La Fuente Móvil

LOS TOMPIATES DE VILLA

  • Por Editor R

"Si le siguen tocando los tompiates al pueblo de este país, nos vamos a levantar y les vamos a dar en la madre", es una de las frases amenazadoras atribuidas a Pancho Villa, el Centauro del Norte, advertencia que se prolonga en el tiempo hasta llegar a nuestros días donde el villismo sin el general persiste -ya no como movimiento armado- y se propaga a un siglo de su cobarde asesinato en Hidalgo del Parral, un 20 de julio de 1923. Sin duda el general, el mexicano más conocido en el mundo, se refería a la clase político-militar dominante de aquel entonces que asumió el poder tras ganar la guerra civil conocida como Revolución Mexicana, en la que los ejércitos populares de Villa y Emiliano Zapata, fueron derrotados, lo que generó que se implantara en el país un régimen y sistema político que perdura hasta la fecha aún con alternancia de partidos políticos y de ideologías de izquierda y de derecha y también sin ellas cómo ha ocurrido en las últimas dos décadas. Sin duda a Villa no le tocó conocer estos vaivenes de nuestros tiempo; pero advertía lo que venía en el período posrevolucionario cuando se inició la batalla política por la sucesión presidencial en la que él manifestó públicamente su apoyo a Adolfo de la Huerta y con ello se cree que firmó su sentencia de muerte. Hay muchos indicios de ello y todos apuntan al grupo Sonora liderado por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. Claramente veían en el Centauro un riesgo para detentar el poder político a costa de lo que fuera. Ya lo habían demostrado asesinando al primer jefe Constitucionalista, Venustiano Carranza, y al mismísimo Emiliano Zapata. Tras asesinar a Villa, quienes se apoderaron de la Revolución Mexicana, la interrumpen e imponen un nuevo orden en el que se turnan la Presidencia de la República. No había riesgos ya y los que se presentaron en cada sucesión, fácilmente fueron aplastados, incluso tras el asesinato el 17 de julio de 1928 de Obregón tras lograr reelegirse. Tras este crimen a manos de un fanático religioso en el restaurante La Bombilla en la ciudad de México, el régimen se impuso con mayor ferocidad en el Maximato, pero conservó en uso las elecciones, el instrumento de la democracia que había sido cerrado por el porfiriato y que detonó la chispa de la Revolución el 20 de noviembre de 1910. Nada tontos. Recordemos que la bola se vino luego de que Pancho Madero, tras ser encarcelado para anular su participación en la elección para Presidente de México, promulgó en el Plan de San Luis y el postulado de Sufragio Efectivo, No Reelección, en la ciudad de San Luis Potosí, el verdadero origen de la Revolución Mexicana y no San Isidro en Guerrero, Chihuahua que una legislatura de Chihuahua bautizó por ignorancia como la cuna del movimiento quitándole a Cuchillo Parado ese título. Precisamente a este llamado, Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa, se integró desde el primer momento convocado por Abraham González. Tomó las armas dejando atrás una trayectoria de bandidaje que nunca negó ni oculto, pero que si dejo atrás para luchar por la democracia convirtiéndose en Pancho Villa y cuya polémica hoy le da de comer a algunos que viven de satanizarlo cuando hay claramente una participación clave para el triunfo del Maderismo y la derrota de Victoriano Huerta. Hoy muchos lo hacen al revés y terminan convertidos en pillos más grandes que los hacendados porfiristas y aquellos científicos, ejemplos hay muchos, nomás pregunten a El Loerilla y su ex madrina Ariadna que comen y se hartan de la Cuatrote como buitres y tras ellos una larga lista de políticos que han desfilado en estos 100 años sin Villa. Y si les queda duda, recordemos aquel 8 de diciembre de 1914 día en el que el ex bandido Pancho Villa asumió como gobernador de Chihuahua conforme se estableció en el Plan de Guadalupe lanzado por el Ejército Constitucionalista al que en ese momento pertenecía la famosa División del Norte, el ejército popular más grande de América Latina que el Centauro logró conformar para derrotar al huertismo en Zacatecas. Por 30 días Villa fue gobernador de Chihuahua. En este período descrito por el historiador Friedrich Katz como las “Cuatro Semanas que estremecieron a Chihuahua”, Villa ordenó bajar el precio de la carne y se ofrece a un 85 por ciento menos de lo que costaba; aplica la misma política con el frijol, el maíz y quita los impuestos de importación en la Aduana de Ciudad Juárez a los productos básicos que consume la población. En los siguientes días reabre el Instituto Científico y Literario, que 40 años después de transforma en la UACh (Universidad Autónoma de Chihuahua); crea el Banco del Estado, imprime sus billetes, acuña monedas de plata y expulsa a los españoles de la entidad acusados de apoyar al gobierno usurpador. Decreta la ley seca para sus tropas y también instala el primer telégrafo inalámbrico del norte, reorganiza los ferrocarriles, confisca haciendas y firma el famoso contrato con la Mutual Film Corporation, compañía de Hollywood que grabará algunos de sus futuros combates. La prensa internacional reseñaba su gobierno como uno de los mejores. "Sentía una verdadera pasión por las escuelas y estableció cincuenta planteles de educación en la ciudad. Hizo que el Ejército hiciera funcionar los tranvías, la planta de luz eléctrica, los teléfonos y el agua potable. Instaló molinos de harina y mataderos de ganado. Cerró las cantinas e hizo fusilar a uno de sus propios soldados cuando lo encontró en estado de ebriedad”, publicó el New York Times años después recordando este episodio. Sin duda con facetas similares a la Cuatrote de Lopitosh, pero con una enorme diferencia que ya señalamos. Muchos bandoleros, incluyendo el propio Villa, dejaron atrás el latrocinio y se convirtieron en revolucionarios. Hoy muchos revolucionarios que llegaron con Lopitos en el gobierno que el pueblo eligió en el 2018, siguieron al revés el proceso villista para convertirse en pillos.¿Qué le vamos a hacer si le siguen tocando los tompiates al pueblo? La diferencia hoy son las elecciones que se han convertido en una verdadera arma del pueblo para guiar el rumbo del país y quitar a grupos porfiristas disfrazados de derecha o izquierda, e incrustados en todos los partidos. A 100 años, el viejo grito de guerra de la División del Norte, se escucha nuevamente en Chihuahua: ¡Viva Villa cabrones!

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