Opinión

Ganadería, soporte y orgullo de Chihuahua

  • Por José Oswaldo
Ganadería, soporte y orgullo de Chihuahua

Por Carlos Jaramillo Vela

El reciente anuncio hecho por el Gobernador César Duarte respecto a la autorización del Departamento de Agricultura (USDA) del gobierno norteamericano, para la reapertura de la frontera estadounidense a la exportación de ganado y carne empacada de Chihuahua, es motivo suficiente no solo para reconocer el valor de las intensas gestiones que en ello invirtieron tanto el mandatario estatal y su gabinete agropecuario, como los ganaderos chihuahuenses -representados por la Unión Ganadera Regional de Chihuahua y la Unión Ganadera División del Norte-, sino también para ponderar el significado que dicha actividad –de la cual dependen 125 mil familias chihuahuenses- ha tenido y tendrá para la historia económica, social y cultural de Chihuahua.

La ganadería ha sido durante siglos una de las principales actividades económicas de nuestro estado, al que ha dado renombre tanto por su productividad como en virtud de la calidad de la carne que aquí se produce. Asimismo, ha constituido una importante fuente de ingresos por su contribución al desarrollo económico y social de la entidad. De igual modo puede decirse que la crianza y producción extensiva de reses, es decir en los típicos y pintorescos ranchos ganaderos que forman parte del estético paisaje chihuahuense, es uno de los emblemáticos íconos que definen a esa diversidad de aspectos de la cultura inherente a esta patria chica, de la que emanan los sentimientos de identidad y pertenencia que nos enorgullecen a los hijos y las hijas de Chihuahua. Por ello, hablar de la supervivencia y el progreso de la ganadería local, es sinónimo de preservación de una de las más representativas tradiciones del tenaz y honesto modo de vivir, ser y trabajar, que tanto en sus orígenes como en la actualidad, ha descrito el sólido carácter de las mujeres y los hombres de Chihuahua.

El feliz anuncio del levantamiento de la veda comercial de tipo sanitario que prohibió durante más de dos años el ingreso de becerros y/o carne chihuahuense a los Estados Unidos de Norteamérica, no vino solo, sino acompañado de otra bienaventurada circunstancia que coloca a los productores de ganado bovino en inmejorables condiciones, pues se dio a conocer también que el precio de la libra de ganado en pié se tasa en 3 dólares con seis centavos, lo que significará para los ganaderos la posibilidad de vender en 12 mil o 14 mil pesos un becerro de tamaño regular, cuyo peso se sitúa aproximadamente entre 150 y 160 kilogramos. Tal valor significará un aumento sustancial en los ingresos de las familias que dependen de esta actividad pecuaria, pues después de haberse encontrado hace algunos meses en un valor aproximado de cuatro o cinco mil pesos por animal, hoy la plusvalía internacional de los semovientes ha aportado a estos un sobreprecio de más de doscientos por ciento. Así, cualquier ganadero pequeño que produzca anualmente 40 o 50 becerros podrá alcanzar ingresos brutos de entre 500 y 600 mil pesos, siempre y cuando en compañía de sus similares se incorpore a adecuados esquemas de asociación y comercialización que le permitan aprovechar las bondades de este nuevo logro, alcanzado en beneficio de la economía chihuahuense mediante las gestiones del Gobierno del Estado de Chihuahua, los productores locales y las autoridades norteamericanas.

Con motivo del trascendental tema referido, es pertinente mencionar las iniciativas y resultados obtenidos por el mandatario Duarte, desde el inicio de su gestión, en la exportación y comercialización hacia Japón, de carne empacada de bovino de primera calidad, lo que revela la clara visión del titular del ejecutivo chihuahuense sobre la importancia que tienen para la agroindustria local y nacional la industrialización y el valor agregado de la carne. Así que hoy -sin demérito del gran valor del intercambio comercial Chihuahua-Estados Unidos-, se empieza a ver que la subsistencia de la ganadería de Chihuahua no depende solo del norte, pues Asia y Europa representan un considerable potencial de mercado, compuesto por 4 mil 780 millones de consumidores.

Igualmente es oportuno citar que la ahora superada veda de castigo a los ganaderos se derivó de la existencia de desacatos sanitarios, así como de abusos y corruptelas. Mientras el gobierno norteamericano advirtió sobre medidas preventivas que debieron haberse tomado para garantizar la salud de los animales, tales recomendaciones no fueron cumplidas por algunos productores. Además hubo tráfico de ganado proveniente de otras entidades del país, que se intentó exportar hacia los Estados Unidos sin ser del origen ni la calidad de las reses chihuahuenses. Entonces la sanción norteamericana no fue unilateral, ni autoritaria o caprichosa, sino producto de la deshonestidad y el desdén que suele caracterizar a algunas personas. Es decir, pagaron muchos justos las culpas de algunos pecadores. Sin embargo eso ya es historia -aunque amarga, pero historia-, lo actual y trascendente es que la frontera ganadera ha sido reabierta y a precios de excelencia, lo que reivindica a nuestra prestigiada ganadería como uno de los puntales del orgullo y el desarrollo de Chihuahua.

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