Opinión

La columna

  • Por Cynthia
La columna

Por Carlos Jaramillo Vela

La pugna por la ASE: conflicto de egoísmos y vanidades.

La Torre y Rodríguez: ¿piezas clave para el “jaque mate” de Corral a Campos?

Lo ocurrido en la Auditoría Superior del Estado no tiene precedente en la historia política reciente de Chihuahua. La férrea disputa que para hacerse del control de esta institución mantuvo -y mantiene- enfrentados a los principales grupos del PAN encabezados por el gobernador Javier Corral y la alcaldesa María Eugenia Campos, llegó a límites insospechados: se rompieron, literalmente, los principios de división de poderes y del cuidado de las formas, en perjuicio de la regularidad institucional, y con una profunda indiferencia respecto a la opinión de los ciudadanos.

El intempestivo y desaseado retorno de Armando Valenzuela a la oficina de Auditor Superior, misma que ocupó interinamente hasta que el Congreso del Estado nombró como su sucesor a Ignacio Rodríguez Bejarano, hizo más que evidente el grave rompimiento que hoy existe entre las dos facciones dominantes al interior del PAN. Este partido hoy vive prácticamente en medio de una guerra intestina declarada entre el grupo de los “institucionales” representado por Mario Vázquez, Miguel La Torre y César Jáuregui Moreno, bajo las directrices de Eugenia Campos; y el bando de los “coyunturales”, que bajo el mando de Javier Corral operan Fernando Álvarez, César Jáuregui Robles, Miguel Riggs, Gustavo Madero y Blanca Gámez. La causa de este controversial asunto protagonizado por los líderes “morales” del PAN, es una estéril pugna de egoísmos y vanidades; y su efecto se traduce en la flagrante afectación a la independencia y autonomía necesarias para el adecuado funcionamiento del Poder Legislativo del Estado, y su órgano técnico, la Auditoría Superior.

Finalmente, el mismo martes 25 de abril se dio el desenlace del controversial conflicto surgido de los egoísmos y las vanidades de los nóveles miembros de la élite panista en el gobierno, al renunciar Rodríguez Bejarano al codiciado puesto de Auditor Superior, “por así convenir a mis intereses”. Una vez más la imposición terminó imponiéndose, como ha ocurrido durante los primeros seis meses del actual quinquenio. Se especulaba, se veía venir, que el siguiente golpe a asestar por Corral al grupo de Eugenia Campos sería la defenestración de Miguel La Torre, por parte del dirigente partidario Fernando Álvarez, y así ocurrió, pues Álvarez ya traía desde día atrás la orden del titular de Palacio para eliminar al líder de la bancada panista, quien junto con la alcaldesa se estaba convertido en uno de sus más firmes opositores. El liderazgo de La Torre ante la mayoría de sus correligionarios legisladores panistas, así como sus posturas antagónicas hacia el injerencismo –como lo califica Jaime García Chávez-, rigidez e intransigencia mostrados por Javier Corral en el ejercicio del poder, fueron la razón por la cual, quien dijo no pretender ser el “primer panista del Estado”, despojó al diputado La Torre de la investidura que venía desempeñando.

Con la caída de dos de los más notables miembros del grupo de los “institucionales”, Miguel La Torre, ex coordinador de la bancada azul en el Congreso local, y “Nacho” Rodríguez, efímero y amenazado ex Auditor Superior del Estado, el quinteto de los “coyunturales” de Palacio –Javier Corral, Gustavo Madero, Fernando Álvarez, Miguel Riggs y César Jáuregui- puede pensar con cierto fundamento lógico que logró dar el “jaque mate” eliminatorio a su enemiga política interna, la alcaldesa Eugenia Campos, sin embargo, el desenlace de las tajantes decisiones de Corral aún está por conocerse. El liderazgo de La Torre entre sus correligionarios blanquiazules, y sus relaciones con una buena parte de los legisladores de otros partidos políticos representados en el Congreso del Estado, no se circunscribía únicamente a su carácter formal de pastor del rebaño azul, sino que tenía bases más sólidas y reales que la emisión formal de un nombramiento. Además, la dureza, acritud y descuido de las formas mostrados por Corral y sus operadores al tratar de imponer su voluntad a ultranza, han resultado ofensivos para la dignidad y el orgullo de no pocas personas –dentro y fuera de su partido-, dejando muchos dolientes y resentidos en el camino. Si en los hechos, el liderazgo de La Torre continúa vigente, vendrán más batallas perdidas para Corral en el Poder Legislativo, al formarse un bloque opositor a sus iniciativas y designios. El nombramiento definitivo del Auditor Superior será la primera prueba, que permitirá conocer eficacia o ineficacia de los recientes “arreglos” corralistas. ¿Logrará al fin Corral dar “jaque mate” a Campos y su grupo?.

 

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