Opinión

La grandeza de Chihuahua

  • Por José Oswaldo
La grandeza de Chihuahua

Alaizquierda

Por Francisco Rodríguez Pérez

Desde hace tiempo traigo la idea de conjuntar varios aspectos de la Historia de Chihuahua para dar testimonio de la grandeza de nuestra tierra. Pensé en una propuesta –un proyecto editorial, me dije, un libro– y, al menos, dos alternativas a partir del ejercicio periodístico: empezar por la tradicional línea histórica e ir desglosando temas o, por el contrario, desarrollar diversos tópicos no necesariamente desde el tiempo lineal.

La única certeza es que todo apunta hacia un libro en torno a la Grandeza de Chihuahua. Y no solamente al “Estado Grande” patricista, sólo por la geografía, o a la plaza de la Grandeza, duartista, donde parecía caber todo. No será la grandeza como simple lema, eslogan publicitario o propaganda al estilo de Carlos Carrera y sus proyectos especiales, por ejemplo.

No se trata de eso, sino acaso retomar una idea de la época de Patricio como Gobernador y reforzar acciones de la actual administración en un área tan estratégica y tan importante como es la historia, la educación y la cultura.

Por principio de cuentas, la Grandeza de Chihuahua es un concepto que trasciende los limitados muros de la política, la administración y las políticas públicas, porque la grandeza a la que me refiero es consustancial a Chihuahua, a su gente, a su territorio, a sus épocas históricas y, en su conjunto, a su formación cívica y a su identidad.

En esas elucubraciones andaba cuando leí el texto “Tarahumaras: profetas de la eterna resistencia”, del joven Carlos Murillo, abogado, excelente orador –como su padre– destacado periodista y escritor.

¡Y ya lo tenía! Al menos el inicio estaba definido.

A principios de marzo había retomado el tema de los apaches, porque Vinicio Chaparro presentaba su libro “El Otro lado de la luna”, en el contexto del 104 aniversario de la Batalla de Casas Grandes, junto con otra obra “Kingo Nonaka”, a cuya presentación en la Ciudad de Chihuahua, tuve oportunidad de asistir para luego hacer una reseña.

Tenía pendiente la referencia a la obra de Chaparro.

Gracias, pues, a Chaparro y al joven Murillo tengo un punto de partida para iniciar una serie de reflexiones encaminadas a resaltar la Grandeza de Chihuahua: los pueblos originarios.

Ellos –los antiguos o primeros “chihuahuenses”, digamos– ya estaban aquí antes de que, como suponen algunas hipótesis, los vikingos cruzaran el estrecho de Bering; antes de que Colón descubriera el nuevo continente, antes incluso de que se le inventara o denominara “América”; antes de que el Papa Borgia dividiera la propiedad del mundo entre España y Portugal; antes de las hazañas de los conquistadores y los evangelizadores y, por supuesto, antes de la llegada de los anglos a sus trece colonias, a la “nación pigmea” como la llama Gastón García Cantú, desde donde gracias al robo, al despojo y al exterminio, construyeron el imperio que todavía hoy, domina,  controla y descontrola al mundo…

Los pueblos originarios de esta zona, hoy llamada Chihuahua sucumbieron, o resistieron, frente a dos fuegos enemigos: los angloamericanos de norte a sur, y los hispanoamericanos, novohispanos o mexicanos, de sur a norte.

Lo que hoy es Chihuahua, era campo de batalla, de lucha, de resistencia y de supervivencia. Y de identidad.

Hay diversas referencias a los tarahumaras y otras etnias, naciones, pueblos o comunidades indígenas –Carlos Murillo, por ejemplo, se ha referido a ellos en su artículo reciente– pero hay otros más olvidados todavía, como los Apaches.

A ellos, con el invaluable apoyo de Vinicio Chaparro y su obra me referiré ahora como elemento de la chihuahuaneidad, y, por qué no, de la grandeza chihuahuense, aunque se trate de las víctimas de los “proyectos de olvido”, en la perspectiva lineal del tiempo, en la historia que escriben los vencedores, como los que denuncian el filósofo Juan Duran Arrieta y la Escuela de Nuevo Casas Grandes. Aquí está la versión que no había sido escrita por parte de los vencidos.

El 8 de agosto de 2012, Chaparro escribió “El corazón de la apachería: crónica desde Chihuahua”, un excelente texto que ya habrá ocasión de comentar, porque esta vez quiero citar otro artículo que el mismo autor escribiera el 25 de agosto del 2012: “En el corazón de la apachería. Antes de que la noche del olvido..."

Enseguida citaré, por su relevancia y por la referencia a la Grandeza y la identidad de Chihuahua, una buena parte del texto:

¡Ay Chihuahua, cuánto apache!

¿Recuerdan aquella vieja expresión? Pues vuelven los tiempos. Por lo menos en Chihuahua, el tema apache ha sido puesto en la palestra de la historia, otra vez. El debate ha iniciado. Varios libros han sido escritos sobre el tema. La polémica en torno a ciertos eventos apachosos, como la muerte de Vitorio, la de Ju, la del Jefe Mangas Coloradas, arrecia. Que si a Juan José Compá lo mataron con una arma giratoria o un cañón con clavos, vidrios y hasta tachuelas de tapicero del Viejo Oeste, que si don Joaquín Terrazas era un héroe o un vulgar asesino. Que si Vitorio era mexicano, que si Gerónimo estaba tan enfermo de la mente que hasta Anthony Hopkins en su papel de Hannibal se ruborizaría por su récord de sangre. Uf, pues cualquier cosa que sea… Los apaches llegaron ya.

Pero no llegaron bailando Cha-cha-chá. Llegaron a rescatar un pedazo de historia de estas tierras. Y ese rescate es una cuestión de identidad. Por lo menos en Chihuahua, si alguien se preocupa por su identidad indígena estará atento al debate, seguramente. Un ejército de gran envergadura escarba como antropólogos hiperactivos en las pirámides egipcias, buscando los pedazos rotos del pasado apache en estas tierras. El público se emociona. La versión oficial se desmorona como castillo de naipes. La estatua de Don Joaquiniux se tambalea. Los historiadores, esos científicos sociales que nos dan identidad, rescatan con piqueta, trozos del pasado apache de esta tierra que dios olvidó. Nuestro pasado americano.

Porque… ahora resulta que los vecinos del norte nos educan a través de sus series de televisión y juegos de béisbol para que creamos que los americanos son rubios y de ojos azules y pizpiretos. Pero, nanay. No lo verán sus ojos. Para eso son los historiadores.

Por eso digo que este asunto es una cuestión de identidad. Tarde que temprano tendremos que definir quiénes son los americanos, ¿los güeros o los prietos? Para eso es el olvido de la historia india, para que creamos que los americanos son los que aplauden al equipo de los Yankis.

Vinicio cita luego la noticia dada en aquel entonces por José Miranda Madrid, reportero de El Diario de Nuevo Casas Grandes:

¡Nos están robando la historia indígena!, exclamó el escritor Vinicio Chaparro, durante la presentación de su libro “El Otro Lado de la Luna, Historia de la Guerra Apache desde la perspectiva de los apaches sobrevivientes”.

¿Por qué una guerra de 300 años no aparece en los libros de texto? ¿Cómo le hicieron para esconderla?, cuestiona el escritor, quién enfático señala que con esta obra, se busca el rescate de la historia de los apaches.

Sin llegar a la vanagloria, Vinicio Chaparro, señala que la tercera parte de este libro se significa por “ser la más completa cronología de la guerra apache”, en tanto que la primera se conforma de conceptos personales sobre la apachería y “el mito que se ha creado sobre ella”, en tanto que la segunda parte la forman relatos de libros ya escritos sobre esta temática.

“Este es el corazón de la apachería”, dijo en referencia al noroeste de la entidad…

Continúa la cita periodística, con una referencia a otro “apachólogo” Miguel Méndez García:

“Tras una exhaustiva compilación de la información de primera mano disponible y de un minucioso análisis de la bibliografía existente en EUA al respecto, Vinicio nos ofrece una información rigurosa, ecuánime y desapasionada de uno de los episodios más enigmáticos, mitificados y olvidados de la historia de la humanidad: la guerra apache”.

El gran valor de este libro es que relata los hechos de los apaches, Victorio, Ju y Jerónimo, mismos que son abordados desde todos los ámbitos, agregaba Méndez, para destacar que  la obra contiene en su mayor parte traducciones de libros de escritores estadunidenses que se dieron a la tarea de investigar la historia de la apachería.

En su opinión, se trata de un libro que nos permite acceder a una reflexión que puede contribuir substancialmente a tener un mejor conocimiento de lo que sucedió con la nación apache en el norte de México y el sur de Estados Unidos.

“Los procesos históricos que se dieron en esta parte de la historia apache, muchos sucedieron en nuestra región y le han dado un lugar histórico sin precedentes”, indicó. Méndez García: “Vinicio, con su estilo tan personal, crítico, fuerte, nos transporta a un viaje por las llanuras y montañas del estado de Chihuahua, para mostrarnos el pasado y conocer mejor la nación apache”, puesto que se transmite el sentido de lucha y sobrevivencia de las tribus apaches.

Por su parte –continuaba la nota periodística–el escritor Vinicio Chaparro, calificó su obra como “una lucha, una confrontación, un mano a mano” con la versión oficial sobre la apachería que causa escozor entre quienes así la han mantenido.

Luego, Chaparro amplía la explicación: La polvareda que levanta el tema apache ya se ve desde los cerros de Tres Castillos. A cuenta gotas y con grandes esfuerzos, y a contrapeso de la versión oficial, surge poco a poco la verdad sobre el más grande genocidio de América. No podrán mantener oculta esta historia por muchos años. Para eso sirven los historiadores, para sacar los esqueletos del clóset.

Por eso sería bueno reflexionar sobre lo que decía Kaywaykla en el final de su libro “In the days of Victorio”:“Antes de que la noche del olvido se cierre para mi pueblo…”

El 12 de octubre del 2012, Vinicio Chaparro, Enviado Especial del Proyecto Nedmi, de Los Ángeles Press, escribiría un  artículo más, “En el corazón de la apachería. Una larga fila de flechas”, que vale la pena analizar en próximas colaboraciones puesto que insiste en estos aspectos de la Grandeza de Chihuahua.

“Apache” quiere decir “enemigo”, aclara Chaparro, ellos se llamaban y se llaman a sí mismos “Indeh”, “Ndee”, la gente; el pueblo, quien a principios de marzo próximo pasado presentó la nueva edición de su libro “El Otro Lado de la Luna”, con la Editorial Aldea Global, en Casas Grandes.

Vinicio Caparro Félix, planteó “el otro lado de la moneda, le dio la vuelta a la tortilla, y compartió la visión de la apacharía contada desde el lado de los vencidos”.

Se sitúa en la perspectiva histórica de los sobrevivientes apaches: “La historia de los apaches ha sido escrita por sus enemigos y como tal, representa la historia de los vencedores, contada por quienes buscaban exterminarlos por todos los medios, y  este libro permite al lector conocer la otra versión, la de los vencidos”, se aclara en la contraportada de la obra.

“Debemos estar orgullosos de nuestra sangre india”  dijo el escritor.

En efecto, los Apaches y los otros pueblos y comunidades indígenas, los pueblos originarios, son parte de la Grandeza de Chihuahua.

Como en esta ocasión, ya iremos integrando más temas, más elementos de la Grandeza Chihuahuense, hasta completar un libro, una obra que espero podamos editar pronto, mucho más pronto que la que todavía está pendiente, ¡desde el 2010!, cuando el Ichicult se comprometió a producir la antología del Benemérito Práxedis Guerrero, en su Centenario Luctuoso. ¡Hasta siempre!