Opinión

Corral: candil de la calle, oscuridad de Chihuahua

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Corral: candil de la calle, oscuridad de Chihuahua

Por Cruz Pérez Cuéllar

Cuando se conoce tan bien el sistema político mexicano, por tantos años de transitar en el, y se tienen a su disposición una serie de recursos humanos y económicos para poder manipularlo, y porqué no decirlo, un cálculo milimétrico para hacer que todos los reflectores volteen hacia uno, en el momento preciso, me parece que nos encontramos ante un vástago del mismo sistema. Quizá reniegue de su progenitor pero es innegable que ha heredado sus dotes, la habilidad necesaria para generar disturbios, polémica, humareda, para ocultar un vicio o un error, para desviar la atención ante una eventualidad que lo amerite y que beneficie a sus intereses, por su puesto.

En razón de los últimos acontecimientos políticos que mantienen a Chihuahua en la discusión nacional (además del clima de violencia extrema que vivimos acá), quien lee estas líneas sabe perfectamente que nos referimos al gobernador Javier Corral, el maestro de la discordia, que sabe hacer bien su tarea con un propósito personal, aún se lleve entre las patas a los chihuahuenses que esperan de él la conducción del gobierno estatal y no protagonismos inicuos como los que presenciamos esta semana que está por terminar.

Lo ha demostrado tantas veces en el pasado que para quienes lo conocemos, eso que hace: de juntar a los notables y desgarrarse las vestiduras en público y ante el mayor número posible de medios de comunicación, exagerar los términos, omitir información de quien se pretende señalar; no es para nosotros una sorpresa, es su modus operandi, es su manera de ser.

En varias ocasiones algunos panistas convencidos con su histrionismo, han amenazado con abandonar las filas de Acción Nacional, son empujados para hacer la bola de nieve más grande y generar la idea de un problema grave; no se tienta el corazón para amedrentar a todo aquél que se oponga a su propósito de hacerse de una candidatura o alguna posición partidista.

El problema es que ahora no se trata solamente de una candidatura o de cierta posición partidaria, ahora Javier Corral juega con el destino de los chihuahuenses; mientras va a México a pelearse con el presidente Peña Nieto y sus secretarios, acá la violencia arrecia, Chihuahua se ha convertido de nuevo en un campo de guerra, en tanto que su gobernador brilla por su ausencia, porque está en México haciendo lo que le gusta hacer, protagonizando espectáculos para la fauna política.

Aquí la economía no es alentadora, suben los impuestos y los servicios, pero no hay obra pública alguna, el sector empresarial con razón se queja de la inactividad económica; el sector magisterial en constante pugna contra las políticas inadecuadas de este gobierno; los constructores buscando fuera trabajo porque el estado entró en receso de obras. A decir del propio gobierno, acá se come solo política cruda.

Pero no faltará quien crea en la verborrea estilizada del mandatario, y diga que si anda en México haciendo eso es porque está defendiendo los recursos de los chihuahuenses. El argumento principal de Corral fue que no recibió un bono de 700 millones de pesos que le había prometido la Secretaría de Hacienda, y en esta cuesta de enero anda sufriendo para cumplir compromisos adquiridos. En el propio Congreso local se ha calculado en estos días que el subejercicio del año pasado fue de 1 mil 700 millones de pesos. Es decir, más del doble de lo que anda peleando ahora, se habría ido al caño por falta de proyectos, de negligencia gubernamental, por falta de oficio y de experiencia en el servicio público. Entonces, si hay subejercicio, no es tanto el problema de recursos sino una estratagema político-electoral que lo lleva a sacar su verdadero yo y a ignorar su función de gobernador, que lo hace erigirse como el eterno opositor, contra el PRI, o contra el PAN, o contra quien se le oponga, o contra el sistema que lo vio nacer.

No estoy diciendo que el recurso que la federación adeuda al estado sea retenida, claro que no, que reparta con equidad. Pero también cabe reflexionar: si el presupuesto de Chihuahua es de 63 mil millones de pesos al año, ¿para qué quiere Corral tanto dinero si no va hacer obra pública (no hay una sola digna de mencionar en su primer año)?, ¿para que lo quiere si no lo va invertir eficientemente en el combate a la inseguridad (los índices delictivos han aumentado como nunca antes)?; ¿para qué si la educación no es gratuita, si la universidad pública seguirá siendo tan onerosa como muchas privadas, si la salud seguirá el mismo derrotero que administraciones anteriores?.

Está clara su intención de beneficiar a Ricardo Anaya en su propósito de llegar a Los Pinos, no hay duda alguna que su principal móvil es electoral, y ya entrando en el 2018 no disimula su objetivo. Ahí esta la movilización que promovió para este domingo en la Plaza del Ángel, en la que OLVIDA SU INVESTIDURA y retorna a su primitiva faceta de agitador.

En todo caso, si esa fuera la salida, entonces que los 67 alcaldes de Chihuahua también salgan a las plazas públicas a manifestar la ausencia del gobernador Corral en sus municipios, muchos de ellos (no estaría muy lejos si digo que más de la mitad) no los ha visitado en el primer año de su gestión, les tiene retenidos recursos que el estado le corresponde entregar, sobretodo aquellos que son de distintas siglas partidistas o aquellos que no concuerdan con la política del nuevo amanecer, ciudad Juárez es un gran ejemplo de ello. Sumidos en la inseguridad, olvidados de este gobierno.

Por supuesto que rechazamos la manera en que el gobernador maneja la política pública, carente de sentido común y excedida en egolatría personal. Sirva este humilde espacio para dejar por sentada la advertencia de este error cometido por Javier Corral, y cuyas consecuencias no serán asumidas solo por él, sino que el pueblo representado, quienes finalmente pagaremos los platos rotos.

Y por eso digo categórico: el gobierno de Chihuahua necesita quien lo encabece, alguien que esté preocupado por los problemas que aquejan a los chihuahuenses, por su seguridad, su salud, un buen empleo, una mejor calidad de vida; y no por sus ambiciones políticas, que nublan su visión y que lo lleva a realizar escándalos para mantener alimentada la atención de sus aficionados. Chihuahua necesita a un gobernador, a un guía y no a un político narcisista cuyo primer deseo diario cada mañana es verse reflejando en la primera plana de algún periódico nacional.

Sugerencias y comentarios favor de hacérmelos llegar a mi correo: [email protected]