Opinión

La culpa es de los medios

  • Por José Oswaldo
La culpa es de los medios

Por Alfredo Piñera

El desarrollo democrático de una sociedad no se define finalmente en el resultado de los procesos electorales, sino que a partir de ahí empiezan a dibujarse las condiciones políticas que prevalecerán durante la permanencia en el poder de quienes obtuvieron el triunfo comicial.

Esos resultados electorales tampoco son reflejo de la convicción original o real de los electores, sino del grado influencia y la presión que antes y durante el proceso electoral ejercieron sobre ellos los medios de comunicación, fuente principal de información política para los electores.

Por eso, de cara a las elecciones, el desempeño de los medios de comunicación es fundamental para determinar los resultados y en la medida en que los propios medios intervengan la alternancia y la pluralidad política podrá presentarse. Desde esta perspectiva, los medios de comunicación tienen bajo su responsabilidad la posibilidad de impulsar, ralentizar o detener el desarrollo democrático de una sociedad.

Cuántas veces nos hemos preguntado ¿qué pasaría si repentinamente el Estado estuviera imposibilitado, por ley, para contratar  publicidad en los medios de comunicación masiva privados? Una respuesta ineludible es que la mayoría de ellos, sobre todo los digitales, estarían en muy grave riesgo de desaparecer o al borde de la quiebra.

Y es que dice Oscar Müller Creel, propietario del sitio web vivelohoy.com, el Estado está en posibilidad de ejercer un control político de los medios de comunicación a través de la publicidad oficial. En México el gobierno es uno de los principales consumidores de publicidad que se exhibe en los medios y, por consecuencia, se puede volver selectivo en sus políticas de contratación, incluyendo la preferencia a aquellos medios que les cause la menor incomodidad.

"Pero también puede hacerlo a través de la denominada “auto censura”, que son las propias limitantes que las empresas de información establecen en sus filtros para evitar situaciones que les puedan perjudicar. El Estado puede provocar la auto censura a través de una fuerte inversión en la compra de publicidad (comprometer) o la no inversión (amenazar)".

Müller Creel señala que en el caso de México y en lo particular Chihuahua se encuentran vivas estas conductas; el gobierno federal de Enrique Peña Nieto, de acuerdo al periódico Reforma, en los primeros diez meses del 2013, se gastó en publicidad oficial una cantidad superior a los treinta y siete millones de dólares y para el mismo periodo del 2014, el gasto en tal concepto había superado los ciento cuarenta millones de dólares.

"Estas cifras son preocupantes, no denotan la buena fe de un gobierno en informar al público, sino la intención de poner una mordaza a los medios de comunicación a través de la auto censura derivada del interés económico. Se sigue aplicando la frase que se atribuye al ex presidente López Portillo “no te pago para que me pegues”.

¿Cuáles son los caminos para superar esta complicada realidad de los medios de comunicación? Primero que nada, los partidos políticos y la sociedad deben buscar la forma de garantizar a los medios de comunicación su supervivencia en caso de la pérdida del subsidio oficial, ya sea mediante la adquisición de publicidad para las empresas privadas o por la vía del patrocinio/subsidio comercial.

La segunda vía es el impulso de la profesionalización y el involucramiento cívico-político de los informadores, desde invitarlos a la elaboración de las plataformas políticas y las propuestas electorales hasta el becado académico y subsidio educativo para los profesionistas de la comunicación, incluyendo sus colegios y forma de organización.

Otro ingrediente valioso es el periodismo humano, es decir, impulsar el periodismo de calidad humana, veraz, honesto e independiente, con el foco principal en las personas, especialmente en los más débiles, cada vez más invisibles para los medios de comunicación tradicionales.

"Recuperar la función social del periodismo y el concepto de servicio público al ciudadano y no al servicio de intereses económicos y políticos particulares. La información no es una simple mercancía o negocio, sino un bien público y un derecho y sí es posible hacer a la sociedad socio de los periodistas".

Müller insiste en impulsar un periodismo profesional, sin ánimo de lucro y libre de censura. "Pero sabemos que el periodismo cuesta dinero y que los periodistas también comen, así que esperamos que los ciudadanos, organizaciones e instituciones públicas y privadas asuman la necesidad y utilidad pública del periodismo humano que proponemos y que contribuyan, en la medida de sus posibilidades, a financiarlo". Por supuesto hay mucho más por escribir.

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