Opinión

Espresso Doble: La realidad de Morena: sus miserias

  • Por Editor Bal
Espresso Doble: La realidad de Morena: sus miserias

Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

Hay un libro bastante interesante y sustancioso en cuanto a información sobre la realidad de la producción cafetalera en México: “El proceso de producción cafetalero en la región vertiente del golfo de México” de los autores Adrián González Romo, Danae Duana Ávila y Diana Xóchitl González Gómez, en coeditado entre la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (Uaeh) y Plaza y Valdés.

El texto destaca, entre otros datos, que el café es el producto de mayor comercialización mundial, solo después del petróleo. Y nuestro país, teniendo tanto de ambos, debería de tener una mayor competitividad económica, así como una mejor vida para quienes viven del cultivo del cafeto.

Sin embargo, no es así. Como ejemplo cita el libro a la Sierra de Tenango, Hidalgo, donde de acuerdo con los autores, la pobreza incluye a 53 millones 341 mil 500 habitantes y, precisamente, en esta sierra conformada por cuatro municipios, en donde la mayoría de sus habitantes se dedican a la producción del café, 59 por ciento de sus habitantes está en pobreza, mientras que 13.5 y 41.4 por ciento se catalogan en pobreza extrema y pobreza moderada.

Así, mientras producen un exquisito café gourmet en sus tierras, que se vende caro en los anaqueles, a ellos no les llegan grandes ganancias sino que se mantienen con las mismas miserias.

Recuerde que el mejor espresso, es el hecho localmente, mismo que tiene que ser caliente al tacto, amargo al paladar, fuerte en la nariz y escaso al servirse.

Servido espresso y doble, pues es mucho mejor.

Comenzamos el espresso doble de hoy.

Caliente. Durante el pasado proceso electoral en el Estado de México, la soberbia rutinaria de Andrés Manuel López Obrador le hacía declarar públicamente que su partido ya tenía el triunfo en la bolsa, desde antes de que iniciara la campaña. En la lógica de Amlo, si el triunfo de Morena no era reconocido, entonces había fraude de por medio. Repito, y eso que aún no comenzaba la campaña. Este es el eterno juego que los partidos de oposición al PRI, han hecho toda la vida: si no tienen un escenario fácil para su victoria, frente al PRI, entonces hay que cuestionar el proceso, incluso antes de que éste siquiera comience.   

Amargo. Entonces la maquinaria de propaganda de Andrés Manuel López Obrador comenzó a trabajar en hacer lo que mejor le sale: desacreditar a las instituciones que le reconocieron el triunfo de Monreal y Sheinbaum en la Cdmx pero que a él, le han regateado votos. Hoy, más que en ningún otro proceso electoral de los previos dos que Amlo ha participado como candidato presidencial, su situación es más adversa que nunca; tal y como le sucedió al otrora tlatoani de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas. Fue perdiendo la fuerza adquirida en 1988, en cada elección presidencial siguiente, donde fue candidato presidencial. No fue lo mismo, el impulso de la campaña del 88, que el del 94 y especialmente el del 2000, donde no era ni el polvo de aquel rompimiento con el PRI.   

Fuerte. A López Obrador le está pasando lo mismo. Quizás no aprendió las lecciones del pasado o aprendió tan bien la historia que por eso ha buscado repetirla. En 2006 fue la ocasión más cercana que tuvo Amlo de convertirse en presidente de México, ante un Vicente Fox desdibujado pero que hizo lo suficiente para sacar 200 mil votos de ventaja a favor de su candidato, Felipe Calderón, con todo y la sombra del fraude que rodeó aquella elección. En 2012, la esperanza de ser presidente de México, quedó más lejos para López Obrador: más de 3 millones de votos lo alejaron de la Silla del Águila. El año que entra, la diferencia será mayor, se lo puedo asegurar.

Escaso. ¿Por qué ocurrirá esto? Por las mismas razones que le sucedió a Cárdenas. Fue perdiendo apoyo social, luego político y finalmente económico de quienes hacían el mecenazgo al hijo de Tata Cárdenas. Las famosas redes ciudadanas de López Obrador en el 2006, le permitieron reclutar a ciertos mecenas nacionales y regionales, quienes se alejaron de su tradicional militancia política, gracias a lo atractivo que sonaba el sendero del Peje.

Esos mecenas tienen aportando para la interminable campaña de Amlo desde hace más de una década, imagine cuánto dinero habrán aportado en más de una década, aquellos mecenas reclutados en 2006 y que siguieron fieles a la causa en 2012. ¿No cree que muchos de ellos ya agotaron su cuota o simplemente se cansaron de apoyar un proyecto que cada vez se aleja más del triunfo?

Creo que sí.

Además, cuando Amlo fue candidato presidencial en ocasiones anteriores, tenía su “caja chica” siempre disponible: el gobierno de la Ciudad de México, misma que administraba su fiel escudero, Alejandro Encinas y posteriormente Marcelo Ebrard. En esta ocasión, el Peje no tendrá esa “caja chica” para sus fines electorales y se le fue de las manos, la delegación económicamente más poderosa de la Cdmx: la delegación Cuauhtémoc, misma que dirige Ricardo Monreal, a quien Amlo traicionó y perdió para este proceso electoral.

Por eso, a Morena, le urgía tanto ganar el Estado de México. Para poder disponer de otra “caja chica”, puesto que con Mancera al frente del gobierno de la capital del país, no hay manera de éste le aporte lo que antes tenía a pedir de boca.

Entonces, sin la estructura de un gobierno gigantesco como el de la Cmdx y sin sus recursos, López Obrador está en verdaderos problemas económicos para enfrentar el reto que significa la elección presidencial venidera. Ante eso, es la razón por la que Poncho Romo y Rafa Espino, se han dedicado a localizar nuevos mecenas nacionales y regionales, porque muchos de los de antes ya se cansaron de que los sangraran. Así, López Obrador tiene problemas en la Cdmx, Quintana Roo y por supuesto Chihuahua, ante la designación de candidatos: está privilegiando a los recomendados por los mecenas, que a la militancia que le ha aportado recusos para mantenerlo vigente.

Así, las miserias de Morena.

Este ha sido el espresso doble de hoy.

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