Vence Mía al cáncer y toca la campana en el Hospital Infantil
- Por Editora M
-Entre lágrimas, aplausos y globos de colores, médicos y familiares celebraron el triunfo de Mía, una niña de 8 años que culminó su tratamiento contra el cáncer, símbolo de esperanza para otros pacientes
Ciudad Juárez.- El silencio de los pasillos del Hospital Infantil de Especialidades fue interrumpido por un sonido metálico que estremeció corazones.
A las 12:30 del mediodía, Mía, una niña de ocho años, tocó la campana que simboliza la victoria más esperada; -vencer al cáncer-.
Con una sonrisa tímida y lágrimas contenidas, Mía cruzó el patio principal del hospital, decorado con globos de colores y un letrero que decía “Vencí el cáncer”.
A su alrededor, personal médico, pacientes y familiares aplaudían conmovidos.
No era una ceremonia cualquiera; era la celebración de la vida.
La doctora Yesica Ortega, directora del Hospital Infantil de Especialidades, encabezó el emotivo acto. En su discurso, destacó la valentía de la niña y el esfuerzo conjunto del personal médico.
“Hoy no solo celebramos el fin de un tratamiento, sino el inicio de una nueva vida. Mía nos enseñó lo que significa tener fe y sonreír incluso en los días más difíciles”, expresó conmovida.
La doctora agradeció al equipo multidisciplinario —médicos, enfermeras, psicólogos y trabajadores sociales— que acompañó el proceso.
Recordó que la medicina cura el cuerpo, pero la esperanza cura el alma.
“La esperanza también es parte del tratamiento”, subrayó
El mejor regalo del Día del Médico
El oncólogo pediatra Jesús Rubén Ornelas Ceballos, quien trató a la pequeña durante meses, compartió la emoción del momento.
“Escuchar la campana es el mejor regalo que puede recibir un médico. Es el recordatorio de por qué elegimos esta profesión. Detrás de cada repique hay un agradecimiento silencioso y una historia de amor y resistencia”, afirmó.
El doctor reconoció que cada paciente representa un reto y una enseñanza, y que ver a Mía recuperar su salud es una recompensa que “no cabe en palabras”.
Durante la ceremonia, las enfermeras no pudieron contener las lágrimas. Hablaron de Mía como “una guerrera”, una niña que enfrentó con dignidad y fortaleza cada etapa del tratamiento.
A unos metros, sus compañeras del área oncológica la observaban con admiración.
Varias de ellas siguen en tratamiento, pero ver a Mía tocar la campana se convirtió en una inspiración.
“Nos da esperanza. Sabemos que nosotras también llegaremos a ese momento”, dijo una de las adolescentes, mientras se abrazaba a su madre.
De pronto, el ambiente se transformó.
Entre risas y música apareció “El Patrón”, un personaje querido por los niños del hospital, quien llevó un ramo de flores para la protagonista del día.
Lo acompañaron dos animadores disfrazados que hicieron reír a los pequeños pacientes.
Por unos minutos, el hospital dejó atrás el dolor y se convirtió en un espacio de fiesta, esperanza y vida.
Mía volvió a nacer
Su madre, con los ojos llenos de lágrimas, relató lo difícil que fue el camino.
“Fueron meses muy duros. Hubo días en los que sentimos miedo, pero Mía nunca perdió la fe. Ella siempre decía: voy a sanar para volver a jugar con mi hermana”, contó emocionada.
La familia agradeció al personal médico y al hospital por su acompañamiento, asegurando que “sin ellos, el milagro no habría sido posible”.
El eco de la esperanza
Al terminar la ceremonia, el sonido de la campana se extinguió, pero su eco permaneció en los pasillos. Los médicos y enfermeras regresaron a sus labores, los niños a sus cuartos, y la vida continuó.
Pero algo había cambiado; esa tarde, todos respiraron un poco más de esperanza.
El Hospital Infantil de Especialidades, tantas veces escenario del dolor, se convirtió por un día en un templo de amor, fe y vida.
Porque cuando una niña toca la campana de la victoria, no solo anuncia el fin de una enfermedad, sino el renacer de la esperanza.
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