Opinión

El Estado de Bienestar: ¿utopía o asignatura pendiente?

  • Por José Oswaldo
El Estado de Bienestar: ¿utopía o asignatura pendiente?

Por Carlos Jaramillo Vela

Los tiempos actuales imponen la necesidad de reflexionar sobre la viabilidad del Estado de Bienestar, ante los retos que hoy enfrenta dicha aspiración, cuya indiscutible supremacía teórica y moral como valor fundamental del quehacer político, se ve acotada por las condiciones fácticas de una realidad económica, política y social de índole trasnacional, que dificulta o imposibilita la materialización de los ideales de bienestar y progreso colectivos.

Es una verdad inexorable que todos los Estados nacionales se ven en la dificultad de satisfacer las necesidades elementales de los sectores de su población que debido a sus específicas circunstancias de vulnerabilidad requieren de la subvención pública. La razón de esto es la insuficiencia presupuestal para dar cobertura a las ingentes tareas gubernamentales –entre las que destaca, desde luego, la asistencia social-. La conocida frase que afirma que “no hay presupuesto que alcance”, podría explicar con sencilla claridad el problema que representa para los gobiernos de todo el mundo abatir en toda su magnitud el espectro de la marginación, el subdesarrollo y la pobreza, aspectos que constituyen el fundamento ético-filosófico del Estado de Bienestar que todo gobierno aspira a proporcionar a su pueblo.

Aunque la sola frase de Estado de Bienestar, por sí misma explica la naturaleza y fines que sus vocablos sugieren, es preciso definirla bajo el enfoque sociopolítico que en realidad tal expresión tiene, porque si se le disociara de las funciones u objetivos gubernamentales de carácter público que ella implica, se entendería de manera distorsionada su significado, al atribuírsele una connotación privada, particular o individual, opuesta a su verdadera finalidad inherente a lo social o colectivo. El Estado de Bienestar es necesariamente, por definición, un concepto perteneciente al ámbito de la axiología política.

Un claro concepto del Estado de Bienestar es el que en su cátedra, dentro de la División de Estudios de Posgrado, de la Universidad Autónoma de Chihuahua, brinda el maestro Ernesto Alonso García Rodríguez, quien lo describe así en sus apuntes de la materia de Marco General de la Administración Pública: “Es un conjunto de medidas protectoras de las gentes de menores niveles de renta, relacionadas con las necesidades de educación, de atenciones familiares, de prestaciones de tipo sanitario, de ayuda a los desempleados, así como de los fondos precisos para cubrir la financiación de pensiones por vejez, invalidez y supervivencia. Estas atenciones en forma de servicios o de dinero, son financiadas, ya con cotizaciones de los empresarios y de los obreros, ya con impuestos”.

Por lo que respecta al origen del Estado de Bienestar –bajo su concepción moderna-, el maestro García Rodríguez lo sitúa en Europa, pues afirma: “El Estado de Bienestar surgió como nueva forma de organización política en el continente Europeo, tras la II Guerra Mundial. Ha servido de cimiento a los partidos socialdemócratas con el ambicioso objetivo de erradicar la pobreza y asegurar el pleno empleo, pero ni en su etapa más próspera ha podido alcanzarlos. A estos dos objetivos se añade la de proporcionar una vida digna a los ciudadanos centrándose en tres necesidades fundamentales, como son, la sanidad, la educación y la vivienda”.

No obstante las enormes dificultades enfrentadas por los estados nacionales en su esfuerzo por generalizar las condiciones de igualdad para abatir el rezago social y la pobreza, es  pertinente enfatizar que existe un indisoluble vínculo entre las funciones estatales y el Estado de Bienestar, ya que el objeto primordial de los órganos políticos es velar por el cumplimiento de los derechos humanos y asegurar la calidad de vida de los ciudadanos, en las sociedades que gobiernan. Por tan elemental razón el Estado de Bienestar es una meta irrenunciable para cualquier gobierno. Existen lógicas diferencias que debido a la diversidad de problemáticas socioeconómicas y políticas presentes al interior de los países, podrán hacer variar las políticas sociales que estos implementen en la búsqueda del bienestar colectivo; sin embargo, por utópico que pueda parecer el pleno logro del ideal de bienestar, este nunca dejará de ser una asignatura pendiente para los Estados Nación, que siempre tendrán el deber de dirigir sus esfuerzos hacia la consecución de la justicia y la igualdad social, y al otorgamiento de oportunidades, a aquellos ciudadanos que se hallan en desventaja y/o resultan vulnerables por sus particulares circunstancias físicas, psicológicas, raciales, económicas, sociales o culturales.