Opinión

Mochos, conservadores e Iglesia

  • Por José Oswaldo
Mochos, conservadores e Iglesia

Por Álvaro Rojas

En colaboración con mi H.. Vladimir Armendariz

La sociedad “conservadora” a solicitud de la iglesia han salido a la calle en búsqueda de que no se legalicen los matrimonios entre personas del mismo sexo, ellos lo consideran inmoral, que atenta contra la naturaleza y contra la familia; enérgicamente pretenden tapar el sol con un dedo. Por un lado tenemos a la iglesia que fuertemente ataca la mencionada unión sin embargo es muy laxo y displicente con el trato que les da a sus enfermos sacerdotes pederastas y por el otro tenemos una sociedad con “principios” y “valores” muy arraigados para luchar por esta causa homofóbica sin embargo no se preocupan por su actuar en la vida, en estas filas de conservadores puritanos nos encontramos lo que un mexicano común y corriente realiza.

Resulta por demás incongruente que ellos pregonen la vida del Nazareno, sin embargo desatiendan su enseñanza de “amos los unos a los otros”, ya que ellos aman a los otros siempre y cuando los otros no sean homosexuales, en ese caso ellos resultan enfermos, antinaturales, dañados sexualmente, atentan contra la familia, un sinfín de categorías que atentan contra la dignidad humana. Estas personas no sean puesto a pensar que entre su familia existe la posibilidad de la existencia de homosexuales y entonces no serían tan rigurosos en sus sentencias.

La propuesta de los grupos conservadores, en torno al tema del matrimonio entre parejas del mismo sexo, equivale a decir que hay que destruir al ser humano para salvarlo. Cuando se intenta un debate con alguien de estos grupos es imposible, carecen de un pensamiento lógico, sus argumentos son realmente de poco sentido, poco estructurados e inclusive se les ha leído expresarse en bases supuestamente científicas (como la sociología y antropología) de las cuales evidentemente han leído poco. La idea religiosa rige su entendimiento y su actuar (o al menos eso dicen), lo cual está bien, pero ¿por qué el extremo interés en lo que hace el/la vecino(a) con lo que tiene en medio de las piernas)

La verdad no es necesario mencionar que la forma de pensar de los grupos religiosos es sumamente barroca. Imposible les resulta entender que el matrimonio civil NO es un matrimonio religioso. 150 años de separación de Iglesia y Estado en nuestro país no han bastado para dejar claro que ambas competencias no son interdependientes ( Gracias a Dios existió Benito Juárez). 150 años sin poder asumir que la Iglesia (cualquiera que sea) simplemente no tiene derecho de injerencia en asuntos públicos. Como cualquier habitante que viviera en el Antiguo Régimen no conciben una ley sin la venía clerical. Sienten deformar su fe, la que es un asunto privado, al modificarse un asunto público, precisamente por el entendimiento de que la religión es un asunto que invade o regula los dos mundos. Parece una incapacidad de diferenciar, la verdad nos haría un enorme favor alguien que encontrara la forma de hacerles entender esto, pero la verdad es que la naturaleza de este pensamiento está hecho para “resistir los embates de la ciencia y la razón” como diría el maestro O’ Gorman.

Las religiones, por su propia naturaleza buscan siempre expandirse, busca nuevos adeptos, busca influir en las vidas privadas y públicas, siempre lo ha hecho y busca mantenerse así, pende sobre ellas el peligro de la extinción de ser de otra forma. Por alguna razón, se cree que tiene derecho a ello, es más parecen sentir una obligación innata a controlar la vida de sus feligreses, de los ciudadanos en general. Es una expresión de poder, de control puro. Véase al Estado Islámico, ¿no guarda un absoluto control sobre la vida pública y privada de los territorios que controla?

La religión, como una de tantas ideas que ha tenido el ser humano, ha evolucionado de tal forma que lo ha poseído, se ha apoderado de su conciencia y razón. Lo ha dejado a la merced de preceptos morales de hace siglos (o milenios), como si el desarrollo fuera tema exclusivo de la tecnología. Ha anquilosado la única constante que realmente nos podría definir como humanos: el cambio. Esta idea ha sido peligrosa por el grado de fanatismo que puede generar, ha habido en este país gente dispuesta a matar y a morir por ella.

¿En qué momento dejó de ser una idea al servicio del ser humano y comenzó a ser la poseedora de seres humanos?, ¿por qué son menos relevantes las personas, sus sueños, sus ideas, sus metas, su desarrollo, en comparación con la religión? Para la religión la vida, los sueños y las metas de los humanos se volvieron la abominación. Destruirlos, si les resultan incompatibles, es por ende su objetivo. Pero son esos sueños, metas, autodescubrimiento y realización las que nos vuelven seres humanos.

La propuesta del clero, de imponer una idea de matrimonio o de familia acorde a sus ideas, amenazando con un castigo eterno y garantizando una sociedad armoniosa (que bajo su régimen teleológico siempre está alejándose en vez de acerarse) parece ser la de destruir lo significativo para el ser humano para lograr su concordancia con las leyes eclesiásticas, para garantizar la existencia de algo que creen más valioso que las personas, una religión. Esta extraña versión de la felicidad equivale a decir que hay que destruir al ser humano para salvarlo.

Es todo y cuánto.