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Crónica de un día de furia líquida en la ciudad

La tarde del sábado 22 de septiembre de 1990, se empezó a formar en el cielo una nube oscura en forma de culebra que desde Santa Eulalia, la vieron sus pobladores con más intensidad y peligro. En tan...
  • Por editora02
Crónica de un día de furia líquida en la ciudad

Por Juan Gómez Franco.- La tarde del sábado 22 de septiembre de 1990, se empezó a formar en el cielo una nube oscura en forma de culebra que desde Santa Eulalia, la vieron sus pobladores con más intensidad y peligro.
En tan solo unos minutos descargó su mayor acumulación en la región noroccidente de Chihuahua, tanto en la ciudad como en la sierra ubicada en lo que hoy es el periférico de la Juventud.
De ahí bajó por el arroyo de la Cantera y arroyos circunvecinos que en aquel entonces bajaban por cerros y mezquites, hoy transformado en zona comercial y fraccionamientos de alcurnia.
Los arroyos y ríos que cruzan por las colonias y fraccionamientos de la capital, despertaron para cobrar vida. Como el sistema circulatorio de Chihuahua, la sangre convertida en agua corrió velozmente por sus venas y arterias, generando una hipertensión hasta encontrar una salida como una fuerte hemorragia. 
Por lo menos en las últimas décadas no se había observado el río Chuviscar salirse de su cauce artificial que es la canalización. Antes se extendía más arriba de la avenida Niños Héroes en la parte sur y por lo menos hasta el Seguro Social en la parte norte.
Ese día, el agua del Chuviscar brincaba los puentes. Era impresionante ver la enorme cantidad de líquido que avanzaba a exceso de velocidad por ese torrente. 
Realidad o rumor se esparció la noticia de que por el Chuviscar iban personas, animales, muebles, tanques de gas, basura, árboles…que se veían flotando.
En muchas viviendas, el agua alcanzó niveles tan altos como el techo mismo.
Los que podían huían como sea para buscar refugio fuera de sus casas. Existía el temor de derrumbe. Otros se subieron en los segundos pisos de sus hogares, los menos en la azotea, pero la cosa era salvarse.
Flor Amparo venía manejando a pocos metros de su trabajo a la casa, cuando escuchó en la radio el testimonio desgarrador de un señor que, llorando, pedía ayuda porque a su nieta se la había tragado el agua y la metió por una alcantarilla.
Otro caso le sucedió a Jesús en la colonia Villa, una de las más afectadas esa noche. De enfrente de su casa le gritaban con llanto desesperado un par de niñas aterrorizadas que estaban solas porque su mamá se encontraba trabajando y el agua ya había penetrado su hogar.
La calle convertida en arroyo, impedía cruzar a Jesús que se amarró a una cuerda, pero su vida corría peligro. Al final no lo logró y gritó con desesperación al vecino de la casa trasera de las niñas para que las salvara. Éste quebró un vidrio de la cocina y las rescató muy a tiempo. El techo de la  casa se derrumbó por el exceso de agua.
Frente al gimnasio Rodrigo M. Quevedo, en el bulevar Díaz Ordaz existen unas casas antiguas, que no están al ras de piso, sino en subterráneo y se llegaba a su interior bajando una escalera. El agua entró cubriendo todos los cuartos, cocina, baño, sin dejar un islote para subirse. Las familias lograron salir a tiempo y trepar a una zona alta empapadas por la fuerte lluvia.
Carros y camiones con personas a bordo fueron arrastrados por lo que algunos usuarios subieron a sus techos, el agua los movía como barquitos de papel; Muchas fueron las víctimas ese día. 
Oficialmente se contaron 43 muertos. El vox populi dice que todavía a hoy siguen muchos desaparecidos.
Las colonias que más afectadas al norte: Insurgentes, Ampliación Insurgentes, Ignacio Allende, Villa, Villa Nueva, Revolución, Dos de Junio, 24 de Junio, Nombre de Dios, Saucito, Avícola, y Granjas. 
Al sureste: Primero de Mayo, Aeropuerto, Granjas Familiares, Dos de Octubre, Melchor Ocampo, Concordia, Robinson, Palestina, Lealtad, lndependencia y Sector Tres; Mármol, San Jorge, Villa Juárez y División del Norte.
Los periódicos citadinos mostraron imágenes desgarradoras de camiones encima de vehículos, casas destruidas, derrumbes, lodo, mucho lodo por doquier, muebles inservibles.
El reportero gráfico de Novedades, Remigio Córdova, murió al intentar rescatar a dos niños que los llevaba la corriente. Testimonios imborrables. La historia de Chihuahua se dividió en el antes y después del 22 de septiembre de 1990.

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