Opinión

Alberto Almeida Fernández y la defensa por el agua

  • Por José Oswaldo
Alberto Almeida Fernández y la defensa por el agua

Por Kamel Athié

Quienes viajamos a Juárez siempre deseamos llegar a Villa Ahumada, para degustar los exquisitos “burritos” que con especial atención y esmero, expenden infinidad de lugareños que han hecho de esa actividad su modus vivendi, generándole al municipio empleos y derrama económica.

A mí, me resultaba obligado visitar el prestigiado restaurant Arizona, no sólo por los platillos típicos de la región…y porque los tales y cuales “burritos” son artificiosamente preparados con tortillas al instante, sino porque invariablemente saludaba a mi amigo Alberto Almeida y a su distinguida esposa que estaban pendientes de la atención esmerada a los paseantes comensales.

Nos unía una amistad añeja derivada de la función pública, pues cuando él fue presidente municipal, yo ocupaba el cargo de Secretario de Planeación en la época de Patricio Martínez, y compartimos múltiples proyectos de equipamiento urbano y de abatimiento de rezagos en los servicios públicos, que le preocupaban al entonces muy joven alcalde y al inquieto y propositivo ex gobernador. Posteriormente continuamos en contacto cuando fue recaudador de rentas y presidente de la Junta Municipal de Aguas.

Alberto además de su jovial figura y elegante estilo, fue muy querido en Villa Ahumada por su magnanimidad y compromiso con la gente, preocupado por el progreso del municipio, del cual era un ejemplo como empresario y productor agropecuario, que en medio del desierto se empeñó en el progreso de la región, haciendo esfuerzos colosales para superar los retos que imponen el clima extremoso y las recurrentes sequías.

Recuerdo que allá por el 2008/2009, cuando el Estado estaba en plena ebullición por la inseguridad con miles de homicidios, expansión de los secuestros y extorsiones -ambiente en el que descollaba Villahumada- platicaba con Alberto para convencerlo que abandonara la plaza, porque él, era centro de atención para los mafiosos…y su respuesta fue tajante al decirme: “Kamel yo nací y me crié aquí…de aquí son mis padres y ancestros, no cerraré el Arizona ni dejaré mis negocios”. Al paso de un lustro las cosas cambiaron…las amenazas se disiparon y no volvimos a tocar el tema.

En ocasión de la reciente visita del Presidente Enrique Peña Nieto a Juárez, llegué al restaurant Arizona y sin sorpresas vi a mi amigo Alberto y a su querida esposa, pendientes de la atención a clientes…y como era costumbre mi amigo me acompañó en la mesa, para compartirme su genuina preocupación por la brutal explotación que están haciendo del agua subterránea en los acuíferos Villa Ahumada/Flores Magón.

Sus reflexiones desde una zona desértica eran propias de las de un habitante del planeta preocupado por la ecología y cuidado del medio ambiente; se interrogaba: “¿Cómo es posible que acuíferos fósiles que tardaron millones de años en formarse, en 2 o 3 décadas les den en la torre?” Cabe apuntar que junto con otros productores y organizaciones de la región hicieron diversas denuncias ante la PGR por la apertura de cientos de pozos ilegales o con permisos espurios por parte de un segmento de la comunidad menonita.

Muchos menonitas se han arraigado en Chihuahua dese 1922 y la gran mayoría de ellos han evolucionado favorablemente en la actividad económica y se han asentado definitivamente en diversos sitios del Estado, sin embargo hay un sector de ellos que a manera de “agricultura transhumante”, con prácticas depredadoras que se asientan en los acuíferos hasta agotarlos, por regar con técnicas arcaicas derrochadoras de agua. Tema que merece reflexión aparte y profunda.

Alberto sin ser “barzonista”, coincidía en el tema del agua con el grupo de productores que se oponía a esta salvaje forma de atentar contra el agua, entre los cuales destacaba Ismael Solorio que también fue arteramente asesinado junto con su esposa Manuelita Solís en el 2012, de lo cual pedí justicia desde la tribuna de la Cámara de Diputados.

Me duele mucho la partida de Alberto, igual que me conmovió la de Ismael, no sé si la muerte de ambos se debió a la defensa que hicieron por el agua, o por razones concidentales diferentes, pero merecen mi reconocimiento y respeto… por su compromiso en pro de las generaciones actuales y venideras.

Villa Ahumada está de luto por la irreparable pérdida de uno de sus hijos más connotados y comprometidos; sus hijos y esposa tienen el corazón sangrando, pero seguramente con un espíritu fuerte por la cauda de enseñanzas y experiencias que les deja un hombre ejemplar martirizado tal vez por seguir las causas más nobles de la humanidad que es el cuidado del agua.

Me quedo con la imagen de Alberto de carácter afable y sencillo; con gran facilidad de socializar y por su entrega a la amistad limpia y sincera. Seguiré visitando el Arizona y degustando de sus deliciosos platillos típicos, por que se que su esposa y sus hijos lo sacarán adelante.

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