Opinión

La violencia en la calle… una vez más

  • Por José Oswaldo
La violencia en la calle… una vez más

Por Juan Blanco

Con preocupación vemos que las calles se vuelven a teñir de sangre, a ser testigos, los vecinos de las colonias de la ciudad, con asombro y temor, como a balazos son las persecuciones peliculescas entre los bandos de capos que han vuelto a tomar la ciudad como centro de operaciones para sus fines.

Era como si hubiéramos superado la angustia que se vivió hace unos meses cuando en cualquier esquina, de cualquier colonia y a cualquier hora, los ciudadanos fuimos víctimas calladas de la violencia que arrebato la calma de la cuidad y del estado completo a niños, jóvenes y adultos por igual.

Las recientes ejecuciones tanto en la ciudad de Chihuahua, como en el resto del estado, hablan de una realidad que nos alcanza otra vez, quizá matizada por algunas circunstancias variadas, pero que todavía no ha sido superada en la totalidad y que se desborda con facilidad víctima de cualquier altercado entre las bandas delincuenciales, que han hecho de nuestro estado, un centro de operaciones nacional.

Mención especial, merece la procuración de justicia, donde la verdad, se ha quedado a deber a la población, pocos, muy pocos, son procesados y de estos casi ni uno es encarcelado, la impunidad es un aliciente feroz, que estimula la delincuencia y propicia, que sobre todo los jóvenes, sientan un deseo de experimentar en la delincuencia organizada, una forma y proyecto de vida. En este sentido, las reformas que se han realizado como la oralidad de los juicios y las penas por secuestro y robo de autos han sido insuficientes, porque de todos modos los delincuentes siguen operando impunemente.

Abatir la corrupción en todas sus formas, desde la integración de los expedientes hasta el desarrollo de los procesos y facilitar el acceso a la justicia, protegiendo a las víctimas más que a los delincuentes, es una tarea prioritaria de la autoridad.

En la delincuencia, hay más recompensa que castigo, el estímulo es atrayente… adictivo, el dinero fácil y el poder, aunado al status que te da ser el jefe del equipo y la adquisición de lujos superfluos, son motores que mueven a los jóvenes a involucrarse en estas actividades que los atrapan en los círculos viciosos, que les cierran el paso en la sociedad y que los orilla a más violencia y vicio que a la vez los degrada más y los aleja de la familia, de la educación y del progreso sostenido.

Recomponer el estado de derecho, recuperar los espacios públicos, facilitar la convivencia familiar y rescatar nuestro sentido de identidad deberían ser tareas prioritarias de la autoridad. Encaminar acciones que aporten y den sentido al tejido social cohesionando las estructuras sociales, facilitando el crecimiento del individuo ya sea por medio del deporte, la educación, la cultura o el trabajo digno y decoroso.

Una acción decidida de trabajo coordinado, de suma de voluntades de todas las autoridades incluidas los tres niveles de gobierno, así como un replanteamiento en cuanto a la forma de invertir y gastar el presupuesto de educación, cultura y deporte podrían ayudar a solucionar este problemática en el mediano y largo plazo.