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Silencia covid a sonideros y los lleva al borde de la ruina

  • Por editora TV

Ciudad de México.- Los sonideros de barrio llevan más de 50 años ”abriendo la rueda” en los bailes callejeros de la Ciudad de México. Sin embargo, la imposibilidad de realizar estos eventos debido al confinamiento y el distanciamiento social impuestos por la pandemia de covid-19 los tiene sin poder “persignar el piso” y, por lo tanto, al borde de la ruina.

Algunos de los grandes exponentes de este género salieron del barrio de Tepito, como Ramón Rojo Villa, fundador de Sonido La Changa. Otros tantos, del Peñón de los Baños, como Sonido Pancho de Tepito, a quienes la pandemia les ha impedido trabajar desde 2020, año en que se silenciaron sus cumbias y guarachas.

“Tenemos un año que no tenemos trabajo; estamos haciendo transmisiones (en Facebook Live), ya que pues uno busca la manera de sacar algo, no al 100 por ciento, pero sí algo para los gastos de la casa”, describe Rojo Villa, mejor conocido como “La Changa”, en entrevista con MILENIO.

Ante la imposibilidad de salir a las calles, la cultura sonidera se ha refugiado en las transmisiones vía Facebook, sin lograr obtener los mismos ingresos que en los bailes masivos, pero Ramón Rojo Villa lo sigue haciendo con la misma pasión que en un baile masivo.

“Cuando yo agarro el micrófono, me transformo y transmito al público lo que yo estoy tocándoles. Yo hago de cuenta como si estuviera a la gente viéndola, es un sistema de profesionalismo que ya tiene uno y que sabemos que tenemos que complacer a la gente de México y varias partes del mundo, todos están conectados con La Changa”, explica.

​“La Changa” detalla que el encierro aburre a la gente y que en ese sentido “qué bonito es llegar y llevarles el movimiento sonidero hasta el último rincón del mundo y que la gente dice por un momento, 2 horas, un relax.

“Uno se da cuenta que llega un momento que se satura la página y se cae ¡Genial! Y ya vemos las estadísticas después y digo: ‘¡Híjole, es increíble, cuánta gente nos está mirando y apoyando, que bonito se siente!’”, asegura.

Otro gran exponente de esta cultura, Sonido Pancho de Tepito, de los hermanos González, también ha visto truncadas sus grandes tocadas por la emergencia sanitaria.

“Nos ha cambiado la vida; yo creo que en no ver a nuestros amigos cercanos, sabiendo que mucha gente se nos ha ido y ya no la podemos ver, o sea, que el ambiente nos ha hecho valorar más la vida porque ya sabemos que hoy podemos estar y mañana no. Por lo mismo, esta pandemia nadie la esperaba, en estos tiempos que hubiera pasado algo así, valorar más a la familia y a los amigos que se han ido”, relata Jesús González, propietario del Sonido Pancho de Tepito.

Mientras que Eduardo Rueda, “Majestik”, voz de Sonido Pancho de Tepito, señala que los bailes antes de la pandemia eran únicos, llenos de energía y con sueños de gente que lo único que buscaba era pasarla bien.

“Los bailes antes de la pandemia eran unos llenos impresionantes. Se bajaba el audio de una caja de tráiler o dos; eran bailes muy asediados, había bailes como de mil 500 gentes, hasta los lugares más grandes. Ahorita todo esto está parado, staff técnico, publicistas, toda esa gente que vendía dulces, cigarros, toda esa gente ahorita está parada (en espera) de que esto se reactive nuevamente para tener esa fuente de ingreso, lamentablemente ahorita estamos en transmisiones, el ambiente sonidero se ha callado”, afirma.

Sin embargo, el coronavirus orilló a estos personajes a buscar otras alternativas para subsistir.

“Nosotros vivimos de esto, semana tras semana teníamos trabajo y pues se acabaron los permisos, se acabó todo, estamos en transmisiones vía Facebook. Es un poquito difícil, porque verdaderamente de tocar en la calle al aire libre, ahora transmites en una pantalla. Es muy triste estar transmitiendo, porque no tienes el mismo contacto con la gente, como era tener un baile lleno, la cabina llena, gente que va y te apoya de alguna manera. Por mi parte, sí tenemos la bendición de tener un carro para trabajar el Uber y también Chuchito se dedica a la venta de música”, platica “Majestik”.

Poniendo el ritmo desde 1967

Ramón Rojo Villa, “La Changa”, es un nombre conocido mundialmente. Con 53 años de trayectoria, su apodo es una copia del que tenía uno de los cómplices del célebre ladrón Jesús Arriaga, quien a finales del siglo XIX fue mejor conocido como “Chucho El Roto”.

Rojo Villa heredó el apodo a su sonido, pues en principio se llamaba Sonido Aves del Trópico. No obstante, al empezar sus tocadas en las calles del barrio de Tepito, todos decían: “¡Vamos a ver cómo toca La Changa!”, y de ahí se quedó el nombre, ya que así era conocido Ramón.

La cultura sonidera comenzó sin los emblemáticos personajes que envían saludos en un micrófono que tiene un efecto de eco y que se sobrepone a la música que se está bailando, como se conoce ahora.

Antes, cuando una orquesta hacía una pausa entre canciones, era la oportunidad para que el “tocadiscos” hiciera sonar su música en altavoces conocidos como trompetas. De esa manera comenzó La Changa.

​Ramón Rojo se dio a conocer a través de un programa de radio de La Sonora Matancera. Destacó por su amplia colección de discos de esa agrupación que ni la misma estación ostentaba. Por ello, a cambio de prestar sus acetatos, se le permitía que se hiciera promoción en la radio.

De esta manera y ahora con 73 años de edad, “La Changa” se mantiene vigente en el mundo y afirma: “Cuando tomo el micrófono, me transformo” y advierte que trabajará “hasta que el cuerpo aguante”.

Caso similar al del Sonido Pancho de Tepito, fundado por un par de hermanos originarios del llamado “Barrio Bravo”, en especial por Francisco “Pancho” González, de quien se obtiene el nombre para el sonido.

Con la tecnología, su labor ha cambiado, ya que anteriormente viajaban a Centroamérica en búsqueda de talento musical. Ahora, basta con un click para llegar a cualquier parte del mundo y encontrar música de la región.

“Esto ya tiene más de 70 años de existencia, es tradición que nos ha heredado mucha gente; hasta bailes masivos de 10 mil personas, si no es que más; hemos llegado hasta España y festivales como el Vive Latino”, describió Jesús González, propietario del Pancho de Tepito.

“Estar en un baile sonidero es una sensación, la adrenalina es muy grande. Uno como sonidero ofrece espectáculo a la gente, los bailarines llegan, llega mucha gente de trabajar que quiere ir a bailar, a divertirse, esta es una cultura del baile y Chuchito González se encarga de elegir algún tema”, dijo “Majestik”, voz del Pancho de Tepito.

Como se conoce actualmente a la cultura sonidera es por su gran equipo de audio y por tener un presentador que interrumpe las canciones que se tocan para mandar saludos.

La gente se aglomera alrededor del sonidero en turno y acerca a él desesperadamente papeles con nombres de las personas, bandas, o grupos a los cuales quiere que se les haga mención durante alguna melodía.

Hay personas que incluso recurren a los más curiosos artefactos para poder acercar un papelito, como cañas de pescar, hilos o cartulinas.

Los bailes son atípicos técnicamente. Las personas que asisten forman círculos indistintos a lo largo de la locación del evento y contemplan a una única pareja de baile, la cual logra sacar sus mejores pasos solo hasta que, alguna otra pareja los rodea caminando, como un ritual de acechamiento, para dar aviso que son los siguientes en turno por bailar.

Una ceremonia que hoy se mantiene silente por causa del covid-19.

Con información de Milenio 

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