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Copiloto de Germanwings quería ser inmortal

El copiloto de Germanwings Andreas Lubitz, quien presuntamente estrelló de forma deliberada el Airbus A320 de Germanwings en los Alpes franceses causando la muerte de 150 personas, dijo que algún...
  • Por Daniela Jiménez
Copiloto de Germanwings quería ser inmortal

El copiloto de Germanwings Andreas Lubitz, quien presuntamente estrelló de forma deliberada el Airbus A320 de Germanwings en los Alpes franceses causando la muerte de 150 personas, dijo que algún día el mundo conocería su nombre.

Así lo relató una exnovia de Lubitz al diario alemán Bild asegurando que el joven había estado sometido a tratamiento siquiátrico.

“Un día haré algo que cambiará todo el sistema y entonces todos conocerán mi nombre y lo recordarán”, dijo Lubitz a su exnovia en repetidas ocasiones.

La azafata de 26 años aseguró que mantuvo un noviazgo secreto con quien cometió el asesinato masivo que ha provocado una ola de impotencia, ira y desconcierto en Alemania y en todo el mundo.

Según la joven, cuya identidad no fue dada a conocer, Lubitz solía ser tierno y cariñoso en la intimidad, pero cuando hablaban de asuntos laborales entonces se enardecía.

“Siempre hablábamos mucho de trabajo y entonces se convertía en otra persona, se alteraba por las condiciones en las que tenemos que trabajar: poco dinero, miedo por el contrato y demasiada presión”, relató.

Dijo que se separó de él porque se daba cuenta de que Lubitz “tenía problemas” y solía perder los estribos y le gritaba. “Yo tenía miedo. Una vez incluso se encerró durante un buen rato en el baño”.

Además, Lubitz “sabía ocultar muy bien ante los demás lo que le pasaba realmente y de su enfermedad nunca habló mucho, sólo que estaba en tratamiento siquiátrico”.

La chica señaló que el presunto autor de la tragedia de Germanwings soñaba con ser capitán de Lufthansa, pero reconocía que debido a su enfermedad eso no sería posible.

En últimas fechas, Lubitz tenía una nueva novia que trabaja como profesora en Krefeld, una localidad de Renania del Norte-Westfalia, y con la que vivía en su departamento de Düsseldorf.

Otras teorías que han sido descartadas sobre lo que pudo llevar al joven, de 27 años, a estrellar el avión en los Alpes franceses de manera voluntaria es que ese mismo día supo que iba a ser despedido de la compañía.

Mientras tanto, las autoridades francesas han acelerado el rescate e identificación de los restos de las víctimas del avionazo.

Hasta que las familias no tengan en su poder los restos de sus seres queridos, la localidad de Le Vernet, la más próxima al lugar del accidente, se ha convertido en el centro donde acuden a hacer el duelo de su desaparición.

Aparte, no veía bien

El diario estadunidense The New York Times informó que Lubitz tenía graves problemas de visión, lo que podría haber puesto en peligro su trabajo.

Según el periódico, que cita a dos fuentes con conocimiento de la investigación, Lubitz buscó tratamiento a este problema que quizá fuera de carácter sicosomático.

El periódico recuerda que, según varios testimonios, para Lubitz era muy importante volar y que no había cumplido sus aspiraciones profesionales de cubrir rutas de larga distancia como comandante.

La Clínica Universitaria de Düsseldorf informó el viernes que Lubitz había sido evaluado en sus instalaciones por última vez el 10 de marzo.

En un comunicado, la clínica calificó de “incorrecto” que Lubitz fuera tratado en ella por depresión y dijo que había acudido al centro para contrastar diagnósticos, sin dar más detalles.

Visitó la zona del siniestro

Lubitz viajó en varias ocasiones a la zona del siniestro, en los Alpes franceses, según dijo Francis Kefer, del club de vuelo en Sisteron a la televisión francesa iTele.

De niño conoció bien la zona a la que iba con sus padres, que acudieron a la localidad francesa con su club de vuelo, dijo Kefer a la televisión en un programa que se emitió ayer.

Sisteron se encuentra a 40 kilómetros al oeste del lugar donde se estrelló el avión.

“Entre 1996 y 2003 el Club de Montabaur vino aquí regularmente”, señaló Kefer, para practicar el vuelo sin motor. El copiloto acudió entonces con sus padres.

El padre de Andreas Lubitz está “completamente hundido”, según el alcalde de la localidad cercana al lugar del siniestro Prads-Haute-Bléone, Bernard Bartolini.

El contenido de la caja negra encontrada apunta, tal y como reveló esta semana la fiscalía francesa, que Andreas Lubitz habría provocado que el aparato se estrellara en las montañas, tras aprovechar una ausencia del piloto.

Su padre, según indicó el alcalde en declaraciones ofrecidas a la cadena francesa BFM TV, “siente sobre él toda la responsabilidad de ese drama” y “atraviesa una angustia increíble”.

Bartolini dijo que vio al padre del copiloto el jueves, en la ceremonia en la que se levantó en el pueblo vecino de Le Vernet una pequeña estela con un texto en francés, español y alemán que se ha convertido en lugar de peregrinación de los familiares de los fallecidos. El padre del copiloto acudió al lugar junto con los allegados de los miembros de la tripulación.

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