3. JORDAN TIMES
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- Por Editor R
Por Osbaldo Salvador Ang.- El Jordan Times está ubicado en Queen Rania Street. Está lejos del hotel pero el taxi recorta la distancia. Hay mucho tráfico. Es pesado el tráfico en Amman. Circulan vehículos de todas las marcas: Toyota, Audi, BMW, Chevrolet, Suburban y demás.
La gente sale de trabajar a las tres de la tarde. Las siguientes tres horas todo se vuelve un caos. Es necesario colocar Policías de Tráfico de la ciudad para regular el tránsito vehicular.
Es común que entre periodistas se apoyen y solidaricen en la cobertura de eventos. Perro no come carne de perro, decía el viejo Octavio Paéz. Pero no siempre es cierto esto porque en ocasiones las cosas están difíciles y nadie quiere meterse en problemas.
El taxista, de pelo chino y hablantín, dice que no se ha casado porque ha vivido en todas partes del mundo árabe. Dos años acá, tres allá, otro cuatro más allá y párele de contar. Rusia, Irak, Siria, Dubai y no sé cuántas naciones más, le han impedido adquirir una vida sedentaria.
Pero no conoce el Jordan Times. No sabe qué es y debe llamar a alguien para preguntar. Le pregunto que cómo se entera de las noticias y dice que a través del internet o de la televisión. Aunque, la verdad de las cosas, se aprecia que no le importan. Al menos eso parece.
Jordania tiene petróleo pero la gasolina en las calles no está barata. La venden por litro y cada una de estas unidades alcanza más de un Dinar.
Al llegar al famoso Jordan Times, puedo ver un edificio viejo y descuidado. Como todo periódico, a las doce del día no hay nadie. Entro y el mostrador está solo. Luego se acerca un árabe alto y con mi spanglish mocho, le digo que quiero hablar con alguien de la redacción. Me dice que le siga.
Subimos dos pisos por el reducido elevador. Entramos a la redacción y aparece una extensa área llena de escritorios vacíos, sin gente, con la luz apagada y sin ruido alguno. En otro escritorio, enfrente, hay dos mujeres que parecen ser reporteras. Una viste a la usanza árabe y la otra se mira occidentalizado.
Me recuerda la redacción del Norte de Chihuahua en los ochentas. Siempre estaba vacío, con las luces apagadas y los escritorios viejos de metal, como mudos testigos de la edición del día. Apenas el loco velador abría y cerraba las puertas no sin antes maldecir. “Por Belcebú”, gritaba y todo mundo se pitorreaba de él a sus espaldas. De frente no lo hacían porque era muy agresivo.
Está última me atiende y me dice que no puede hacer nada por mi. Su jefe anda fuera y regresa hasta el viernes. Me pregunta que si hablo francés y la respuesta es obvia. Escribe en árabe el mensaje y ella misma lo traduce por escrito al español.
Termina la conversación y se despide.
Debo llamar al Jefe después.
El Jordan Times publica una edición de ocho paginitas como había escrito en otra crónica. Es full color, con secciones de una página o de media página. En la portada, día a día, aparece la fotografía del Rey Hussein II con las actividades de la jornada.
El Rey está empeñado en construir una economía de avanzada para su país. Señala que las inversiones constituyen el motor fundamental de ese propósito a fin de mejorar el Producto Interno Bruto.
En este contexto, Donald Trump nombró hace dos días a Mike Huckabee como el próximo Embajador de EU en Israel. El Exgobernador de Arkansas, de 69 años, despertó la esperanza en Israel de concluir el conflicto armado. Trump dijo en 2017, su primer período al frente de la Casa Blanca, que reconocía en Jerusalem la capital de Israel.
De ahí se dijo que el Estado Palestino podría establecerse en otro lado, como podría ser Irak o Siria.
Como sea, no logré establecer contacto con los periodistas del Jordan Times. Recordé que en Ciudad Juárez trabajé para El Norte. Este periódico, dirigido entonces por Vicente Jaime, se convirtió en una especie de anfitrión para los medios foráneos e incluso extranjeros.
A mí me tocó colaborar, en calidad de reportero de El Norte de Ciudad Juárez, con corresponsales de Washington Post, Chicago Tribune y la Revista New Week. Los movía, iba al aeropuerto por ellos, los trasladaba al hotel, les agendaba entrevistas y les conseguía contactos. Claro, pagaban por el trabajo pero sabían que alguien les ayudaría. Acá tal vez sea distinto.
Regreso al hotel, dejo el equipo y salgo a la calle a cenar algo. Descubrí los burritos árabes. Los hacen con pan árabe, muy similar a las tortillas de harina, y los rellenan con carne que cortan de un trompo de cordero. No puede faltar la matrix, esa soda de la casa que sustituye a la coca cola.
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