Opinión

La moral es un árbol que da moras

  • Por José Oswaldo
La moral es un árbol que da moras

Por María Eugenia Campos Galván

Y después de esta frase, los funcionarios del PNR (Partido Nacional Revolucionario, ahora PRI), se acuñarían  muchas otras frases o conceptos convertidos en dichos populares o palabras comunes  que representaban la vida y la cultura política de nuestro país.

El famoso “dedazo” por ejemplo, conocido como el procedimiento democrático por el cual se nombrarían no solo candidaturas de destacados miembros del régimen priista, sino también virtuales ganadores en elecciones democráticas (Por supuesto). Que tal el término “Dinosaurio”: definido como el político que por su edad avanzada, es hábil para perpetuarse en los cargos, para ser un parasito y explotar financieramente al Estado. O el concepto de “Sindicato”(Ahora tan de moda): Conocido como el mecanismo para controlar y agrupar a todos los trabajadores en un solo equipo que, gracias a su férrea convicción, opera de manera disciplinada el voto por cierto partido político o para manifestarse en contra de tal reforma o personaje.

Nada tendría de malo estos conceptos, dichos o palabras, si la mayoría de los mexicanos no hiciéramos alusión a éstas con aceptación y picardía. “¿Pues qué? Al cabo así es la política en nuestro país”.  Y desgraciadamente así lo es: Encuestas de reconocimiento internacional  arrojan datos desalentadores. Por ejemplo: cinco de cada 10 mexicanos afirmaron en encuesta del 2011 que “los diputados y senadores toman más en cuenta al elaborar las leyes, sus propios intereses, que a los de la ciudadanía”, así mismo  seis de cada 10 mexicanos piensan que las agrupaciones ciudadanas tienen poco poder para cambiar las cosas en México y cinco de cada 10, que los ciudadanos en general tienen poco o ningún poder para cambiar nuestro país. Es decir, quien manda en México es la elite del poder y mientras más mañosos e inamovibles, mucho mejor.

Por eso, ahora los índices de aprecio hacia la democracia también son tan bajos. La democracia que antes se suponía una herramienta para obtener una mejor calidad de vida, ahora es vista como un concepto que solo acarrea ineficiencia e ineficacia.

Líderes populistas y sin cultura democrática, gobiernan cada vez más nuestro país. Sólo basta que tengan carisma y recursos para repartir, para convencer temporalmente a sus ciudadanos. Avergüenza como apenas a unas semanas de tomar el cargo, los recién políticos se olvidaron de todas esas promesas, y dentro de su único interés, se encuentra el “quedar bien” con sus supremos líderes que los hicieron ganar una elección y no con la ciudadanía que “votó” por ellos. Si prometemos, debemos cumplir. Si no podemos cumplir, no hay que prometer, y para ganar una elección debemos dejar de mentir.

Un solo deseo para México, una sola reforma, una sola petición para el sistema priista y para los que siguen creyendo que “La moral es un árbol que da moras”, y que  “Es un error vivir fuera del presupuesto”: Urge la reelección legislativa. Solo de ésta forma obligaremos a los actores políticos a cumplir sus promesas, una vez llegando a sus curules, despachos o escaños. Solo así, dejaremos que se burlen de la ciudadanía cuando no contestan el teléfono, no atienden sus gestiones y se dicen trabajar en cosas “más” importantes.