Opinión

El caso Andrea: Una afrenta al Estado Mexicano

  • Por Cynthia
El caso Andrea: Una afrenta al Estado Mexicano

Por Víctor Luján

Sería sumamente egoísta y preocupante ahogar en el olvido y la indiferencia el dolor, la rabia y la incertidumbre que ahora mismo padece la familia de la joven Andrea Athié, víctima de la barbarie y el desprecio por la misma existencia humana. No nos equivoquemos, este abyecto acontecimiento tiene el rostro de quienes habitan en nuestro hogar, tiene el nombre de nuestros hijos e hijas, configura un luto colectivo, una deuda con nosotros mismos.

La sociedad no debemos desgastarnos en el derroche de la ya infructuosa culpabilidad del acto, cualquier condena impuesta no mitigará el agravio que representa el ultraje a la vida cometido por parte de quienes cohabitan comunitariamente con nosotros y se deformaron paralelamente -y frente a nuestra omisa cotidianidad-, siendo seducidos por el engendro del consumismo que, como cocaína, los transfiguró en adictos y los orilló a cometer el más despreciable de los crímenes en pos de su satisfacción.

Surgen al menos dos preguntas: ¿la modernidad y las necesidades creadas son la génesis de estos actos de barbarie? ¿La insatisfacción artificial ha subyugado a la razón, de la cual tanto nos ufanamos? Estas son cuestiones que debemos respondernos en sociedad. La subcultura de la muerte deambula por nuestras calles y en cualquier momento puede, como ruleta rusa, tocarnos a cualquiera de quienes transitamos por ellas.

Como sociedad no hemos hecho lo que nos corresponde. La permisibilidad de apologías del crimen subyace en la indiferencia social de la denuncia, en la convivencia –y no del desprecio- de lo que huela al submundo de la delincuencia, en el mismo egoísmo nuclear fundamentado en el “a mí no me pasa” o “eso es de quienes andan en eso”. El asombro y la rabia pública no agotan nuestra responsabilidad. Cada cual debemos exigirnos para exigir, autocriticarnos para criticar, ser más estrictos en la formación familiar (como antaño) para que los más jóvenes y nosotros mismos, no seamos víctimas de las distorsiones que una sociedad convulsionada impone a los que amamos.

La omisión de garantizar lo más esencial para el ser humano: la seguridad, tiene nombre y responsable jurídico, político e histórico: el Estado. El fundamento del contrato social resulta de la cesión de libertades a cambio de la aplicación de un estado de derecho; los ciudadanos debemos exigir la positividad de éste. No basta con la elaboración y expedición de normas de conveniencia aderezadas con discursos huecos, estériles y partidistas. Chihuahua tiene una década sumido en la inseguridad latente (algunos años más, otros menos) y hemos vivido del discurso, la diatriba y el lucro político de una obligación irreductible que asumen quienes motu proprio pidieron el voto popular para afrontar y enfrentar este flagelo social que imposibilita el cumplimiento de los derechos humanos de primera, segunda, tercera, cuarta y subsecuentes generaciones.

Lo que ocurrió el domingo pasado, es una afrenta al Estado mexicano. A quienes lo representan por mandato otorgado de nuestra parte, exijámosles que evolucionen y presenten resultados, la saliva se agotó tiempo atrás y no revivirá a Andrea, ni a Miroslava Breach, ni a las decenas de muertos que levantan las autoridades cada semana a lo largo y ancho de la entidad. ¿Dónde están los diputados federales para abrir un debate inteligente sobre portación de armas para autodefensa? ¿Qué diferencia existe entre la gente de bien armada y los delincuentes? ¿Qué propuesta innovadora e inteligente nos harán los diputados locales para prevenir (porque para castigar hay muchas) hechos como el acaecido en la carretera Chihuahua- Cuauhtémoc? No requerimos repartir culpas, esas ya están asignadas jurídica y socialmente. Los consejos, comités, reuniones, oficios, exhortos, etc., etc., están acabados, ese paradigma gubernativo está en crisis y se debe sustituir.

Gobernador, la afrenta al Estado mexicano la asume usted y su Administración como autoridad local, esperamos su estrategia innovadora de prevención del delito, deje de lado a Duarte y a Peña con sus fallidos combates al crimen. Sus gobernados somos los chihuahuenses que vivimos muy, pero muy lejos, de Los Pinos. A Peña Nieto lo juzgará la historia, su turno es ahora y su propio juicio será en el 2021, de su talento y compromiso depende el fiel de la balanza de su actuar.     

La afrenta a la sociedad la asumimos nosotros. Trabajemos de manera conjunta bajo la premisa ciudadana. La omnisciencia partidaria nada aporta al tema. El luto es colectivo, el agravio es y seguirá (espero no) siendo a todos.

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Twitter: @victorlujan79