Buen Domingo

Carta a una guerrillera

  • Por lujardo

Por Ricardo Luján

Fíjate, Minerva, que cuando por fin la izquierda llegó a la presidencia  -aunque no lo creas a través de la democracia por la que siempre luchaste-, esa misma izquierda busca  ahora regresarnos al México de la brutalidad militar y las arbitrariedades, cambiando la Constitución para evitar el florecimiento de la vida democrática.

Fíjate, Minerva, que la izquierda ganó el poder pero perdió su escencia, degeneró en populismo y pretende “reformar” la Constitución y desaparecer al Poder Judicial y a la Suprema Corte para restringir las libertades y regresarnos al México de las arbitrariedades, que tú padeciste en carne propia, pues sin ley de amparo y con procesos judiciales ilegales no habrá manera de evitar los arrestos por cuestiones políticas.

Fíjate, Minerva, que el ideal del Che Guevara sembrado por  tu hermano Carlos  en tu corazón: “sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”, mismo que marcó tu vida y la de tus amigos guerrilleros, ahora yace olvidado por la indiferencia de una juventud sin ideología, la indolencia del presidente, el silencio comprado de casi toda la prensa, el borreguismo de diputados y senadores de Morena y aliados, el eterno valemadrismo de la gente y la amnesia convenciera de los viejos maestros de marxismo enquistados en el poder.

Fíjate, Minerva, que ahora cuando Morena es el partido oficial arrolla tramposamente en las elecciones, igual que la aplanadora de aquel PRI-Gobierno, han vuelto las persecuciones y hasta asesinatos de adversarios políticos y periodistas críticos, capítulos ominosos de la guerra sucia de Díaz Ordaz y Echeverría que creíamos enterrados.

Fíjate, Minerva, que el gobierno de izquierda con el que a veces soñaste se hizo posible con López Obrador, pero ya sentado en la silla maldita cambió diametralmente, traicionó los ideales que pregonaba, se alió con los cárteles de la droga y con los militares a quienes entregó todo el poder, no solo para reprimir opositores y matar manifestantes, sino para construir trenes, remodelar aeropuertos, administrar hoteles, regentear compañías de yates y hasta darle mantenimiento a las carreteras y hacerla de albañiles. Todo menos combatir narcos. Y eso que en su demagógica campaña prometió que los soldados regresarían a los cuarteles, y hoy es evidente la militarización de la seguridad.

Fíjate, Minerva, que el gobierno federal ya compró tres millones de bombas lacrimógenas para reprimir manifestaciones de buscadoras de desaparecidos, como aquellos chihuahuenses que en 1973 tomaron las calles para exigir tu liberación, cuando a los 16 años fuiste secuestrada y torturada por agentes de la Dirección Federal de Seguridad, en las siniestras mazmorras clandestinas de aquellos duros tiempos que no tardan en regresar.

Fíjate, Minerva, que la juventud actual ya no tiene ideolgía y en lugar de ofrendar su vida por las causas libertarias, como tu hermano mayor, masacrado por los soldados a sus 17 años, son invisibilizados por la mercadotecnia y las redes sociales, mientras que los muchachos  más pobres son convertidos en sicarios donde mueren no por un ideal revolucionario, sino en defensa de intereses de grupos del crimen organizado ahora coludidos con el gobierno.

Fíjate Minerva, que muchos de aquellos jóvenes justicieros  que encabezaron movimientos estudiantiles en 1968 y en 1971 ahora son aliados de un gobierno corrupto, corruptor y criminal, y han olvidado aquellos ideales a cambio de posiciones políticas. Encarnaron la misma corrupción y métodos que criticaban de aquel PRI-Gobierno, que ahora se llama Morena-Gobierno.

Fíjate, Minerva, que Pablo Gómez, el estudiante líder durante el tlatelolcazo, encarcelado por el régimen, pasó de ser reprimido a represor y ahora es alto funcionario y desde el poder en la Unidad de Investigaciones Financieras persigue a opositores políticos, les inventa cargos y aplica multas tipo cobro de piso, pero no es capaz de investigar al Mayo Zambada y otros delincuentes notorios. Ya es menos persona.

Fíjate, Minerva, que la Comisión Nacional de Derechos Humanos, cuya creación costó mucha sangre y dolor, ha sido prostituida y casi desmantelada por la hija de Rosario Ibarra de Piedra, pionera promotora de los derechos humanos y fundadora de grupos dedicados a la búsqueda de familiares desaparecidos, que ahora su aburguesada hija desprecia. Paradojas del destino.

Fíjate, Minerva, que a tres años de tu triste partida, el panista Javier Corral ganó la gubernatura aunque su gestión fue un desencanto y al final se fue por la puerta de atrás.

Para salvarse de cargos por peculado, dejó el PAN para incrustarse en la cúpula de Morena pese a las protestas de los propios morenistas de base. A punto de ser arrestado fue rescatado por fiscal facineroso con el sello de Morena para impedir que fuera juzgado por el desvío de cerca de cien millones de pesos.

Pues sí, Minerva,  a este grado de impunidad, cinismo y descaro ha llegado el poder enarbolado por la izquierda, que incorpora el detritus de la derecha para nutrir sus filas, con un exgobernador panista que desfalcó a su estado, cuyos méritos son la tortura y la perversidad contra sus adversarios, su probada capacidad para mentir, robar y sobre todo traicionar a los chihuahuenses. Imagínate que no obstante ser prófugo de la justicia en unos días será senador y zar anticorrupción de Claudia Sheinbaum.

Fíjate, Minerva, que los comunistas de hoy parecen fascistas de hace medio siglo, y sus métodos criminales se asemejan al hegemónico partido corporativista tricolor de entonces, cuando sufriste lo indecible en tu desigual lucha contra los gobiernos déspotas y autoritarios.

Fíjate, Minerva, que con Morena ganamos el poder pero perdimos a la izquierda.

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