Opinión

Fuentes Mares el gran ausente

  • Por Denisse
Fuentes Mares el gran ausente

Por Héctor Arriaga Guirado

Conjunto arquitectónico vanguardista y llamativo, construida una parte y renovada la otra por el gobierno estatal a principios de la presente década, el Centro Cultural Bicentenario es refugio último del Instituto Chihuahuense de la Cultura (ICHICULT) organismo a cargo de la difusión, promoción y resguardo del patrimonio cultural de todos los Chihuahuenses.

Ahí, puede vérseles en actitud meditativa, ellas pensativas y ellos serios y formales, en enormes fotografías de plástico que dominan la estilizada estructura de la Biblioteca Carlos Montemayor, eje principal del Centro Cultural en una esquina de la ya añeja ciudad deportiva.

Se trata de la crema y nata del intelecto Chihuahuense, o como lo dejara entrever Fermín Gutiérrez director del ICHICULT cuando se inauguró el complejo, de rendir homenaje a algunos de los nombres más ilustres que la cultura de Chihuahua ha dado especialmente en el rubro de la literatura, y sin duda, por lo menos en el caso de algunos de ellos y ellas, ciertamente lo son.

Aparecen de izquierda a derecha, aparentemente al azar, los escritores Jesús Gardea, la pintora muralista y también mujer de letras Aurora Reyes, el relator de la revolución mexicana Martin Luis Guzmán, y los contemporáneos Víctor Hugo Rascón Banda, Carlos Montemayor (éste último de quien la biblioteca lleva el nombre), y los también chihuahuenses Rogelio Treviño y Ramón Olvera Cobos.

Para quien pasa por ahí y varios cientos, quizá miles, lo hacen a diario, se trata de rostros difícilmente reconocibles sobre todo en el caso de los más viejos como Aurora Reyes o Martin Luis Guzmán, pero cuando logra identificarlos  porque los nombres aparecen a un lado y toma conciencia que están relacionados con la cultura y las letras, de inmediato surge la pregunta: ¿Dónde está José Fuentes Mares?

Y es que para varias generaciones la literatura en Chihuahua está intima e inmediatamente ligada a la figura del que fuera rector de la UACH, periodista, abogado, escritor, historiador y filósofo José Fuentes Mares, a quien al parecer las autoridades de todos los niveles han ido olvidando.

Porque si bien no hay una intención “oficial”, en los hechos puede hablarse de una inercia no consensada pero real de que la figura del que también fuera agregado cultural de la Embajada de México en España vaya siendo relegada.

Primero fue el retiro hace varios años de su efigie del parquecito donde por un lapso permaneció sentado, rígido y gris, parque que por un tiempo llevó su nombre y que está ubicado sobre el Paseo Bolívar entre Cuarta y Sexta, estatua que fue trasladada y hoy se encuentra casi perdida en un punto del sur de la ciudad donde pocos la ven. Recientemente esa misma plazoleta, remodelada por enésima ocasión a capricho de la autoridad municipal, fue rebautizada con el nombre del empresario Eloy S. Vallina.

Ahora, en el complejo cultural más importante de la capital y quizá de todo el estado, se incluyó a figuras de las letras de mucho menor peso y trascendencia como es el caso del poeta Ramón Olvera Cobos, de quien su producción no rebasó la docena de textos publicados o la del malogrado Rogelio Treviño, cuyo trabajo, tanto en importancia como en número, no puede equipararse a la del autor de “Y México se refugió en el desierto”.

José Fuentes Mares (1918-1986) nació en la ciudad de Chihuahua y cursó estudios de Derecho y Filosofía en la Universidad Autónoma de México alcanzando la licenciatura en el primer caso y el doctorado en el segundo.

Su obra comprende ensayo y novela, destacando sus escritos sobre la historia de México. Algunos de sus textos más importantes son: “Nueva Guía para Descarriados”, “Miramón el Hombre”, “Y México se Refugió en el Desierto”, “Las Mil y Una Noches Mexicanas”, el drama “Su Alteza Serenísima” y la novela Servidumbre entre otras, para completar un acervo de más de 30 libros publicados.

Es así que el gran ausente de entre los más destacados de las letras chihuahuenses es José Fuentes Mares, a quien en el Centro Cultural Bicentenario no se le menciona, ¿será éste un caso de amnesia por ignorancia, o es que tiene enemigos entre quienes han tenido a cargo la cultura del terruño?