Opinión

¡Es la cultura política!

  • Por Denisse
¡Es la cultura política!

Por: Maru Campos Galván

Es indispensable una cultura política democrática arraigada en la población para contar con instituciones democráticas fuertes

Los valores cívicos que profesan los actores políticos y los ciudadanos (si los hay y se practican) moldean la calidad de instituciones. ¿De qué sirve una ley de vialidad si los ciudadanos no la cumplen y la autoridad carente de esos valores no la aplica? ( mejor pide “mordidas“)

El ser autoridad no implica precisamente poner orden a través de los balazos sino aplicarla a través de la ley y los canales definidos para ellos.

El ser ciudadano implica no hacer justicia por  propia mano ni dejar que las cosas sucedan en la comunidad porque “no puedo cambiar nada” sino participar, trabajar y corresponsabilizarse del entorno.

La cultura política mueve masas, derrota tiranos, genera democracia y origina de forma indirecta una mejor calidad de vida.

¿Qué hubiera pasado en nuestro país si la venta de Teléfonos de México se hubiese dado en un contexto democrático? . Una de dos: o esta no se hubiera dado o se hubiera generado una ola de protestas que seguramente hubiesen inhibido una venta discrecional, monopólica e ilegal para los mexicanos gracias a la cual nació el hombre más rico del planeta.

¿Qué hubiera pasado en la India ante  la ausencia de la democracia? Tal vez el mundo entero seguiría sin enterarse de Las hambrunas que prevalecían en el país y los apoyos internacionales jamás hubiesen llegado.

Para qué exista desarrollo se requiere de la democracia desde el punto de vista de la apertura o el acceso a las oportunidades y para que esta exista se requiere de la cultura política de ambos lados. Una elite que la acepte y la promueva y una ciudadanía que la asuma y la practique.

Los ciudadanos más educados tienden a valorar más la democracia y cultivan un estilo tolerante, moderado, limitado y racional en el terreno político. Son atentos al devenir político, se ocupan de las cuestiones políticas y públicas y se comprometen activamente en organizaciones sociales. Confiados en su propia capacidad de influir sobre el gobierno y decididos a la hora de manifestar su confianza en otros, saben que eludir la ley es más costoso económica y socialmente.

Esas actitudes impiden el surgimiento de la tiranía, la corrupción y la debilidad de instituciones. Obliga a los  a ejercer su autoridad y desterrar la impunidad. Inhibe las tentaciones de totalitarismo y definitivamente promueve el crecimiento económico y  la solidaridad para cerrar grandes brechas de desigualdad.

¿O acaso existe algún país desarrollado en el planeta que no cuente con ciudadanos y clase política gobernante que lleven consigo esa cultura política? Todos sin duda cuentan con instituciones y ciudadanos  hechos en va­lo­res y creencias de respeto, tolerancia, participación, corresponsabilidad y solidaridad. ¿No hay que empezar ya con México?