Opinión

Don Adalberto Almeida, “El titán del Evangelio”

  • Por José Oswaldo
Don Adalberto Almeida, “El titán del Evangelio”

Por Rocío Reza Gallegos

La historia es una ventana extraña, a la que nos asomamos y observamos pasajes de la vida de los hombres. Don Adalberto Almeida y Merino, será reconocido como un hombre íntegro, cabal, justo, que se enfrentó al poderío de un sistema que había vulnerado la voluntad de su pueblo.

Fue en 1986, en un movimiento ciudadano sin precedente en la historia reciente de Chihuahua, el que algunos desconocen por ignorancia o por conveniencia, un movimiento que abrió las puertas de la democracia en el país, que fue abrazado por personajes de la política como Don Luis H. Álvarez, Francisco Barrio Terrazas, Heberto Castillo, Guillermo Prieto Lujan, y otros más.

Cuando se habla de ese tiempo hay quienes argumentan que no hubo tal fraude electoral, que fue sólo un descontento social sin pasar a más, sólo los que estuvimos presentes podemos hablar con precisión de los hechos, los ciudadanos se volcaron a las calles no únicamente por la convocatoria de alguien sino por que sentían el atropello a sus libertades fundamentales. No fueron cientos, sino miles, decenas de miles de personas que de forma organizada realizaron mítines, manifestaciones, actos de resistencia civil; por eso sé, que cuando los ciudadanos se deciden a poner un alto al gobierno, logran lo que nadie puede hacer.

Se podrá demeritar lo que los ciudadanos en actos heroicos realizaron, lo que liderazgos morales encabezaron, pero hay algo que no podrán descalificar jamás, y eso es lo que Don Adalberto Almeida como arzobispo, reconocido en la comunidad católica como un hombre justo, realizó.

Nunca se había visto, el Sr. Arzobispo en esos tiempos de crisis social, hizo un llamado a no celebrar misas y cerrar los templos un domingo 20 de julio, como respuesta a un gobierno que había pasado por encima de lo más preciado para la sociedad, y en respaldo principalmente a un pueblo que clamaba un acto de justicia, acción que fue secundada por el clero en el Estado.

Y así fue, se dio la orden de no celebración de misas un día domingo, por considerar un pecado social lo ocurrido en el proceso electoral de 1986; por la cerrazón de un gobierno que no cedía abrir la puerta a la democracia en México. Posteriormente a ello, Don Adalberto con el clero en conjunto,  ya que fue respaldado en todo momento por su gran liderazgo, realizó una serie de acciones para despertar conciencia cívica apegada a valores de responsabilidad social y evitar un atraco similar en los futuros procesos electorales, desde luego que todo ello tuvo consecuencias para él y sus seguidores, pero no hubo nada que lo detuviera.

¡Es Don Adalberto uno de los líderes sociales que encabezaron la democratización de México!

El pasado sábado se develó la estatua de Don Adalberto Almeida y Merino, obra realizada por el escultor Carlos Espino y gracias a un patronato organizado por diversos ciudadanos ejemplares como el reconocido Pbro. Dizán Vázquez, Guillermo Luján Peña, Martín y Maritza Vargas, Hermelinda Villarreal, Francisco Mancha, quienes contaron con el apoyo de la comunidad católica, así como del Presidente Municipal y el Dr. Javier Contreras, a través de diversas publicaciones en su medio.

Toda una comunidad que no olvida la obra de Don Adalberto, y que hoy una escultura se encuentra ubicada en el parque infantil frente al arzobispado, donde en un acto sencillo y emotivo, el Arzobispo Constancio Miranda dijo: "El titán del Evangelio", para referirse a Don Adalberto, un referente que ante las voces que traten de descalificar un acto ciudadano realmente heroico, estarán por siempre las huellas de un hombre como Don Adalberto Almeida y Merino.

Que nunca el gobierno demerite el descontento de su pueblo, porque se pueden derivar actos inusitados, es Chihuahua, precisamente ejemplo de ello.

¡Gracias Don Adalberto! Lo recordamos miles de ciudadanos que valoramos su inquebrantable fe, amor a su prójimo y enorme valentía para defender los derechos de los más vulnerados.