Opinión

La columna

  • Por Cynthia
La columna

Por Carlos Jaramillo Vela

Los funcionarios del PAN también pueden pisar la cárcel.

La elección de “Nacho” Rodríguez para la ASE: otro duro revés para Corral.

Campos – Corral: ¿La ruptura de la relación llegó temprano?

Una vez pasada la efervescencia y euforia del respiro que les significó a Javier Corral y a los funcionarios de su gobierno el espectacular impacto mediático-político derivado tanto de las aprehensiones ejecutadas contra algunos de los exfuncionarios de la administración del ex gobernador de Chihuahua, César Duarte, como de la emisión de la orden de aprehensión contra éste último, al parecer el inquilino de Palacio, con gran malestar empezará a ajustar cuentas con algunos de sus colaboradores inmediatos -e incluso a ordenar despidos en caso necesario-, por sus supuestas insubordinaciones cometidas al actuar indebidamente en el manejo de licitaciones. Esto, conforme a versiones recientemente publicadas por una de las columnas políticas más acreditadas en el estado. Es decir, hay fuertes rumores que hacen inevitable pensar que algunos cercanos colaboradores de Corral se empeñan en realizar temerarias acciones que impidan a su jefe predicar con el ejemplo. (No tiene la culpa el indio... sino el que lo hace compadre.).

Todo indica que el manotazo de Corral sobre el escritorio está dado. Y tan iracunda reacción no es sino la respuesta lógica del Gobernador al señalamiento periodístico hecho sobre algo que desde hace buen rato parece estar pasando al interior de su administración, pues no deja de ser grave que -como dicha columna lo relata-  “se le hayan descarrilado varios de los funcionarios de primer nivel a sólo seis meses de iniciar la administración”. Pero más delicados aún resultan los hechos divulgados por el citado medio cuando afirma que “muchas de las licitaciones que se han lanzado por gobierno del estado, quedaron en adjudicaciones directas a ciertos proveedores, que no tienen razón de ser pues ya incluso se detectó que los servidores públicos están beneficiando a ciertos proveedores”. Finalmente, luego de las sorprendentes revelaciones hechas por el aludido medio, sobre la presunta corrupción que aflora a raíz de la incorrecta actuación de algunos de los nuevos funcionarios de la administración corralista, parece que pronto serán retirados de su puesto, ya que la columna de marras fue más allá, al decir “A todos se tiene ya detectado del beneficio que dieron a proveedores “amigos” y por ello, se vendrá en gobierno del estado una oleada de despidos...”

Sí, Corral sabe que el éxito de su hasta ahora incierta administración no depende sólo de la persecución judicial -¿y sobre todo política?- contra los ex funcionarios del sexenio inmediato anterior. Poner a funcionar el aparato estatal para dar resultados a la gente, corregir los yerros cometidos, acabar con la frivolidad y los escándalos, y evitar los vacíos de poder que minan al nuevo gobierno a causa de la indolencia, deslealtades y conflictos de interés, así como infundir sensibilidad en algunas de las y los funcionarios actuales cuya carencia de oficio político es más que evidente, son ahora temas de atención urgente para un gobierno que necesita generar en la ciudadanía chihuahuense y en los medios de comunicación la percepción de que actúa con capacidad, eficiencia y solidez. Despedir a los servidores públicos que en la alborada del nuevo amanecer están incurriendo en deslealtades y hechos corruptivos, será un paso sano por parte de Corral, pero no el único que pueda dar, ni suficiente. Si de veras busca justicia para Chihuahua, el gobernador deberá ejercer la acción administrativa, penal, o ambas -según sea al caso-, contra sus propios funcionarios a quienes se les llegue a comprobar su infracción a los cánones jurídicos, morales y políticos. Todos somos iguales ante la ley. El buen juez por su casa empieza. Si, como lo dice en su retórica Corral, en verdad quiere dar ejemplo honestidad y congruencia –y cumplir el Código de Ética que mandó colgar en todas las paredes-, deberá enjuiciar también a aquéllos de sus funcionarios que bajo cualquier modalidad violen la ley, malversen fondos o incurran en trafico de influencias. El carácter general, abstracto e impersonal de la ley impide que ésta sea aplicada con criterios selectivos; por lo tanto a la cárcel puede ir a parar todo aquél a quien mediante una sentencia judicial le sea impuesta una pena privativa de libertad. Conclusión: la cárcel es para todos... y sobra decir que la palabra todos también incluye a los panistas.

Es evidente que el gobernador no ha podido consolidar su mando al frente del gobierno. Corral no tiene los verdaderos hilos del PAN en la mano. Si bien es cierto que a través de Fernando Álvarez Monge posee el “control” formal del partido, es innegable que una buena parte de los liderazgos reales del panismo no están de su lado. El duro revés sufrido en días recientes al serle negado por sus propios correligionarios –la mayoría de los diputados panistas- en el Congreso del Estado el apoyo para elegir a Manuel Siqueiros –plan “A”- o ratificar a Armando Valenzuela –plan “B”-, como Auditor Superior del Estado, es una muestra de ello. La casi totalidad de la diputación azul desoyó flagrantemente el mandato de Corral, e ignorando a “A” y “B” eligió a Ignacio Rodríguez Bejarano. Trascendió que el tropiezo del mandatario con los diputados de su partido causó tanta cólera en el mandamás del edificio de la calle Aldama, que se hizo necesaria una urgente reunión en el partido blanquiazul, donde, a decir de las fuentes informativas, el dirigente partidista Fernando Álvarez Monge y el Secretario General de Gobierno César Jáuregui Robles, cumpliendo la instrucción dada por Corral le llamaron fuertemente la atención a sus nóveles legisladores. Incluso hay quienes dicen que fue tan intensa la ira de los enviados de palacio –y mayor en quien emitió la orden- que hasta espetaron a los diputados el calificativo de traidores. No se le pueden pedir peras al Olmo: Los indicios sugieren que Siqueiros -¿de izquierda?- nunca estuvo en el ánimo de los diputados de derecha, y Valenzuela -como en su momento lo vaticinaran varias columnas al asumir de manera provisional, efímera y controversial el ahora disputado cargo- desde su toma de posesión “preparó” su salida de la institución, ya que inmediatamente después de la “deliberación” que sostuvieron los diputados del Congreso, para “designarlo” auditor, emocionado –y con absoluta ingenuidad- salió a decir a los medios que el Secretario de Hacienda era quien lo había invitado a ocupar el cargo. Moraleja: para evitar cuestionamientos políticos, hay que colocar en los puestos políticos a funcionarios con oficio político, o al menos con un mínimo de sentido común -que a veces es el menos común de los sentidos-. Este friccionado episodio pone al descubierto una vez más las diferencias existentes entre la alcaldesa María Eugenia Campos y el gobernador Javier Corral, ya que la mayoría de los legisladores locales panistas responden a las directrices de Miguel La Torre, quien además de ser su Coordinador, es políticamente afín a la alcaldesa. Hablando de falta de tablas en el oficio político: ¿Cómo querían que la bancada del PRI y sus aliados de facto votaran también por la línea del gobernador, sí además del evidente rechazo de la bancada azul debido a los antecedentes verbales de Valenzuela y la fragilidad de la candidatura de Siqueiros, al joven diputado Jorge Soto –del bando de Corral- se le ocurrió proferir un insulto contra su colega, la diputada Karina Velázquez, Coordinadora de la fracción priista, quien según lo revelado por los reportes periodísticos recibió del referido “caballero” panista nada más y nada menos que el epíteto de “cínica”. La mención del necesario cuidado de las formas, es el tema que recurrentemente, una y otra vez se tiene que abordar en las columnas desde que llegó el nuevo amanecer, porque tal tema parece ser una asignatura que varios “distinguidos” exponentes del PAN no logran aprobar –y menos cuando la soberbia o el poder obnubila los sentidos-. En fin, el olmo no da peras... no da nada.

Ya los medios, comunicativos, como por naturaleza son, empezaron -desde el sábado 8 de abril- a relatar lo que se percibe como la nueva e inminente venganza de Javier Corral, esta vez dirigida contra uno o dos de sus correligionarios Miguel La Torre, Coordinador de la bancada panista en el Poder Legislativo, o Ignacio Rodríguez, nuevo Auditor Superior del Estado. La razón -ya dicha en esta columna, y en muchas otras- de tal vendetta, es el humillante desacato y desaire que la mayoría de los legisladores azules hicieron al gobernador, al ignorar su instrucción para que no resultara electo Ignacio Rodríguez como responsable del puesto de Auditor Superior del Estado. Rodríguez no era el favorito de Corral. Aunque tanto la lógica política como las fuentes bien informadas de lo que ocurre en Palacio, indican que en represalia por el agravio recibido Corral instruyó a su escudero Fernando Álvarez Monge para que destituya a La Torre del encargo; hay verosímiles versiones que aseguran que la contraofensiva inmediata de María Eugenia Campos, César Jáuregui Moreno, Mario Vázquez Robles, Miguel La Torre y las y los demás diputados panistas detractores de Corral, fue establecer un “cuarto de guerra” permanente, en el que ya surgieron las primeras estrategias y pactos para sostener a ultranza –cueste lo que cueste- a La Torre en la jefatura del rebaño azul, y enfrentar hasta las últimas consecuencias la mano dura y vengadora del inquilino de palacio. También ha comenzado a circular la especie de que Corral y su equipo de abogados encontraron, en los antecedentes de Rodríguez, una rendija por la cual piensan colarse para fundamentar jurídicamente la revocación de su nombramiento. Esta guerra fratricida que al interior del PAN empiezan a protagonizar las facciones antagónicas lideradas por María Eugenia Campos y Javier Corral, se debe a factores muy conocidos como la falta de disciplina interna, inmadurez política, carencia de oficio político, deslealtad, y sobre todo, los rencores viscerales, debilidades todas éstas ya crónicas y proverbiales en el PAN. Por ello, una de las cuestiones que flota en el ambiente es: ¿La ruptura definitiva de la relación Campos-Corral llegó temprano?. Si no se reconcilian, la ruptura habrá llegado muy temprano, mucho más temprano de lo que se pensaba,... habrá llegado ocho meses antes de que comience el crucial año 2018. Los hermanos aún no pasan juntos su primera Semana Santa y ya se están “matando”. Que Dios los encuentre confesados.

 

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