La Fuente Móvil

EL CISMA

  • Por Editor R
EL CISMA

El Chueco Noriel Portillo no solo asesinó dos jesuítas sino que profundízó más las divisiones ya existentes en la Iglesia. A la vez, intensificó la pugna entre el Estado y la Iglesia a pesar de los hipócritas esfuerzos de ambos por simular una relación que en realidad ni d ha sido buena. Los jesuitas radicalizaron su postura contra el gobierno y contra la jerarquía católica. En el estado de Chihuahua todo mundo sabe que El Pato Avila, Camilo Daniel y Dizán Vázquez, no pueden ver ni en pintura al Arzobispo Constancio Miranda Weckman y El Negris su vocero y párroco del templo de San Judas Tadeo. Los enemigos de un grupo son los amigos del otro y viceversa, en las relaciones que ambos sostienen con las autoridades y los actores políticos. A nivel nacional ni se diga: ante la andanada de ataques al Gobierno Federal, el Presidente López Obrador acusó a los jesuitas de complicidad con los grupos locales del crimen organizado en Urique. Hasta El Papa hubo de enviar un mensaje desde El Vaticano para tratar de controlar las cosas y parar el desorden que provocó el asesinato de Noriel Portillo, El Chueco de Cerocahui.