BUITRES, SA
- Por lujardo
Por Ricardo Luján
Ya ni ganas dan de morirse luego del hallazgo en Juárez de 383 cadáveres que en lugar de ser incinerados fueron amontonados unos sobre otros como en campo de exterminio nazi.
Después de ver el dolor de los deudos, su frustración y la rabia de sentirse burlados al descubrir que la urna que suponían guardaba los restos de su ser querido en lugar de cenizas contiene tierra con cemento, es difícil creer en la paz de los sepulcros.
Porque si ya ni los muertos descansan en paz hay que pensarla dos veces antes de estirar la pata.
El coraje crece cuando descubres que la urna con arena trae escrito el pensamiento: “Un bello morir honra toda una vida”. Ya ni la burla perdonan.
Lo cierto es que los funerales de hoy en día -en la mayoría de los casos- son todo menos honras fúnebres, pues abundan el chacoteo, los chismes y el sacadero de garra, así como el comparativo de peso y envejecimiento, la tomadera de café, la charla amena, la ocasión para contar chistes y hasta el motivo para agarrar la borrachera.
Ahora con lo sucedido en ciudad Juárez de plano eso de colgar los tenis no suena muy atractivo que digamos, sabiendo que en lugar de incinerar te van a aventar hecho bola con otros cientos de muertos en bodegas insalubres, a merced de algún degenerado sexual o traficante de órganos.
Acostumbrados como estamos a presenciar episodios de narcoterror especialmente en los lugares donde gobierna Morena, no sería descabellado pensar que entre los cadáveres pudieran encontrarse personas reportadas como desaparecidas o víctimas del crimen organizado.
Tal versión se robustece con un hecho que llama la atención: de los 383 cadáveres hacinados en el crematorio de la colonia Granjas Polo Gamboa solo se ha identificado a uno, cifra muy baja a juzgar por los cientos de personas que han desfilado para tratar de reconocer a su muertito, al que velaron en alguna de las seis funerarias que contrataban los servicios del crematorio “Plenitud”.
Por lo pronto los partidos políticos ya han echado su gato a retozar:
El PRI sugirió la posible intervención del crimen organizado en el asunto y exigió una exhaustiva investigación de las autoridades federales, y determinar el grado de responsabilidad de la presidencia municipal al mando del morenista Cruz Pérez Cuéllar, quien por su parte “no se explica” cómo es que pudo suceder tan abominable suceso sin que nadie se enterara. Entre paréntesis, similar repuesta ofreció cuando se descubrió un narcotúnel que conectaba el centro de la ciudad que gobierna con El Paso.
La sospecha del PRI suena razonable si consideramos la estrategia del gobierno por disminuir el número de asesinatos dolosos a costa del aumento de las desapariciones.
El PAN fue más mesurado y se concretó a hacer “un llamado a las autoridades correspondientes a mantener la transparencia y sensibilidad en el manejo de la información, respetando el dolor de las víctimas”.
Morena por su parte responsabilizó del problema a la mamá de la gobernadora, María Eugenia Galván, pues ella era titular de la Comisión Estatal Para la Protección Contra Riesgos Sanitarios en 2016 cuando el mencionado crematorio obtuvo permiso para operar, y también al actual comisionado, Luis Carlos Tarín Villamar, así como al secretario de Salud, Gilberto Baeza Mendoza…desde luego contra el alcalde Cruz Pérez y sus inspectores no pide nada.
Movimiento Ciudadano no descarta que el deleznable hallazgo oculte tráfico de órganos y necrofilia.
Lo terrible del caso alcanza para las más escalofriantes suposiciones e historias de 218 hombres, 149 mujeres y 16 sin determinar su sexo, que después de morir fueron a caer en las manos de un empresario sin escrúpulos que anda escondido y dos empleados del siniestro oficio quienes ya fueron detenidos.
El caso destapó la alcantarilla y como en el Senado ya quedó establecido que “las cacas flotan” se espera que las investigaciones saquen a flote las complicidades oficiales de todos los niveles de gobierno.
Por lo pronto el delito de fraude salta a la vista y es notoria la violación a los derechos humanos y a la Ley General de Salud.
Aunque hablando de comportamientos indignos o antiéticos los empresarios funerarios se pintan solos y siempre se han caracterizado por disputarse grotescamente la clientela de modo tan bajo y ruin que se han ganado a pulso el calificativo de buitres, porque acechan en hospitales, en el C-4, la morgue y en cuanto saben de la muerte de alguna persona abordan a los familiares y los presionan y hostigan para que contraten sus servicios y en ocasiones hasta los amenazan con tener problemas con la ley si no acceden a sus peticiones.
Son comunes las denuncias de personas que se quejan de su comportamiento pues a veces hasta se sienten como si fueran policías o personal del Servicio Médico Forense.
Se mantienen afuera de hospitales y se confunden entre familiares de pacientes, pero cuando saben de un muerto los abordan de manera agresiva, o en ocasiones se presentan en el domicilio del difunto y cargan con él antes de que lleguen los agentes del Ministerio Público que por ley debe dar fe del deceso.
Incluso se han dado casos en que los agentes de la Fiscalía Estatal acuden a la funeraria para llevarse al difunto, quien fue sacado de su lecho de muerte por estos buitres funerarios.
Total que ya ni muerto puede uno encontrar la paz.
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