Opinión

La oportunidad del legislativo chihuahuense de secundar a Pedro Kumamoto

  • Por Cynthia
La oportunidad del legislativo chihuahuense de secundar a Pedro Kumamoto

Por Víctor Luján

(Muy) pocas ocasiones los ciudadanos nos hemos sentido representados por quienes elegimos para esa función. Si bien es cierto existen contadas excepciones de legisladores que han consultado y elevado a las tribunas parlamentarias -en un ejercicio de democracia participativa- las aspiraciones mayoritarias de sus mandantes, también lo es que el esquema tradicional de representatividad política ha quedado agotado producto de una constate y multifactorial deficiencia en los mecanismos y actores políticos.

La mayoría de las veces los representantes en las legislaturas “gestionan” o legislan lo que ellos consideran viable o adecuado para sus representados, es decir, implementan políticas legislativas Top Down (de arriba hacia abajo) olvidando consultar a sus representados sobre necesidades reales de los distritos que los postulan. En lo anterior, radica la deslegitimación de una representatividad que efectivamente se establece como legal, pero que aún se encuentra lejos de consolidarse como auténticamente democrática; mientras que las calles requieren de reorientar presupuestos para una mayor inversión social y urbana, en las juntas de coordinación política se “dirimen” espacios y controversias partidistas. Mientras el debate ciudadano es el excesivo gasto de partidos y gobierno, en las comisiones parlamentarias se configuran alianzas para una y otra reforma política sin participación ciudadana sustantiva.

En días pasados un diputado independiente al Congreso del Estado de Jalisco, en un hecho sin mucha carga académica, intelectual o retórica, cumplió a cabalidad un reclamo social unánime, coloquial y simple: reorientar la fórmula de asignación para reducir los recursos públicos a los partidos políticos. Pero la iniciativa Kumamoto no únicamente contenía el ingrediente del clamor ciudadano de no gastar tanto en campañas y partidos, sino que el joven diputado jalisciense asumiendo una postura sobria, responsable e incluso con más visión de Estado que los que tanto alardean de poseerla, promovió el fortalecimiento del proceso de persuasión democrática en busca del voto ciudadano, y lo hizo desde una perspectiva de sistema de partidos. Dejó de lado el fanatismo maniqueo que caracteriza a algunos independientes, pseudoindependientes y connatos de independientes, esa postura radical y patológica de intentar borrar de un plumazo los canales constitucionales de acceso al ejercicio gubernamental: los partidos políticos.

La propuesta de reforma iniciada desde la legislatura local de Jalisco establece la distribución de las prerrogativas tanto en tiempos de campañas como fuera de éstos. Dicha modificación a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es simple:

Artículo 41 fracción II apartado a)

“….El financiamiento público para el sostenimiento de sus actividades ordinarias permanentes se fijará anualmente, multiplicando la votación válida emitida en la elección federal inmediata anterior en la que se eligió a diputados por el principio de mayoría relativa, por el sesenta y cinco por ciento de la unidad de medida y actualización vigente en el país. El treinta por ciento de la cantidad que resulte de acuerdo a lo señalado anteriormente, se distribuirá entre los partidos políticos en forma igualitaria y el setenta por ciento restante de acuerdo con el porcentaje de votos que hubieren obtenido en la elección de diputados inmediata anterior.”

Es decir, propone modificar la fórmula que actualmente se utiliza para asignar recursos tributarios a las funciones propias de los institutos políticos, misma que resulta de multiplicar el número total de ciudadanos inscritos en el padrón electoral por el 65 % de la UMA (unidad de medida y actualización) vigente. El legislador tapatío plantea sustituir en esa fórmula el número total de ciudadanos inscritos en el padrón electoral por la votación válida emitida en la última elección de diputados por mayoría relativa.

Esta sencilla modificación que no representa mucho esfuerzo de técnica legislativa, se posiciona a nivel nacional como el inicio de una transición del ser al deber ser de la actividad que se desarrolla en un sistema de partidos. Según la reforma iniciada por Kumamoto, a nivel nacional el financiamiento a los partidos se reduciría en 1,500 millones de pesos, lo que permitiría posicionar la propuesta ideológica ante el ostensible y grotesco gasto en publicidad, dádivas y compra de voluntades, que no es menester abordar en esta entrega, pero que es la praxis en la contienda por el poder político en nuestro país.

Este joven de 27 años logró lo que en muchos años había sido un reclamo social. No requirió de padrinos políticos, de méritos partidistas, de tragar sapos y no hacer gestos (como dicen muchos que es la política) o de hacer reverencia o lisonja al tótem en turno. Kumamoto nos representó a muchos que hemos participado en política bajo los ideales de trabajo, evolución, honestidad, inteligencia y preparación, empuñando el esfuerzo, el compromiso y el amor por nuestra comunidad, y no como muchos jóvenes ominosamente “adoctrinados” la perciben; un negocio de réditos fáciles, y que dicho sea de paso, han ensuciado y pervertido el ancestral y necesario ejercicio de la política.

Apelo a que quienes actualmente tienen la representación política de los ciudadanos chihuahuenses en los parlamentos federales y local, legislen con conciencia y sentido común, y no se dejen seducir por el oportunismo y la frivolidad que tanto daño ha infligido al desarrollo de las comunidades. Hagan que la función legislativa vuelva a ser honorable y no que esta cualidad únicamente permanezca en la retórica denominación cameral como “H”.

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