Opinión

El pronóstico México

  • Por José Oswaldo
El pronóstico México

Por Carlos Jaramillo Vela

Los comicios del año entrante habrán de ser, sin duda, el parámetro de la percepción de la ciudadanía respecto al primer trienio de gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto. Aunque por sí solas, las acciones emprendidas por la presente administración federal priísta bastarían para vaticinar el triunfo del PRI en el proceso electoral del año 2015, en días recientes ha venido a sumarse al escenario político un acontecimiento externo, que aunque no depende de la voluntad del gobierno en turno sí contribuye a incrementar la superioridad del PRI en las preferencias que el electorado le confiere a este en relación al PAN, su más cercano competidor.

Tal acontecimiento, que sobrevino a causa de la inapropiada conducta de algunos diputados federales del PAN –entre ellos Luis Alberto Villarreal y Jorge Villalobos Seáñez, coordinador y vicecoordinador de la bancada blanquiazul en la Cámara de Diputados-, pone en evidencia la liviandad e inmadurez con la que se condujeron dichos representantes populares al organizar y asistir en compañía de otros colegas de bancada a una fiesta privada en la que se regocijaron con bailarinas de “table dance” dentro de una lujosa y cara mansión de playa, al parecer pagada con cargo al erario público, durante su estancia en Puerto Vallarta, a principios de 2014, con motivo del análisis del contenido de la reforma energética propuesta por el Poder Ejecutivo.

Fue tan estruendoso el impacto mediático y político del desliz protagonizado por los diputados albiazules, que hasta el ex presidente Felipe Calderón se vio obligado a reconocer ante los medios no solo la marcada corrupción y el desorden que hoy afectan a su partido, sino también la vergüenza, el agravio y la decepción que ello le causa. Así pues, mediante los aciertos de la administración encabezada por el presidente priísta Enrique Peña Nieto, y con la inexorable reacción electoral que habrá de desprenderse de los grotescos yerros cometidos por la oposición de la derecha, el PRI se enfila hacia unas elecciones federales –y además 18 comicios locales en igual número de entidades federativas- en las que se prevén condiciones propicias para la obtención de buenos resultados.

Por parte de las fuerzas políticas alineadas en el flanco ideológico de izquierda, este segmento opositor atraviesa por una especie de suerte semejante a la que hoy sufre el panismo, por lo que tampoco puede decirse que la izquierda tenga frente a sí un escenario alentador, ya que una vez divulgadas las corruptelas e irregularidades cometidas en la licitación, contratación y construcción de la Línea 12 del Metro por la administración de Marcelo Ebrard durante su gestión como Jefe del Gobierno del Distrito Federal, se vislumbra un panorama gris tanto para las aspiraciones del PRD como para el resto de los partidos de izquierda. Además, como si lo anterior no bastara, a la inminente calamidad política del izquierdismo se suma la agravante representada por el reciente registro que el Instituto Nacional Electoral otorgó al Partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), encabezado por el controversial y beligerante Andrés Manuel López Obrador, quien con su actuar como dirigente de este nuevo partido político fragmentará aún más a la ya de por sí debilitada izquierda.

Entre los hechos palpables, que significan innegables logros del ejercicio del Presidente Peña Nieto, figuran la serie de trascendentes reformas que con gran rapidez  -a solo un año y medio del inicio de su gobierno- ha concretado para transformar el rostro del país. Existen un ánimo y una percepción positivos, tanto dentro de México como en el entorno internacional, debido a las fundadas expectativas de crecimiento y desarrollo generadas mediante estos cambios estructurales, adoptados por el Estado mexicano para actualizar su andamiaje jurídico-económico con un claro sentido de justicia social. Las reformas en las materias educativa, financiera, hacendaria, de competencia económica, de telecomunicaciones, política, energética, penal, agropecuaria y laboral, constituyen una promisoria refundación institucional que detonará las oportunidades del desarrollo social y humano de los mexicanos sobre bases de mayor equidad y bienestar. Aunque muchos sectores de la población aún no lo perciben con claridad, durante los próximos años, y a corto plazo, con los cambios experimentados México podrá mejorar sensiblemente el fortalecimiento de las variables de su macroeconomía y su crecimiento económico, pues se incrementarán la recaudación fiscal, las inversiones pública y privada, la generación de infraestructura, el empleo, el ingreso per cápita, el ahorro, la producción, el consumo y la oferta de bienes y servicios, todo lo cual redundará, en el aspecto interno de la nación, en una mejor distribución de la riqueza y en un aumento del gasto social que permitirán elevar los indicadores de alimentación, salud, vivienda digna, servicios y educación, así como mejorar la calidad de vida de los mexicanos; mientras que en lo externo nuestro país se consolidará -tal como lo han vaticinado algunos expertos- como una de las principales diez economías del mundo.

Bajo tal situación, el PRI, que en la práctica y con resultados tangibles de su desempeño gubernamental sigue demostrando la capacidad y experiencia que lo colocan por encima del resto de los partidos mexicanos, se perfila como el indiscutible protagonista del triunfo electoral del año 2015. El tiempo confirmará la razón de este pronóstico, cuyas bases y perspectivas nacionales de largo pazo lo sitúan más allá de la inmediatez temporal de una efímera elección.

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