Juárez

Impulsa IMM políticas públicas con perspectiva de género

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  • Por Redacción

Ciudad Juárez.- En Ciudad Juárez, donde la violencia de género ha dejado profundas heridas, Elvira Urrutia Castro se ha convertido en una de las voces más firmes en la defensa de los derechos de las mujeres. 

Desde su posición como directora general del Instituto Municipal de las Mujeres (IMM), trabaja incansablemente para transformar un sistema que históricamente ha fallado a las niñas y mujeres juarenses.

Desde antes de ingresar a la universidad, Elvira tenía una meta clara: luchar por los derechos humanos y la equidad de género. 

Estudió Sociología, y más tarde una Maestría en Ciencias Sociales con especialidad en Diseño de Política Pública y Estudios Culturales. 

Su formación se ha nutrido también de diversos diplomados en derechos humanos, estudios de género, y atención a víctimas de violencia sexual, lo que le ha dado herramientas para enfrentar, con sensibilidad y estrategia, una problemática estructural: la violencia de género.

El Instituto Municipal de las Mujeres, bajo la dirección de Urrutia Castro, cumple con tres funciones primordiales: prevención, atención y promoción de derechos, y se articula a través de cinco coordinaciones clave: prevención, comunicación, transversalización, atención, e información y estadística.

“El objetivo es acompañar a las instituciones para fortalecer procesos y programas, y hacer más digna la vida de niñas y mujeres en Juárez”, afirma Urrutia.

Chihuahua ha recibido 516 recomendaciones internacionales en las últimas tres décadas, no solo por feminicidio, sino también por impunidad institucional. 

Esta deuda histórica motivó al IMM a generar un plan de respuesta emergente ante la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, una estrategia que ha articulado acciones municipales para brindar acceso a la justicia, atención a víctimas, intervención en zonas de riesgo, y promover la seguridad comunitaria.

Entre las acciones destacadas se encuentran la iluminación de zonas prioritarias, la creación de calles seguras, la modificación del presupuesto participativo, y la inauguración de la Casa de Transición, un espacio para dar seguimiento a víctimas de violencia y prevenir feminicidios.

La Coordinación de Prevención ha sido uno de los pilares más sólidos. En ella se han realizado más de 524 actividades de sensibilización y 718 horas en jornadas de prevención. Este enfoque se despliega en tres niveles:

1. Prevención primaria, dirigida a la ciudadanía en general, con acciones antes de que ocurra un delito.

2. Prevención secundaria, enfocada en personas en riesgo inminente.

3. Prevención terciaria, dirigida a agresores y víctimas cuando el delito ya ha sido cometido.

Una de las estrategias más innovadoras ha sido la creación de las Redes de Mujeres Constructoras de Paz, espacios donde las mujeres reflexionan sobre su experiencia, fortalecen su ciudadanía y diseñan estrategias de seguridad. 

Actualmente existen 8 redes comunitarias activas, y se trabaja en la formación de al menos cinco más, incluyendo redes en preparatorias y en proceso con universidades.

“Buscamos que no solo el personal del instituto trabaje, sino que sea la sociedad entera la que se involucre”, asegura Urrutia.

Uno de los focos rojos identificados por el IMM es Riberas del Bravo, zona donde se ha detectado un alto índice de violencia contra las mujeres. Allí se ha desplegado un equipo especializado que atiende casos de forma integral.

Durante los últimos tres años, el Instituto ha brindado atención a más de 3 mil 322 mujeres de nuevo ingreso, es decir, mujeres que por primera vez buscaron apoyo ante situaciones de violencia.

Una de las metas más ambiciosas del IMM ha sido la transversalización de la perspectiva de género en la administración pública. 

Esto significa que cada decisión de gobierno debe contemplar la equidad entre hombres y mujeres, desde la planeación hasta la ejecución de programas y presupuestos.

En palabras de su directora: “La violencia de género es estructural, por lo tanto, necesita soluciones integrales que transformen no solo las leyes, sino también las prácticas institucionales y sociales”.

Para Elvira Urrutia, el cambio verdadero comienza en casa y en la niñez. Como madre de tres hijos —uno de 18 años y dos hijas de 14 y 7—, ha sembrado en ellos una profunda conciencia sobre los derechos humanos y la igualdad. Su hija adolescente participa en un colectivo estudiantil donde analizan los mitos del amor romántico, mientras que la más pequeña ya reconoce situaciones de violencia y actúa en consecuencia.

“Mis hijos se están apropiando de estos lentes morados para ver las desigualdades”, dice con orgullo.

Como parte de la estrategia de fortalecimiento institucional, el pasado 20 de marzo se instaló el primer Consejo Consultivo del Instituto Municipal de las Mujeres, conformado por 20 mujeres —empresarias, académicas y expertas en infancia y juventud—, que fungirán como asesoras en políticas públicas y acciones del Instituto.

Además, el IMM ha promovido que cada institución que reciba apoyos municipales, especialmente aquellas que trabajan con niñas y niños, estén obligadas a implementar protocolos internos de prevención y atención, así como capacitaciones obligatorias a su personal.

“Nosotras no tenemos la atribución de evaluar escuelas, pero sí podemos condicionar los apoyos municipales a que capaciten a todo su personal”, enfatiza la directora.

Para cerrar, Elvira Urrutia lanza un mensaje a todas las mujeres: “Nunca estuvieron solas, sus voces fueron escuchadas. 

No den ni un paso atrás”. Y añade: “Si alguna vez la violencia fue normalizada, ahora debemos construir una nueva normalidad: el respeto, la sororidad y la justicia”.

La labor de Elvira Urrutia Castro y el IMM es un recordatorio de que, en medio de la adversidad, aún hay esperanza. La transformación estructural que exige la violencia de género en Juárez apenas comienza, pero ya camina con pasos firmes, liderada por mujeres que se niegan a rendirse.

 

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