Opinión

El PRI a puerta cerrada, Morena de brazos abiertos

  • Por Cynthia
El PRI a puerta cerrada, Morena de brazos abiertos

Por Víctor Luján

Es de todos conocido que el Partido Revolucionario Institucional se encuentra inmerso en el dilema de la elección de dirigentes, y digo dilema porque en este momento el liderazgo tradicional en ese partido político se encuentra vacante, acéfalo, es decir, no existe gobernador emanado de sus filas, es más, ni siquiera cuenta con alcalde en la generosa Ciudad Juárez o en la bella capital del estado.

En ese tenor, el domingo pasado se llevó a cabo la formalización del Consejo Político Estatal, como máximo órgano de gobierno (para muchos ahora sí máximo, ahora sí de gobierno, ahora sí despertó interés su composición) que tomaría las decisiones sobre el método electivo de su nueva dirigencia en los próximos días.

De manera simultánea, sobre los adoquines (algunos chuecos y mal puestos) de la plaza de armas, se celebraba la simbólica firma de un “pacto” de unidad encabezado por el sempiterno candidato presidencial Andrés López y sus seguidores –unos, auténticos; los más, desechos de coyuntura- pero en fin, se configuraba una especie de mitin priista con ostensibles elementos contra las inclemencias del clima que brindaban confort a los asistentes y cuyo costo no se hubiera podido sufragar en los dos primeros intentos del tabasqueño, cuando la austeridad republicana era empuñada infructuosamente. 

Resulta inexorable hacer un breve comparativo (aunque odioso) de las formas que ambos partidos adoptaron para el desarrollo de sus actos políticos, uno de naturaleza endógena y el segundo con rasgos de proselitismo anticipado disfrazado de ciudadanización de la política, pero sistemáticamente practicado dentro del esquema tradicional de partidos; legal o no, eso corresponde a la autoridad electoral. 

En el PRI se daba una batalla interna por devolverle la normalidad de partido político, de autoanalizarse y ponderar elementos tan simples como la cercanía con los ciudadanos, la unidad y la participación de las bases que comúnmente son relegadas a tareas secundarias. Deambulaba por el edifico la sombra de César Duarte, unos aun defendiendo lo indefendible y otros (supongo que la mayoría) con las palabras atoradas en la garganta para proferir intervenciones que deslindaran al partido del ominoso personaje que tanto daño le causó al priismo del estado. Pero, como dice un amigo de manera coloquial: a los priistas les gana el barrio, es decir, lo “institucional”.

En la histórica plaza recién podada por el municipio, hacía uso de la voz un señero en eso de la arenga popular (distíngase de populista), coloquial y “llegadora”: Manuel López. El insigne político que intentaba inocular en el colectivo chihuahuense la viabilidad, ahora sí, de su propuesta de nación. AMLO, cual caudillo impoluto, a pesar de los últimos acontecimientos de Eva Cadena (legalmente sin comprobar) dejaba patente la incuria incurrida por la mafia del poder. En un breve pero contundente análisis axiológico le decía al respetable del porqué ahora sí era asequible su búsqueda por la Presidencia de México, y creo que razones no le faltaban. 

Volviendo al edifico de la legendaria colonia Dale, la mayoría de los asistentes estaba de acuerdo en la propuesta del método de selección de la nueva dirigencia -voto directo de consejeros políticos nacionales, estatales y municipales- algo así como 7 mil priistas, lo cual no es cosa menor para elegir al líder de un partido político, al menos creo que ningún partido en Chihuahua conseguiría tal universo de militancia activa.

López Obrador, al calor inclemente del medio día, convencía, incluía -aunque a muchos arribistas-, prometía y sobre todo lideraba, un movimiento nacional de fortaleza insoslayable. Al tiempo, el PRI buscaba reconstruir lo que una camarilla de rufianes destruyó, intentando recomponer una imagen (al menos en Chihuahua) de hombres y mujeres con vocación de servicio público, con principios de responsabilidad y compromisos en los encargos públicos que tenían encomendados.

En la plaza, MORENA hablaba de futuro; en la Dale se trabajaba en la reconstrucción para volver a ser opción en Chihuahua. Sobre los adoquines había un líder (bueno o malo para algunos), en el edifico del PRI la institucionalidad seguía imperando. Bajo el sol se construía una elección, bajo la sobra se reconstruía lo que un grupo de cínicos destruyó.

El domingo pasado el PRI resolvía su vida interna…, MORENA seguía su labor de partido atrápalo todo (catch all party). Las elecciones se ganan con cantidad, no con calidad de votos, eso ya lo entendió López. 

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