Opinión

Espresso Doble: “Arturo Zubía: ¡que asco!”

  • Por editor TV
Espresso Doble: “Arturo Zubía: ¡que asco!”

Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez

 

 

Triste noticia para el café mexicano. Jorge Rafael Pérez Moreno, director de la Universidad Central de Veracruz, reveló que los cafetales están siendo cambiados para realizar cosechas de productos más rentables, como la caña de azúcar, la naranja y el limón persa. En su declaración al Diario de Xalapa, afirma que en las estadísticas de producción mundial Costa Rica ya supera a México, cuando en la historia México era el tercer productor más importante de café, después de Brasil y Colombia.

 

Responsabilizó a la falta de políticas públicas eficaces, por parte del gobierno de Veracruz y de la SAGARPA, cuyos programas, dice, no se aplican del todo y de ahí que ya seamos el séptimo lugar, tras perder el tercero que sostuvimos muchos años. La industria cafetalera mexicana se tiene que levantar.

 

Yo consumo café mexicano, mismo que deber ser caliente al tacto, amargo al paladar, fuerte en la nariz y escaso al servirse.

 

Y doble es mucho mejor.

 

Comenzamos.

 

Caliente. Hay municipios de nuestro estado de los que poco se habla. Esto se debe a la mediocridad de sus gobernantes, que buscan mantenerse alejado de los reflectores estatales, para no llamar la atención y en la tranquilidad del anonimato, emular al tremendo Varguitas de la película “La Ley de Herodes”, que hacía y deshacía en San Pedro de los Saguaros. Camargo es un ejemplo formidable de ello, pues es gobernado por la mediocridad en su máxima expresión, con nombre y apellidos muy definidos: Arturo Zubía Fernández.  

 

Amargo. Este camarguense no es orgullo de su tierra, como lo han sido otros. Mucho menos es ilustre. Nadie. Absolutamente nadie recuerda alguna acción importante cuando fue diputado local plurinominal. De ahí saltó a la presidencia municipal por primera vez, donde según recuerdos de la gente, hizo una labor mediana pero muy populachera, misma que no dejó buen sabor de boca, porque le entregó al PRI la presidencia municipal, tras haberla recibido él mismo de otro panista.  

 

Fuerte. Pero trabajó su aspiración desde la oposición y le cobró venganza a Chuchy Sáenz y le arrebató la presidencia municipal. Cosa que tampoco fue difícil, puesto que el PRI se aferró a poner un candidato que era el peor que podía haber elegido y eso se demostró en la votación: Zubía ganó dos a uno. Ha sido la peor votación para el PRI en la historia de Camargo. Sin embargo, sorprende que tras su aplastante victoria, no se haya puesto a trabajar como la primera vez que fue alcalde.  

 

Escaso. Zubía está obsesionado. Lo carcome la venganza política contra su antecesor: gasta dinero, tiempo y esfuerzo en denostar, insultar y maldecirlo. Ya perdió un año en el que pudo haber realizado algo por el beneficio de Camargo, pero ha sido contagiado por el mismo virus de su jefe político, quien se dedica sólo a perseguir fantasmas en caravanas o marchas, descuidando el trabajo para el que fue electo.  ¡Póngase a trabajar, señor Zubía!

 

Deje los lloriqueos, que se ven mal, aunque no se vista elegantemente.

 

Sería bueno que revelará a los camarguenses los pactos que tuvo con César Duarte cuando fue gobernador, porque en ese sexenio no le faltó nada y ni reclamos tenía. Quizás parte de su éxito en su primera gestión, fueron todos esos pactos con Duarte que derivaron en recursos hacia su administración.

 

A usted, señor Zubía, le fue mejor con Duarte que con el actual gobernador, al que no le reclama la falta de atención, el abandono y mucho menos recursos y obra. Menos le va a pedir algo a la diputada Portillo, a la que dicen en su pueblo le tiene tanto pavor como al gobernador, quien no se cansa de despreciarlo y aún, así, usted les montó circo para recibir a la caravana Carta Blanca y, según dicen miembros de su gobierno, costó al erario de Camargo, cerca de 100 mil pesos que no se invirtieron en obra.

 

La verdad, señor Zubía, su gobierno le da mucho asco a los camarguenses, quienes protestan entre dientes contra su negligencia, indolencia y flojera institucional.

 

Don’t be lazy, Mr. Zubía. Se me olvidaba que no habla inglés, pero con gusto le traduzco: ¡Deje de llorar y no sea huevón!

 

Este ha sido el Espresso Doble de hoy.

 

 

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