato majadero y desconsiderado por alguien que no es más que un burócrata sin mérito alguno, sin inteligencia y que necesita sacar su chapa de delegado para hacer sentir a los demás que él es el jefe.

Le señalé que si sus credenciales son haber sido delegado del CEN en más de 20 estados, yo lo he sido en los 32 de la Republica. Que su primer deber de cortesía es tratar a la militancia partidista chihuahuense con respeto y consideración, que él debe entender que al priísmo chihuahuense no le viene a enseñar nada, que ya se ha vivido la derrota y con un liderazgo de grato recuerdo como el de Artemio Iglesias Miramontes recobramos en la primera ocasión la mayoría del Congreso y la gubernatura del Estado