La Fuente Dominical

El tapado de Lopitosh

  • Por Por El Criticón

En vísperas de que el dedo elector elija mediante encuestas a quién será el abanderado de la Cuatroté para suceder a Lopitosh en la silla presidencial que ocupa en el Palacio Nacional, destaca la gran cargada nacional y movilización de la estructura y lo que ya se considera el voto duro de Bienestar en favor de Claudia Sheimbaum, de gira por la sierra Tarahumara en estos días.  Al menos así aparece en el aplausómetro que réplica los tiempos del viejo PRI en sus primeras décadas de hegemonía que por cierto, en la época de Adolfo Ruiz Cortines  cuando nació la figura política del tapado, tomó otro sesgo que sorprendió a los adelantados y aplaudidores y que cabe recordar por qué también en los tiempos actuales pudiera replicarse al imitar Morena y seguir en forma muy natural los caminos seguidos por el viejo régimen posrevolucionario. Hay posibilidades de que el resultado sea el que nadie espera si se considera que el dedazo revivió con Lopitosh en las elecciones que ha tenido durante su mandato, incluyendo la del 2021 cuando en Chihuahua se equivocó y mandó a la guerra sin fusil o cerebro al Loerilla por encima de quienes sí tenían posibilidades de ganar. El resultado ya todos los conocemos en voz de la ganadora María Eugenia Campos que le partió el hocico al abanderado morenista  y se lo sigue partiendo con guante blanco, llámese libros de texto, llámese intervención en Nuevo Casas Grandes para solucionar la crisis de la basura y la corrupción del gobierno emanado de Morena del que no se quieren hacer responsables, por lo menos para que las instancias federales anticorrupción también intervengan e investiguen. De Ruiz Cortines en 1957, en vísperas de definir al candidato sucesor, cuentan las crónicas del poder que mandó a llamar a su tocayo, que era el secretario del Trabajo, a su despacho presidencial, sin permitirle siquiera sentarse. Adolfo López Mateos había llegado acompañado de una turba de aplaudidores y aspiracionistas a cargos de elección popular que ya daban por hecho que era la corcholata buena, en cambio López Mateos recibió un balde de agua fría. Le mandé llamar para informarle que usted jamás podrá ser elegido para sucederme, muchas gracias y que le vaya bien, regrese con toda esa gente que lo acompañó. Zaz y Zaz para quienes lo veían como el camino a una curul, alcaldía o gubernatura en ese momento. Pero el juego perverso continuó. Cuatro días después, Cortinez mandó llamar otra vez a su tocayo.  Ahora si le invitó a sentarse, sacando dos copas y una botella de mezcal para decirle: Quiero brindar con el próximo presidente de México. ¿Alguna pregunta? Le soltó. "Sí señor, hace unos días me llamó para decirme lo contrario… ¿Por qué razón?, preguntó. ¿Cuánta gente lo acompañó el otro día?, le cuestionó Ruiz Cortines. ¿y cuántos vinieron hoy.  López Mateos respondió que 300 y en ese momento apenas 4. Confíe en esos cuatro y a los otros mándalos al changarro. La anécdota es contada en años venideros por Gustavo Ávila en Crónica del Poder  que se lo contó Juan Pablo Ocegueda. Una lección sin duda para los políticos de nuestros tiempos carentes de lealtades y que piensan que está virtud es nada más de abajo hacia arriba y no viceversa. Ruiz Cortinez habría de inaugurar el famoso tapado del que se verá pronto si Lopitosh de nuestro tiempo lo revive para elegir a quien habrá de sucederlo para retirarse a descansar a La Chingada, algo que en su momento intento Álvaro Obregon al retirarse a su rancho la Quinta Chilla en Sonora, desde la que volvió para ser reelecto presidente en un proceso político que terminó con su asesinato y el nacimiento del Maximato y el Partido Nacional Revoluciobario, después PRI y hoy PRI repartido entre PAN y Morena. La regla que Ruiz  Cortinez heredó a la política mexicana es que básicamente en la elección de candidato a la Presidencia la última palabra sería la del presidente de la República. Cuando llegó López Mateos fue el primero en ser candidato oficial sin que se presentarán rupturas o desacuerdos en el PRI. Disciplinó a todos los suspirantes, algo que intenta el Lopitosh de nuestra época al repartir posiciones entre las corcholatas no agraciadas y mandarlas a dirigir a su partido en el Congreso de la Unión donde sin duda podrán seguir participando para el próximo sexenio buscar la grande. Mientras tanto el aplausómetro está encendido y es el principal requisito que impuso Lopitosh. Las corcholatas deben recorrer todo el país en busca de aplausos y a finales de este mes se aplicará una gran encuesta con la que se elegiría a quién será la corcholata coordinadora de la defensa de la Cuatroté y a la Presidencia de México. Con ese objetivo, quién mantiene a su favor otro de los viejos instrumentos y prácticas del viejo PRI es Claudia Sheimbaum apoyada por la secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel y su estructura que mueve al voto duro de los beneficiarios de los programas de bienestar, que reciben ya constitucionalmente becas, pensiones y apoyos producto de más reformas de Lopitosh, no de la transformación. Junto a ella alcaldes morenistas, regidores, líderes locales, morenos puros e impuros así como acarreados, muchos acarreados, aparecieron en Guachochi donde los rarámuris son visitados en cada proceso electoral y después olvidados, tal como ocurría en el viejo sistema.

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