Lo mejor, por venir

De aquí al siete de junio veremos una guerra electoral de lo más sucio que pueda verse, concentrada en el sexto distrito, que se convirtió en el emblema de la lucha entre azules y tricolores.

Los panistas sienten que les están arrebatando el triunfo con los golpanazos que le han logrado propinar a su candidato, Juan Blanco, directito al hígado, que al parecer les ha sacado el aire.

Lo de ayer, obviamente, sin poder probarse, fue una marrullería azul que mostró la desesperación al fabricar el vieja truco electoral de simular acciones para responsabilizar a los otros.

Los del PRI saben que a puñaladas iguales, llorar es cobardía, así que habrán de aguantar la estocada de El Reliz y se concentrarán en prepara un nuevo golpe que reste fuerza a sus contrincantes.

El laso que le tiraron a Juan Blanco, en el dilema de aceptar ser o no socio de Unión Progreso, reconocer la deuda de 4 mdp con el programa Todos Somos Juárez y el adeudo de 3 mdp a Federico Elías, le tiene maniatado.

Blanco ha hecho una campaña aislada, solitaria, sin amigos, sin alianzas, basado en la popularidad que le daban las encuestas iniciales, en un momento en que no había dique a sus aspiraciones.

Hoy, le han sacado todos los trapos al sol, sin necesidad de sacar la pús del tema del relleno sanitario porque las novedades en su conducta empresarial y personal le traen bocabajeado.

Su reacción ha sido calificar a Liz Aguilera de tapadera de Duarte durante su tránsito por la Contraloría General del Estado y los relojes de 50 mil pesos que usa la candidata del PRI por el sexto distrito.

En este contexto, asegúrelo, vienen los mejores golpes mediáticos de uno y otro bando, en el marco de un panismo que se confió excesivamente en que se gelatinizara el estado de cosas de hace seis meses y un PRI que sabe que caballo que alcanza gana.

O sea, lo mejor está por venir.

Y lo digo desde aquí, porque éste es mi pódium.