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Bienvenido al trono, roger federer

¿Por qué Roger Federer es mejor que Pete Sampras? Porque 15 son mejores que 14. Bajo esa reflexión se fueron a dormir los aficionados del tenis al observar cómo un suizo de 28 años se apoderó de...
  • Por Editor 02
Bienvenido al trono, roger federer

¿Por qué Roger Federer es mejor que Pete Sampras? Porque 15 son mejores que 14. Bajo esa reflexión se fueron a dormir los aficionados del tenis al observar cómo un suizo de 28 años se apoderó de la denominación de “El más ganador de la historia”. 

“Bienvenido, Roger Federer. Esta es tu casa”. Con esas palabras, y sin la necesidad de un consentimiento previo de los británicos, se podría crear una señalización justo al momento de ingresar a las instalaciones de Wimbledon en Londres, Inglaterra. 

La cancha central del All England Lawn Tennis and Croquet Club es conocida como la catedral del Deporte Blanco. Los jugadores visten de ese mismo color, quizá como una combinación para que nadie resalte más que el propio pasto sagrado de la cancha. En ese lugar donde hazañas y leyendas han ratificado su legado con la raqueta. 

La noche del 4 de julio de 2009 le tocó a Federer, con su capítulo más memorable.

Protagonista junto a Andy Roddick en la final varonil de ese año. Un estadounidense guiado por otro compatriota, pero desde la tribuna, con la encomienda de que mantuviera vigente, pero compartido, el récord de 14 títulos de Grand Slams.

La primera década del nuevo milenio fue completamente de Federer. Presente en las últimas seis finales de los GS avalaban el desglose de su apogeo. El hombre que todo el mundo quería ver en acción. Porque en sí el tenis es un deporte elegante, pero él lo hacía ver aun más con esas maniobras de derecha o de revés ante cualquier oponente del otro lado de la red. 

La capital inglesa era su segunda residencia durante el verano, más que Basilea, ciudad que lo vio nacer. Campeón por cinco ediciones consecutivas y un año después protagonista del considerado por muchos como el mejor partido de la historia, cayendo en la final ante Rafael Nadal. Sin duda Wimbledon era el escenario ideal para asentarse de manera solitaria en la cima. 

Fue un enfrentamiento de servicios letales entre ambos jugadores. Esos trazos que dejaban hasta al de mejor devolución sin capacidad motriz para reaccionar al disparo desde el fondo. Roddick de mayor velocidad y potencia; Roger con un slice para ampliar el punto de aterrizaje. 

El estadounidense se llevó el primer set por 7-5, un quiebre le bastó para adjudicarse el set inicial de tres para el título. En el siguiente, ni cuatro puntos para set fueron adversidad para Federer en el tie break que emparejó el juego a uno por bando. 

La tendencia de los saques ganadores se mantuvo para irse a otro desempate en el tercero, nuevamente para el joven suizo. Saque y un juego efectivo para romper el servicio en dos ocasiones le dieron a Roddick el cuarto set. 

Sin tie break en el quinto y último parcial, como regla del torneo, este se extendió por hora y media más, provocando que la noche empezara a caer en Londres. Ninguno mostraba debilidad al momento de sacar. Ace tras ace se veía en cado lado. Hasta que en el último juego Roddick cedió, con el aviso de punto de campeonato para el “anfitrión”; un tiro fuera de la cancha derivó el final del partido por 16-14. Los aplausos y la ovación de los presentes eran el reconocimiento para el justo vencedor y responsable de casi cuatro horas de suspenso deportivo, un nuevo género en la pantalla y los libros. 

La incredulidad de obtener 15 coronas se miraba en el semblante de Roger Federer.

Celebrando entre saltos y ambas manos a la cabeza, como un niño que aún quería más y sin conocer la definición del conformismo. Ante la mirada de su retador histórico, Pete Sampras, que estaba en el palco de campeones como testigo, observando como su nombre fue relegado en la lista de los más grandes.

Con información de El Imparcial

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