Opinión

Peñalandia

  • Por Editor 1
Peñalandia

Luego de escuchar el discurso por el V Informe de Gobierno de Enrique Peña y de haberme recetado al menos tres días algunos spots de radio y televisión con motivo de dicho informe, aderezados también con publicidad en diversos medios impresos y desde luego en redes sociales, me sentí tan bien que quise comprarme un automóvil deportivo último modelo. Así es, aun y la consabida crisis económica, mi precaria situación y los augures de devaluaciones para el cierre de este sexenio, me dieron ganas de socavar mis finanzas y embarcarme con un buen mueble.

Nótese con claridad el tremendo sarcasmo, pues quien crea y tome como ciertas las afirmaciones dichas por el presidente en torno a esta rendición de cuentas realmente pensaría que vive en un país con una economía pujante, sin deuda y una administración efectiva de los recursos; que no hay inseguridad  y se respeta la propiedad privada, es decir, que es improbable que sea asaltado o le sea robado el vehículo de su cochera o afuera de su casa; que la situación de violencia extrema en las calles es cosa de guerrillas en Centroamérica o de la guerra formal en medio oriente; que la pobreza es ajena a nuestro territorio y sólo puede apreciarse en las pobrísimas ciudades africanas. El tema de la corrupción es tan ajeno a México y sobretodo a las autoridades mexicanas, que se relata como cuento de hadas a inocentes infantes que no ven más allá de su imaginación por su corta comprensión de las cosas, es una acción impensable.

En dicho supuesto para cualquiera es fácil ir a sacar un crédito para un auto o una hipoteca para una vivienda nueva, aventurarse en un negocio incierto e inscribir a sus hijos en los mejores colegios, al final de cuentas la economía está muy bien y no hay riesgo de que esta decaiga. Pero la realidad, la triste realidad que no se refleja en semejante información oficial nos dice todo lo contrario, o cada quien voltee a su alrededor y diga si se cumple en su contexto, aquella de la que habla el presidente de México, donde se note el progreso o al menos no el retroceso.

El asunto económico revela, por decir lo menos, la catástrofe a la cual nos han llevado décadas de malos gobiernos impulsados por los mismos, aquellos que mandan en primera persona o tras el trono, que se siguen beneficiando así mismos y a los suyos, a raudales, sin freno, sin escrúpulo. Claro que en delante, el derrotero en este tema podría aparentar una notable mejora, pero ojo, cual sexenio salinista en su último período comenzarán a fluir los apoyos económicos, la entrega de escrituras de terrenos y viviendas; los subsidios para todo, que harán suponer a los incautos que el gobierno está respondiendo a las necesidades de la gente, después que los sangró todo el sexenio con impuestos, gasolinazos y demás. Es solamente una economía de ficción que posteriormente traería las consecuencias correspondientes, y llegue quien llegue a la Presidencia en el 2018, tendrá que pagar con creces, toda vez que en su desesperación el gobierno peñanietista intentará cautivar al electorado ya no con discursos, con argumentos, sino con espejismos, con ilusiones, a billetazos a la manera de la real politik.

En los demás rubros, me parece que hay mucho que reclamar y de lo cual preocuparse, porque en el país mágico y maravilloso que describió Peña Nieto en su informe, no se habla del delicado tema de los homicidios y la virulencia que acaparó todo el territorio nacional, desde Juárez hasta la península yucateca y que a febrero de este año, en este gobierno priista ya sumaban 90 mil 694 homicidios, más los que se hayan acumulado en los seis meses posteriores, siendo mayo de este año el mes con mayor número de homicidios desde 1997.

Un asunto terrible que marca a este gobierno por tantos asesinatos masivos y de forma individual, entre criminales, pero los más lamentables donde las víctimas fueron ciudadanos honrados que cayeron bajo el fuego cruzado, tras sufrir secuestro o extorsión, aniquilados por estar en el lugar equivocado, o que ante el río revuelto fueron victimizados por vendettas personales o pasionales.

Con este solo rubro se cae a pedazos la faramalla pintada por el presidente y sus secuaces a través de miles de spots de radio y televisión, a través de publicaciones en periódicos impresos y digitales, a través de espectaculares en todo el país. Pero para su desgracia hay otras áreas de la administración que dan testimonio fiel del hundimiento de este gobierno y junto con él la caída del bipartidismo que en breve deberá de ponderar una nueva estrategia electoral ya que han caído si no en la impopularidad, sí han perdido innumerables simpatizantes, lo cual se demuestra en las encuestas que son muy elocuentes en ese sentido.

En Chihuahua, una de las encuestadoras más famosas, la de Roy Campos, publicó hace unos días el estrepitoso descenso del PRI en las preferencias electorales rumbo al 2018 como nunca, hasta dejarlo con un 17.2% de intención de voto, sin mencionar candidato sólo la sigla partidista (y si se toma en cuenta que no hay gallo que llene el ojo a los ciudadanos el castigo se advierte de mayor tamaño). El PAN figura en la cima con un 26.4% en las preferencias, sin elevar mucho sus números ya que tradicionalmente se presentaba ligeramente por debajo de su principal competidor, el tricolor y con números muy parecidos a los que tiene actualmente. La gran expectativa está en Morena que desplaza a los demás partidos pequeños, pero se coloca a sólo tres puntos de distancia del PRI que va en caída libre, y que puede capitalizar ese enorme 28.9% de ciudadanos que no supieron definirse por un partido.

Por eso, a estas alturas los discursos trasnochados del presidente, el show mediático donde prevalece la autocomplacencia y la simulación no nos quita el sueño; está claro que el fracaso de este gobierno es la oportunidad para que otras opciones lleguen, para que haya la alternancia debida y no aquella que supone más de lo mismo.

El presidente despide sus spots diciendo que: “lo bueno cuenta y queremos que siga contando”… sin duda cuenta, no debemos regatear las cosas bien hechas. Qué lastimas que las malas acciones, que también cuentan, sean las que predominen en este recuento de daños.

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