Opinión

Reforma política: infamia y circo

  • Por José Oswaldo
Reforma política: infamia y circo

Por Oscar Díaz Saucedo

Lo que se vivió el lunes en el congreso del estado fue una vergüenza.

El espectáculo comenzó en el momento es que se tenía pensado dar lectura al dictamen que aprobaba la reforma política del Estado. Los diputados del PAN con matracas, cartulinas y con cinta adhesiva en la boca tomaron la tribuna para impedir que se aprobara dicha reforma pero de poco les sirvió el papelón. El PRI mandó a receso la sesión, regresó y entre pitos, matracas, escándalo y ridículo aprobó más diputados locales, un porcentaje menor que el que contempla la Ley federal de la materia en cuanto al número de votos que deben obtener los partidos políticos para mantener su registro y lo que algunos medios han decidido mal llamar “La Ley Antibronco” (con dedicatoria a Marco Quezada). El escándalo y el ridículo que se vivió ese día, es del mismo tamaño que la puñalada que le dieron a Chihuahua y a su gente.

Vamos a tener más diputados, ahora serán 36, y si con 33 poco o nada se hace, no tiene por qué ser diferente con 36. No se justifica un mayor número de diputados pues éstos (en teoría) representantes populares se han convertido en personeros del Gobernador únicamente. En Chihuahua los ciudadanos ya no quieren participar, votan 3 de cada 10 electores y los partidos políticos se aprovechan de esta apatía para hacer con el presupuesto lo que les place. 33 diputados ya nos sobraban y ahora con 36, lo único que se conseguirá será que la próxima legislatura sea más obesa, más cara y más ineficiente, de eso no hay duda.

Lo del 2% como porcentaje necesario de votos para mantener el registro, a diferencia del 3% que establece la ley federal, es aberrante. Sólo se explica por ese amasiato perverso que el PRI mantiene con los demás partidos de dizque oposición. La existencia de éstos no se explica sin el PRI y hoy se confirma pues éste decidió regalarles la permanencia, la vida política, a cambio de su incondicionalidad. Quisiéramos verlos oponiéndose en lo que hace daño y sí importa, aportando ideas y contribuyendo para generar un mejor poder legislativo, un mejor gobierno y una mejor sociedad, pero es más fácil entender su función si al PRI lo concebimos como un tiburón capaz de devorarlo todo y a estos minipartidos como las rémoras que nadan a su lado comiéndose la carroña que aquél deja. Seguirán otro rato flotando y nadando en el océano en que se ha convertido el presupuesto chihuahuense. De ahí viven y comen un sinnúmero de especies políticas de la más baja categoría que nunca podremos eliminar si no nos decidimos a hacerlo y comenzamos, al menos, a participar.

Ahora bien, la mal llamada “Ley Antibronco” tiene por objeto que todo aquel que busque ser candidato, bajo la figura de candidatura ciudadana, no tenga relación, en los últimos 3 años anteriores a la elección, con algún partido político por razón de militancia, de alguna candidatura anterior o por haber ocupado un cargo directivo. La verdad, siendo objetivos, esto es razonable pues es la única manera en que se puede asegurar que las candidaturas ciudadanas sean eso, ciudadanas, y no refugio de todos aquellos que hacen berrinche cuando su partido no les cumple el capricho de ser candidatos (el dirigente estatal del PAN sabe de qué estamos hablando). Esta reforma va con dedicatoria, pues le corta, de tajo, sus posibilidades a Marco Quezada a quien algunos veían como un posible “bronco” para Chihuahua en 2016. Sus diputados no fueron para apoyarlo y oponerse a la propuesta, por el contrario, la apoyaron todos, salvo uno, que prefirió abstenerse mas no ir en contra. Ni modo, el exalcalde de Chihuahua tendrá que revisar con quien cuenta y hasta donde alcanzan sus lealtades pues esta vez su partido y sus “amigos” diputados le pidieron, por las malas, irse a otra trinchera y tendrá que disciplinarse. No le queda de otra.

Así fue la sesión del lunes, jamás se había visto tanto cinismo en el congreso del Estado. Los gritos, el escándalo, las risas grotescas, las burlas de los priistas que se congratulaban por la traición que estaban cometiendo y los minipartidos a su lado, con esa consigna servil que tanto les caracteriza (y que tanto les ha dado). Qué vergüenza daban, qué imagen tan patética y ellos felices, hasta parecían orgullosos de lo que estaban haciendo. Qué pena.

Lo del PAN va aparte, pues cuando Gómez Morín hablaba de Acción Nacional como un partido político opositor y de ideas, se refería precisamente a eso: a ser oposición y a tener idea de lo que esto implica e ideas para poder llevarlo a cabo. La toma de tribuna que hicieron dejó mucho que desear y además ni siquiera sirvió, pues el dictamen se aprobó a pesar del “esfuerzo” por detenerlo. Las matracas, las cartulinas, los pitos y toda la faramalla que se vivió fue patética e ineficiente; sirvió para ridiculizar el congreso y para cuestionar, aún más, la figura de los diputados. Vale la pena recordar que cuando sé es, sé es; no sé aparenta ser y nada más pues se pierde la credibilidad. La congruencia es eso: congruencia y la oposición necesita mucha. Aquí no hubo magistrados de regalo como en aquella otra ocasión. Hubiese sido mejor y más legítimo un reclamo inteligente y, sobre todo, uno más congruente.

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