Dedica Rubén Blades canción a normalistas desaparecidos
- Por José Oswaldo
Guanajuato.- "¡Se pide simplemente una cosa, que es justicia!", gritó Rubén Blades antes de cantar Desapariciones, dedicada a los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos o asesinados por la Policía y el narco. "Se la dedicamos a sus familias y también a otros desaparecidos que han aparecido en otras fosas comunes", dijo en el concierto de clausura del FIC en la Alhóndiga de Granaditas.
Mientras el salsero panameño cantaba, imágenes en blanco y negro de los estudiantes se proyectaban en una pantalla. El músico recordó que la compuso bajo el yugo de las dictaduras militares. "¡Justicia!", volvió a gritar al final.
El público, unas 6 mil 500 personas que desde las diez de la mañana hicieron fila para entrar a un concierto de las ocho de la noche, le respondió con aplausos. Fue éste el espectáculo masivo más esperado del encuentro.
Blades, abogado egresado de Harvard, actor, candidato a la presidencia de Panamá, ex Ministro de turismo, activista y ganador del Grammy se dedicó a hacer lo que mejor sabe: combinar la música con la política.
Habló de Obama. Hace 20 años sería impensable que una persona negra fuera Presidente. Se ha avanzado, pero no es suficiente, dijo. "El racismo es una enfermedad del espíritu. Yo siempre he dicho que a la gente se le debe recibir por la firmeza de su carácter y no por el color de la piel o de su posición económica".
Así transcurrió la noche. Baile en las gradas de piedra, luces de neón y cuentos de realismo mágico. Blades, que sin sombrero y maracas en la mano no es Blades, recordó cuando llevó a la salsa los cuentos de Ojos de perro azul, de Gabriel García Márquez, en un disco que sólo le gustó al Nobel y a él.
Unos decían que la salsa no es literatura, recordó Blades, y les contestó: "¡Vaya disparate!".
Hasta las 21:30 horas, había agradecido estar aquí porque quizás sea una despedida ya que, dijo, en 2016 deja la música para enfocarse en su candidatura a la presidencia panameña de 2019, pero aún no cantaba Pedro Navajas, esa crónica envidiada por García Márquez y más conocida incluso que él mismo.
Había cantado, eso sí, Amor y control y los versos que, dados los tiempos que corren y con un joven fallecido hace unos días en el Cervantino luego de ser detenido, fueron coreados como himno: "Cuidado en el barrio/ cuidado en la acera/ cuidado en la calle/ cuidado donde quiera/ que te andan buscando...".
Las luces eran amarillas, rojas, las descargas de salsa ponían a vibrar las piedras de la Alhóndiga, Blades lanzó otro mensaje: "Pueden matar a las personas, pero no las ideas".
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